Capítulo VII: Salida.

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'¿Vas, vas a volver al árbol en el que colgaron a un hombre por matar a tres? Cosas extrañas pasaron en él, no más extraño sería en el árbol del ahorcado reunirnos al anochecer.'

El hombre hablaba y hablaba, pero yo no estaba pendiente de sus palabras, sino de la reacción de Deivd con cada una de ellas. Quería preguntarle quien era, pero es de mala educación interrumpir sin más, por ello, pedí permiso

+ Permiso, ¿puedo hablar?

- Claro pequeña (dijo amablemente el hombre)

+ ¿Quién es usted?

- Oh, perdona por no presentarme, soy Fedderie, el tío de Deivd.

¿Tío? ¿Deivd tiene un tío? ¿Por qué no sabía que tenía familia aparte de Cloré? ¿Deivd es rico? Miles de preguntas venían y se iban de mi cabeza, ninguna podría ser respondida, ya que sería de poco agrado que alguno de los dos se molestase en explicarme que pasaba ahí, porque venía después de tantos años, ¿qué pretendía aquel hombre? ¿llevarse a Deivd así por qué si, además de mi lado?

- Y tú pequeña, ¿te llamas? (Preguntó Fedderie)

- Lizzy, se llama Lizzy (Respondió Deivd rápidamente)

- ¿No sabe hablar ella misma, sobrino?

- No, no me llames sobrino, por favor, tantos años sin saber de mi y ¿ahora vienes de buenas?...

Salió corriendo de aquella habitación dirección por lo que imaginé, baño, en el momento que entró Miss Yeinx preguntando

- ¿Qué pasa aquí?

+ Verás, este hombre le esta haciendo daño a Deivd (lágrimas cayendo ligeramente por las mejillas sonrojadas que tenía)

- ¿Es eso cierto Fedderie?

¿Se conocían de algo? Estaban demasiado cercanos y ni se trataban de usted, ¿qué escondían?

- Lizzy, tenemos una charla pendiente, ahora me iré, dile a Deivd que le quiero aunque crea que no, no he sido buen tío, de eso estoy seguro, pero aún así soy su familia (dijo Fedderie)

+ Se lo diré

Se dirigió a la puerta, y se marchó, dejando mi cabeza un poco descolocada, ¿una charla pendiente? ¿qué tengo que hablar yo con ese hombre? No lo conozco ni pienso tener esa charla. De repente entró Deivd, tenía los ojos hinchazos, corrí a abrazarle y aceptó el abrazo, fue cálido, pero estaba nervioso, se le notaba, habíamos pasado tantas cosas en tan pocas semanas, era normal que estuviésemos así, sobre todo él, sin saber que hacer, ni siquiera pensar, seguíamos abrazados, el tiempo se detuvo, solos él y yo, el resto del mundo nos miraba, eso lo sentíamos ambos, no me importaba.

Fuera estaba nevando, todo estaba gris, el cielo últimamente nunca se abría paso entre aquellas nubes densas, llenas de guerra y terriblemente feroces. Las estalactitas de la ventana caían fuera, ruidos armoniosos del viento, árboles completamente desnudos, agua densa y totalmente fría. Nunca había visto un día tan feo, ni los días anteriores habían sido así, ¿qué pasaba? Sonaron las sirenas.

Otro ataque. ¿Los alemanes no se cansarán nunca? Era de tarde, los ataques siempre eran de noche, ¿querían menos ingleses? Seguía queriendo que la esperanza se mantuviese, aunque yo sinceramente sola no podría, ¿cómo se puede parar una guerra? Nunca, pensé.

Mientras haya esperanza lo demás sobra, ser fuerte, creer en nosotros mismos, en cada y una de las personas que haya en este mundo, pequeña, alta, delgada, fuerte, rubia, morena, daba igual, solo que fuese escuchada, por un mundo libre, por un futuro bueno, por el bienestar de todos, por saber como estar y como poder pensar sin necesidad de tener títeres manejando

Abandoné mis pensamientos de golpe con...

No sé, ahora... PiénsaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora