Capítulo IX: El gato del tejado.

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'- Yo también te quiero... Lizzy.'

Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Ya basta. No sigas. Mente descarriada. '-Yo también te quiero... Lizzy'. Mente. Cá-lla-te.

La tarde estaba pasando lenta, los dos estábamos de pie en aquél salón, sin decirnos nada, mirando cada uno para otro lado, en el momento que se cruzaban nuestras caras, se giraban rápidamente, ya había analizado uno a uno, detalladamente los objetos de ese salón tétrico que había visto tantas veces, la chimenea estaba encendida, el cenicero con el resto de colillas ya consumidas, el retrato de Miss Yeinx en una pared blanca me miraba, sentía que sus ojos se clavaban en mí, en mi persona, silencio, eso era todo, él seguía de pie, ahí, enfrente de mí, ahora mirándome

- ¿Y bien?

+ No sé que decirte, Deivd

Le había confesado que le quería, ¿por qué ahora me sentía como si me hubiese roto en pedazos? Lo tenía ahí de pie, sin decirle nada, solo le miraba y miraba, sin pestañear, ¿como algo tan pequeño me hacía sentir tan grande y vulnerable? Deivd era como mis 5 minutos para dormir más de un lunes, era todo lo que deseaba, ¿por qué ahora estaba sin palabras? En sus ojos se leía un 'háblame, por favor', pero no podía, solo quería llorar...

Me alejaba de él inconscientemente. Corrí. No sabía hacía donde, solo sé que tropecé y caí.

23:30 pm. ¿qué ha pasado? ¿por qué estoy en mi cama? ¿cómo llegué hasta aquí? Me dolía la cabeza fuertemente y ahí estaba ella, observándome.

Margareet me miraba, de arriba a abajo, no es real, ella murió, no es real, ella murió, me repetía una y otra vez, cerré lo ojos para ver si se iba o era un simple sueño, pero cuando volví a abrirlos, ella aún seguía ahí, mirándome, tenía un aspecto horrible, estaba demacrada y tenía la ropa un poco más desgastada desde la última vez que la vi

- Lizzy, no me tengas miedo, por favor (su voz sonaba en susurro, como si quisiese que solo la oyese yo, ¿quién más podría hacerlo? Sólo yo estaba en aquella habitación, sólo yo podía oírla)

+ No le tengo miedo, pero simplemente no quiero hablar con usted

- ¿Usted? Ya veo que pagué el dinero suficiente en este orfanato para que te educaran mejor de lo iba a hacerlo yo

+ ¿Pagar?

- ¿Crees qué tu estancia aquí ha sido gratis?

+ No lo sé, parece que últimamente no hacen más que mentirme

Ella se quedó callada, bajó la cabeza y se fue.

No concilié el sueño hasta bien entrada la madrugada. Eran exactamente las 5:30 am cuando un ruido me desveló, el crujido de una puerta proveniente desde la entrada principal, y el sonido de su cierre, me incorporé rápido de la cama y lo vi, era Deivd, parecía sonámbulo y sabía el motivo, Margareet lo estaba guiando, le susurraba cosas al oído, podía verlo desde mi ventana, sabía que ella sentía que la estaba observando, giro la cara, me miró, levantó la mano haciendo la señal de adiós.

Grité. Despertando a todo ser viviente de aquella casa, Cloré vino corriendo hasta mi habitación

- ¿Qué pasa Lizzy?

No pude decir nada, solo señalé la ventana, donde había visto irse a mi amor, Cloré se acercó y vio lo único que quedaba de Deivd, sus huellas. No pude oír más, me desmayé.

La mañana del 14 de febrero había un montón de guardias en el orfanato, haciendo preguntas, Cloré respondía a cada una de ellas, su tono era desesperado, yo, sin embargo, estaba sentada en el columpio, cuando se me acercó uno

- ¿Puedes explicarme que relación tenías con el chico?

+ Le quiero

No pude responder nada más, no me salía hablar de Deivd, ¿por qué se lo había llevado? ¿y a dónde? ¿por qué él y no a mí? Y lo entendí todo. Ella buscó a lo que yo más amaba, para arrebatármelo, para sentirme tan desquiciada y desesperada como ella, para ser un fantasma vivo en la tierra, vagando sola, Deivd se llevó mi corazón consigo, el guardia me hablaba y hablaba, yo no escuchaba nada, tenía la mente en Deivd, y volé, mi alma voló hasta su lado.

Estaba en un arroyo, me acerqué y le hablé, él no podía escucharme, estaba con alguien, era ella, Margareet, pero estaba diferente, estaba viva, no podía verme, los dos parecían entenderse a la perfección, Deivd estaba radiante, pero tenía más cara de niño, vestido con auténtica ropa de época, niño rico, pensé, ¿de verdad era él? cogía flores, amapolas, mis favoritas, bajito, escuché decirles, 'crecereis felices en un jarrón', se levantó, cogió de la mano a Margareet y se alejó.

A lo lejos les esperaba un hombre, no distinguía bien como era, solo que tenía barba y su ropaje era tremendamente envidiable, él reía feliz, cogía a Deivd en brazos y lo hacía girar cual carrusel, estaban alegres, se veía bien, incluso más feliz de lo que era antes, me percaté de una cosa, Margareet estaba justo a mi lado, pero ahora era un fantasma, se acercó a mi oído y me dijo 'sé que estás aquí, sé que estás viendo esta escena tan emotiva con lágrimas, como lo hago yo, esto es el pasado, largo de aquí'

Volví de golpe al viejo y desgastado columpio, el guardia seguía a mi lado, por un momento paró de hablar y me dijo

- ¿Estás bien?

+ Sí, ¿qué decía?

Por educación lo escuché durante un momento, pero luego perdí el hilo de su voz en mis pensamientos, ¿quién era aquél hombre? ¿por qué Deivd parecía tan feliz? ¿él no vivía antes con Cloré?

En ese momento me sentí como un gato en un tejado, el siempre piensa que está solo, pero el brillo de la luna lo acompaña, lo baña, lo viste y vigila, mientras camina de un lado a otro, maullando, temiendo por su vida, por si mañana estará sobre ese tejado o en otro, por si sigue caminando solo, pero la luna siempre está, y si no es ella, el sol.

No sé, ahora... PiénsaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora