Capítulo III: Será.

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'Y él te reconstruirá, es verano en sus abrazos, otoño en sus labios, primavera en sus manos, invierno en su ropa.'

Mañana fría de invierno, ya no quedaba nada de lo que pudo ser aquello que era yo. Desperté de golpe, no me encontraba muy bien, me sentía mareada, tantas emociones vividas en tan solo dos semanas no son dignas de pasarlas sin comer apenas, vivir con Deivd y Cloré era lo único reconfortante. Bajé y ahí estaban, esperándome para desayunar, después de contarles quien era y de donde venía, se les notaba más relajados.

+ Hola (dije), ¿cómo han dormido? (¿desde cuándo les empecé a tratar de 'usted'?)

- Hola Lizzy (dijeron al unísono), siéntate a mi lado (sonrió Cloré)

+ Gracias (dije con una sonrisa)

Desayunamos, en silencio, como siempre, ya me empezaba a acostumbrar a aquello, noté un ligero mal humor al lado izquierdo, era Deivd, me veía raro y sí, me sentía demasiado incómoda como para preguntarle que le pasaba conmigo o con el mundo, era extraño, eso ya lo pensé desde el primer momento, pero si era conmigo el asunto de su mal humor ¿qué le había hecho yo?

Ayudé a recoger la mesa, fregué los platos y salí al jardín a leer, mientras soñaba con el mundo de la fantasía, algo me bajó a la realidad de golpe, notaba que desde la casa salía un mal humor que se me clavaba en la espalda como afilados cuchillos, era la mirada de Deivd desde la ventana, ¿no me iba a dejar en paz en todo el día? Lo miré y le saludé educadamente con la mano, hubo respuesta, un gesto feo con el dedo corazón de la mano derecha, ¿qué le hice? Empezaba a preocuparme de verdad, pues nunca lo había notado tan frío conmigo, chicos, pensé, no había otra opción o tal vez, sí eso sería, celos, celos de que le pudiese quitar a Cloré, bueno a ella físicamente no, sino su cariño, pues yo sabía que tiempo atrás Cloré perdió un bebé e iba a ser niña, pero eso no tiene nada que ver, ¿o si?. Entré de nuevo a la casa y me enfrenté a Deivd, le pregunté:

+ ¿Qué te pasa conmigo? ¿Qué te he hecho? (Le pregunté con tristeza)

- ¿Por qué crees qué me has hecho algo? (Dijo)

+ Desde hoy a la mañana noto un mal humor hacía mí, estás frío conmigo y eso me duele... (Le dije al borde de las lágrimas)

- Eres una estúpida Lizzy, no llores (se acercó y me limpió las lágrimas con un pañuelo que se sacó del bolsillo izquierdo del pantalón)

+ Pues dímelo, ¿qué te he hecho?

- No eres tú el problema, bueno, sí lo eres, pero es que el cariño que te da mi madre nunca me lo ha dado a mí... (Soltó sin más)

+ (Bingo) Deivd, nunca he tenido intención de quitarte a tu madre, ni siquiera quitarte su cariño, eres su hijo (dije)

- Es mi madre quien lo hace, por eso en parte no es culpa tuya, Lizzy, a veces pienso que no soy suficiente hijo para ella.

+ ¿Qué no eres sufiente? Eres el mejor chico que he conocido, Deivd, eres un hombre en un cuerpo de niño, ¿no te has dado cuenta? Eres sin duda un hijo que toda madre merece, no te menosprecies.. (¿podría darle un abrazo? Me acerqué...)

- No. No. No necesito tu compasión, déjame...

+ Pero Deivd...

Se alejó y me dejó, echándome las culpas de su mal humor, de su falta de cariño, de todo, ¿por qué? ¿por qué lo malo a mí? Yo sé que no era digna de sentir este dolor que me abrasaba ahora por dentro, sentía una culpa inmensa, tan vulnerable, el dolor en el pecho se extendía, no hayaba como articular palabra, me faltaba el aire, ¿por qué Deivd? ¿por qué no me dejaba abrazarle y decirle que lo sentía? ¿pero qué sentía?

Pasó la tarde, seguía tan fría, tan triste, tan nostálgica, era rutina comer en silencio, se volvió rutina el mal humor al lado izquierdo, se volvió rutina recoger y fregar, leer y llorar bajo la almohada húmeda ya, era la única amiga, pues quien yo creía que ya lo era, le había echo daño, de alguna manera u otra, quitarle el cariño de Cloré, pero ¿qué he hecho? ¿cómo puedo solucionarlo? Fui a la habitación de Deivd y ahí estaba, sentado en el suelo

+ Deivd (me senté a su lado y le abracé)

- Déjame Lizzy, por favor, ahora no quiero verte ni sentir tu calor (dijo)

+ Por favor, Deivd, lo siento, yo... Yo.... Yo te tengo cariño

+ ¿Cariño de qué? Sal de la habitación ya (dijo gritándome)

Salí corriendo de la habitación y me dirigí a la mía, pero ¿qué he hecho? Aún seguía sin respuesta esa pregunta en mi cabeza, me tiene que perdonar, tiene que hacerlo, pensé, es mi amigo, el que me dio alojo, el que me arropa del frío con sus abrazos, y eso me hizo pensar, ¿qué siento yo por Deivd realmente?

Llegó la noche, me metí en cama como pude, pues la emoción del día fue agotadora y se hacía notar, no concilié el sueño, no me parecía raro, a ratos me quedaba dormida y a otros ratos me despertaban sollozos, ¿quién era? Encendí la luz de la habitación, abrí con cuidado la puerta y...

No sé, ahora... PiénsaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora