Capítulo V: Gente.

53 6 0
                                    

Ella era el desastre personificado.

Mi tía, hermana de mi madre, nos estaba mirando atónica, no creía que fuese yo, esa niña grande, sonrojada, con cara de pocos amigos que le dedicaba

- ¿Qué haces aquí? (Preguntó sorprendida, su cara no salía del asombro)

+ A ti no te importa que hago o deje de hacer (respondí decidida, esa señora, me había abandonado, sin más)

- Si que me importa, eres mi sobrina (en ese momento puso la mirada en Deivd, estaba pálido, como si hubiese visto un fantasma)

+ Deivd, ¿qué te pasa?

- ¿Con quién hablas Lizzy? (Contestó, ¿qué? ¿cómo qué con quién hablo? y en ese momento entendí todo, Deivd no veía nada, estaba totalmente ciego)

+ Deivd, ¿me ves? (Preocupada)

- Lizzy, sí, ¿qué pasa? Veo todo oscuro, ¿hablas sola?

+ No lo entiendo, si hace un momento veías, ¿por qué ahora no?

- No lo sé, quiero ver lo que estás viendo tú, ahí no hay nada.

- Lizzy, él no está ciego (dijo esa señora) solo tú puedes verme...

+ ¿Cómo qué yo solo puedo verte? (¿pero qué?...)

- Sí, Lizzy, estoy muerta...

+ Espera Deivd, si que ve, lo que pasa es que ahora veo fantasmas y estoy loca, Jajajajajajajaja (dije sin más, ¿era una broma? A ver a ver...)

- ¿Fantasmas Lizzy? Venga... (La voz de Deivd sonaba en todo de burla)

+ Con su permiso (le dije a aquella mujer o fantasma, ¿cómo debía llamarle?)

Cogí a Deivd de la mano, y lo tiré hacía mí, nos abrimos paso entre esa mujer fantasma, o lo que sea que fuese y bajamos calles, subiendo otras, se repetía este proceso una, otra y otra vez, hasta que no pudimos más y paramos, nos sentamos en unas escaleras de un edificio en ruinas, pobres pies, pensé, escuchaba las tripas de Deivd proclamando comida, el podre Deivd, ¿qué cosas le habrían pasado en una noche?, quería preguntarle, pero no me atrevía, pues su cara ahora estaba aliviada, descansada y algo aturdida también

- Lizzy, ahora dime, ¿estás loca?

+ Muy normal nunca he sido, pero que vea ahora fantasmas, pues no, ¿por qué?

- ¿Qué te dijo esa mujer? ¿y quién era? (En medio de un bostezo)

+ ¿Cómo sabes qué era una mujer?

- Lizzy, la escuchaba, más no la veía, ¿será el cansancio?

+ Era mi tía, sería, ¿o estamos locos?

- Yo tampoco soy muy normal (contestó con una sonrisa)

+ Venga vamos, hay que encontrar un sitio donde pasar la noche y pedir comida, tu estómago lo grita (riendo)

- Serás mala (abrazándome)

Era la primera vez que los dos nos sentíamos a gusto, como si parte de nosotros ya se entendiera y la otra tratase de hacerlo, mi Deivd era un chico alto, mayor que yo, sí, pero con detalles infantiles que hacía que cada día sintiese algo por él, era como una especie de amor/ odio de mayores, él tenía trece, dentro de tres semanas catorce, nunca sentiría nada por mí, pero era su calor el que me importaba en estos momentos, sentía la necesidad de decirle a toda la gente, que aquel chico me había salvado, en todas las maneras que se puede salvar a una persona.

Caminábamos cogidos del brazo, como una pareja, sin serlo, íbamos preguntando casa a casa si podían acogernos esa noche, pero nadie abría, excepto una, entonces recordé el pequeño foso, donde me había refugiado la primera noche, allí cogeríamos los dos perfectamente, cuanto más cerca, más calor, una de las casas la única que abrió nos había ofrecido comida, unos trozos de pan, queso y unas cuantas piezas de fruta, seguimos caminando y llegamos al foso

- Mañana llegaremos a casa, le pediré disculpas a madre, siento mucho todo, Lizzy

+ Eso suena bien Deivd, estaba desesperada, no me pidas disculpas, y es normal, me echó la culpa, que sé que la tengo, irte de ese modo, es que, ahora no me perdonaría que estuvieses herido o algo aún peor (al borde de las lágrimas)

- Lizzy, me has encontrado, curado, sanado, has hecho todo lo que una buena hermana hace (acercándose)

+ Pero, yo... (Deivd me puso un dedo en la boca en señal de que me callase, notaba como el calor subía ligeramente hasta mis mejillas, ¿por qué me ponía tan nerviosa?

- No hay nada más que decir

Nos metimos como pudimos, cenamos callados, era una noche cerrada, completamente silenciosa, no hubo ninguna señal de ataque como en días anteriores, ¿se habrían cansado los alemanes? Esa noche dormí tranquila, plácidamente, estaba al lado de Deivd, y sabía que al estar a su lado había protección, cuidado y no debía temerle a nada

Cuando de repente...

No sé, ahora... PiénsaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora