Tenía frío y la comida se había agotado.
El foso quedaba en la otra punta de la ciudad y aún me faltaba camino que recorrer, pero no me daría por vencida, tenía que encontrar a Deivd, si es que estaba ahí y no me había fallado mi instinto.
El camino se iba haciendo agotador, resultaba estresante seguir, cada vez me pesaba más y más la mochila, 'tienes que parar, Lizzy' me decía mi yo interior, la mandé a callar inmediatamente, solo me importaba una cosa y era encontrarle, solo necesitaba escucharle decir 'estoy bien y has venido', me desmayé.
Margaritas, rosas, amapolas y girasoles estaban a mi alrededor, un campo con todas ellas se extendía más allá, hacía el horizonte, el sol estaba en su máximo esplendor, calentaba su calor, no parecía invierno, yo me hallaba tumbada con mi vestido color rosa pálido, que recuerdos sobre este vestido me venían a la cabeza, borré todos ellos de golpe y me concentré en mis margaritas ya despojadas, ellas ya habían escuchado una y otra vez la misma pregunta con cada pétalo caído '¿me quiere Deivd?' si, no, si, no, si, no, si, no, si... En casi todas un si, maltratar todas esas flores para ver y saber algo tan obvio, estaba claro que él me quería, sino como iba a estar a mi lado, aquí, tumbado conmigo, mirándome con sus grandes ojos, acariciándome las mejillas con sus suaves manos, la dulzura de su voz diciéndome 'eres tonta, pero que feliz me haces niña' ¿cómo iba a hacerle yo feliz? Me sonrojaba, eso le gustaba, lo notaba, cada mirada que me dedicaba era como un mundo, yo sentía que era capaz de ver más allá de él, sentía que ambos podíamos con todo, con cada obstáculo, con cada barrera que se nos viniese encima, como si los dos estuviésemos predestinados desde antes, desde tiempo atrás, miré al cielo, el sol ya se había ocultado, el campo se había marchitado, a mi lado ya no estaba él cuando comenzó a llover ...
Abrí los ojos y me los restregué con cuidado, estaba tirada en el suelo, mi vestido estaba empapado, había llovido, justo como en mi sueño, me dolía la cabeza pasé mi mano por ella y noté un pequeño chichón causado por la caída del desmayo, au, pensé, me levanté del suelo húmedo, estaba calada hasta los huesos y mi estómago pedía a gritos algo de comer, ya llevaba horas sin hacerlo, lo necesitaba con urgencia, fui caminando y al fondo visualicé una pequeña panadería, me percaté de que ya era bastante bien entrada la madrugada y el sol intentaba abrirse paso para poder amanecer entre esas nubes negras del cielo, el humo salía de aquella chimenea con una fuerte potencia, el olor a pan invadía toda la calle, olía extraordinariamente bien, caminé hasta ella, pero antes metí mi mano en el bolsillo y conté las pocas monedas que tenía, serán suficientes para un trozo de pan, pensé y entré
+ Hola, ¿podría darme un trozo de pan? (Puse las monedas encima de aquel vistoso mostrador)
- Bien, toma (dándome el pan, el cual tenía un aspecto delicioso y olía a maíz)
+ Muchas gracias señor
- Espera jovencita, faltan 2 libras más (con su voz grave, dando autoridad)
+ Señor, no tengo más monedas y tengo mucha hambre
- Sin monedas no hay pan (y me lo quitó de las manos, sin apenas darme tiempo a olerlo un poco más) toma tus monedas y lárgate
Salí, sin protestar con mis monedas en la mano, yo era así, que desagradable es a veces la gente y que maleducada, pensé, seguía teniendo mucha hambre, mi estómago gritaba, lo mandé a callar, sh, ya comerás, no me presiones, seguí caminando sin apenas fuerzas, aún me faltaba mucho camino, estaba por la mitad de el, pero no podía más, así que me senté a descansar en un portal, me fijé en que pasaba mucha gente por ahí, así que me quité el gorro y lo giré de manera que pudieran echarme alguna que otra moneda para así poder comer y funcionó, tenía suficientes para llenar mi estómago, quería volver a la panadería, pero no me merecía un simple pan de maíz, sino un plato completo, con sus verduras, su arroz pescado, mmm, me entró el hambre, pero en lugar de eso, fui a la panadería y guardé unas cuantas monedas para después, por si acaso, corrí hacía ella y me atendió el mismo señor
- ¿Otra vez tu? (voz autoritaria)
+ Si, pero esta vez tengo dinero suficiente, así que quiero pan y alguna que otra cosa más (iba señalando cada una de las cosas que quería)
- Ya te dije, sin monedas, nada de nada
+ Tome, esto llegará (dándole muchas monedas)
- ¿De dónde las sacaste? Robar está mal niña
+ No lo robé, yo nunca robo, y ahora por favor, deme usted lo que le pedí y quédese el cambio
- Esta bien, toma, ¿quieres leche caliente?
+ Si, por favor, tome otra moneda por ella
- Esto te lo regalo, de verdad se te nota hambrienta, muy hambrienta pequeña (sonriendo)
+ Gracias señor
Salí sonriendo, pues el señor había sido amable a pesar de que antes me gritara y me echara de allí a patadas, mi estómago me agradecía a gritos estar lleno, la leche caliente resbalaza por mi garganta y mis huesos ya no estaban tan calados como antes gracias a ella, ya con fuerzas, me volví a encaminar, tenía que encontrar a Deivd, era la razón por la que estaba aquí, caminé, caminé y caminé.
El sol ya estaba puesto en lo más alto, las nubes negras no estaban, se agradecía estar con el cielo despejado, me quité la chaqueta, pues hacía bastante calor, me senté a tomar un poco más de leche caliente y a descansar los pies, los tenía doloridos por toda la caminata, ya me faltaba poco para llegar al foso, mis esperanzas se hacían cada vez más y más grandes, encontrar a Deivd era mi razón de estar ahí y estar así, llevarle al orfanato junto con Cloré, con comida, con cariño y lo sentí, un escalofrío detrás de mí, sentía como si alguien estuviese asesinándome con la mirada, me giré y ahí estaba de pie, mirándome con odio, era Margareet
+ ¿Qué quieres?
- Que no le encuentres
+ ¿Por qué? ¿qué te he hecho yo?
- Me recuerdas a ella
+ ¿A quién?
- A tu madre
Y se marchó, dejándome aún más perpleja de lo que estaba con toda esta historia, ¿por qué odiaba a mi madre, su hermana? ¿qué le había hecho yo? ¿le quitó a Fedderie? ¿a mi padre? Margareet, vuelve, no te vayas, Margareet por favor, aclárame todo, sé que estás escuchándome y sabes todo lo que hago, aún así no obtuve respuesta, corrí hacía el foso, pues ya no me quedaba nada, estaba justo al lado y me derrumbé al llegar
Deivd, no estaba.
ESTÁS LEYENDO
No sé, ahora... Piénsalo
Mystery / ThrillerLizzy, una niña de diez años con una enfermedad llamada leucemia, lucha por sus sueños en una época difícil como es la Segunda Guerra Mundial, muchos acontecimientos acompañarán a esta pequeña, pero con la ayuda de su incondicional amigo o no tan am...