Epílogo

336 12 7
                                    

Una, dos, tres bombas... La desesperación de salir de aquí, se está apoderando de mí. Me llamo Lizzy, nací en esa época en la que no sabes ni quien es el bueno, ni quien el malo... Año 1939, principios de la Segunda Guerra Mundial, eran tiempos oscuros, de eso no cabe duda, la gente anteriormente vivía feliz en una Inglaterra tranquila, nadie se imaginaba que algo se estaba tramando en una Alemania Nazi, se habían oído rumores, pero, como todos los rumores, rumores son o ¿no?. Yo vivía en un pequeño orfanato, perdí a mis padres con una edad muy temprana, en la que no tienes uso de razón, en la que todos te parecen tus aliados, donde nadie te quiere hacer daño, crecí feliz, pues no tenía ningún problema con la justicia como mis otros amigos de aquel orfanato. A la edad de seis años me diagnosticaron leucemia, era algo malo, pues todos los médicos tenían cara de preocupación, según me comentó Miss Yeinx, mi cuidadora, era un cáncer en la sangre, ¿cómo explicarle a una niña de seis años, cuán grave era su enfermedad? Eso no me impediría crecer feliz, pues tendría que vivir con ella durante toda mi vida, como hasta ahora...

Tras pasado los primeros meses de conocer la enfermedad que tenía, varias personas me vinieron a ver al orfanato para adoptarme. Miss Yeinx, me vestía y peinaba para conocer a todas esas familias, pero ella, claro esta, omitía mi enfermedad en la entrevista, ¿quién querría adoptar a una niña enferma sabiendo el gasto que producía eso? Ninguna de aquellas familias me adoptó, pues decían que era bastante delgaducha y parecía una muerta viviente; esas palabras se clavaron, pero aprendí, con el tiempo, que tendría que vivir con ello. Esa misma noche, intenté escaparme del orfanato, quería conocer mundo, ese mundo que se escondía en los libros que tanto leía, sentir lo mismo que sentían los protagonistas, la libertad deseada por tantos de ellos, pues siempre estaban atrapados en si mismos, ¿cómo iba a hacerlo? Abrí la ventana y me deslicé por aquella enredadera, se me hizo fácil al ser tan delgada y flexible, y llegué al suelo y la sentí, sentí la libertad, era una sensación extraña, pues nunca, aparte del médico y los hospitales, había sentido tan dicha sensación, era como todo nuevo, luces encendidas, olores distintos, olores a guerra... ¿Dónde iba a ir ahora? Pues de noche siempre se oían las sirenas que avisaban del ataque de la Alemania nazi y empecé a pensar que fue una mala idea escaparme así del orfanato, sin traerme nada, bueno, una niña como yo, ¿qué iba a tener? Sólo a Miss Yeinx, pero ella, era una cuidadora, no mi madre, aunque muchos de mis compañeros vieran el cariño de una madre en ella, pero yo no. Y corrí, corrí de mis pensamientos, de mi tragedia y llegué a un pequeño foso, me metí como pude y me dormí. Yo, tan pequeña y tan débil me sumergí en un mar de lágrimas, de frío, hambre y tristeza, pues ahora, la noche cerrada, se abría paso sola en la ciudad...

No sé, ahora... PiénsaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora