Firo, un ave que de ángel no tiene nada...

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"¿Transformación?" Preguntó Ernard con curiosidad.

Ya había pasado un día desde el encuentro con una Firo humana. Aparentemente, ella podía volverse ave cuando lo quisiera, por lo que tendía a estar desnuda casi todo el tiempo al no mantenerse con la capa de Raphtalia puesta.

Ahora estaban en la armería de Oyaji mientras que la pequeña comía un postre, avergonzando a Raphtalia ya que le recordaba a sus actos en aquel entonces.

"Sí. Resulta que el esclavista me dijo que los Reyes Filorial tienen la capacidad de convertirse para ocultarse entre otras especies." Explicó Naofumi lo que sabía, mirando la niña comer con cierta nostalgia.

"Vaya... Eso es increíble." Murmuró mientras se rascaba la barbilla. La niña había devorado todo el platillo y parecía seguir hambrienta.

"¡Maestro! ¡Quiero comer!" Solicitó la pequeña, logrando enfurecer ya mismo al demonio dentro de Naofumi que deformó la expresión del héroe rápidamente, mostrando ojos irritados, cabello erizado y los dientes entre gruñidos.

"¡Ya comiste 5 platos, enana endemoniada! ¡Deja de comer!" Se quejó con total odio.

"De ninguna manera." Se negó ella con una sonrisa, ignorando lo que provocaba.

"¡Pues ve y caza tu comida!" Se negó él, notando que ella se levantó de la silla y caminaba descalza hacia la puerta, luchando para abrirla. Finalmente, Naofumi suspiró y tomó su mochila nuevamente.

"Me largo de aquí... Gracias por albergarnos un rato, Oyaji." Se deprimió el héroe, algo que Raphtalia miró con cierta pena.

"Seguro, chico... Al menos no fue terrible esta vez." Se divirtió el hombre.

...

"Maestro, quiero jugar." Dijo el ave mientras su enorme tamaño provocaba una inmensa sombra sobre Naofumi.

"No. Déjame trabajar de una vez." Se quejó, molesto.

"De ninguna manera."

Raphtalia sabía que su compañero era paciente y hasta amable, pero esto era el colmo. No podían simplemente ignorarla cuando él montaba una mesa donde a los bordes pendían materiales de construcción con suma dificultad por como ella molestaba.

"Maestro, qui-."

"¡Suficiente!" Explotó la chica con irritación, cortando la tabla de un solo movimiento. Su trabajo era desarrollar camas de madera para los dos. Señaló a su compañero con enojo, algo que le hizo hacer una mueca. "¡Naofumi, haz algo con esa maldita ave!"

"De acuerdo..." Se resignó, levantándose y preparándose para poner orden. "Creo que es hora de ponerle las pautas. Firo, ¿Vas a oírme?"

"Firo oye."

"Bien. En este lugar, y entre nosotros, se rigen reglas. Debes obedecerlas si quieres vivir con nosotros."

"De ninguna manera." Respondió ella con su natural sonrisa, ignorando todo lo que oía.

"Entonces... Así será."

Él avanzó hasta una de las puertas, bajándola repentinamente, dejando la entrada libre. El enorme ave dió un paso atrás, presintiendo lo que venía.

"Si no puedes obedecer esas reglas, entonces no puedes vivir con nosotros Firo. Sin importar si te gustan o no, debes respetar el piso de otros. Si te niegas, no mereces el respeto de estar aquí... Y por lo tanto..."

Voluntad de Escudero. [Rebornverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora