~Capítulo final~ musa

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Perrie nunca pudo decirlo en voz alta, pero había sufrido durante toda su vida.

Había nacido en el seno de una familia de clase baja; fruto del amor entre un joven carpintero y una muchacha huérfana.
Si bien ella jamás había logrado recordar demasiado acerca de los primeros años de su vida, sabía que su padre la había amado incondicionalmente; pero él había muerto sorpresivamente cuando Perrie a penas alcanzaba los cinco años, y así habían quedado completamente solas ella y su madre. Quedarse sola con una niña pequeña y sin ningún ingreso con el que poner un pan en la mesa, debía haber sido realmente difícil; y por eso no resultaba tan extraño que tras años de pasar hambre, la madre de Perrie se hubiera casado con el primer hombre que se había mostrado interesado en formar una familia con ellas.
Aquel hombre, Rufus Stralow, había sido un artista muy reconocido en la gran ciudad. Era al menos diez años mayor que la joven madre, y desde un principio se había mostrado cariñoso con la niña de diez años. Y sin embargo ella nunca había podido quererlo, no le gustaba él ni cómo las trataba; y finalmente el costo que Perrie había tenido que pagar por la opción que su madre había optado para poder sustentar sus gastos, había sido demasiado caro.
Porque después de su cumpleaños número once, su padrastro había aparecido en su cuarto en medio de una noche de verano donde el calor era tan insoportable que apenas le permitía dormir. La había despertado con un beso en la frente, y con todo su peso recargado sobre su menudo cuerpo. Ella no había entendido qué sucedía hasta que había visto los pantalones del hombre desabrochados.

Jamás pudo olvidar lo que había sentido. Lo doloroso que había sido lo que ese infeliz le había hecho; ni el sudor que su cuerpo había emanado mientras él jadeaba; ni cómo ella había pedido por su mamá a gritos, pero nunca había aparecido.
Tuvo que vivir sabiendo que su madre la había oído aquella noche, y las siguientes. Porque incluso se había encargado de curarle la herida profunda que aquel maldito le había proporcionado en la cara interna de una de sus muñecas con una de las espátulas que usaba para pintar, cuando Perrie había intentado empujarlo. Una fea cicatriz había quedado por siempre marcando su piel para recordarle aquella noche.
Su madre jamás hizo nada para evitarlo, porque decir algo hubiera significado quedarse una vez más sin casa y sin comida, y ella no soportaría pasar una vez más por eso.

Perrie había odiado tanto a ese hombre, y a su propia madre; que había terminado construyéndose una coraza como piel, una que nadie pudiera atravesar. Y tras cumplir la mayoría de edad, había abandonado aquella perversa casa para jamás volver.
Su padrastro le había enseñado lo que era el odio, lo que era dolor; le había quitado su infancia y su virginidad, y le había robado la oportunidad de aprender lo que era el amor y que el sexo podía implicar placer. Gracias a él había odiado tanto a su propio cuerpo.. Recordaba a su madre diciendo que los artistas eran excéntricos y que le gustaban cosas que no todos comprenderían; y Perrie había sabido desde entonces que aquella era la excusa que su madre se había puesto para tolerar una verdad oscura y devastadora, la excusa que solo una vez mencionaría, porque jamás haría mención alguna sobre lo que su marido le hacía a su hija.
Y por eso Perrie había odiado a los artistas, y había odiado al sexo, había odiado a todos.

Por eso no había vuelto a permitir que un hombre la tocara, y sólo se había casado con James porque le había pedido permiso la primera vez que la había querido besar, y había dicho no estar muy interesado en el sexo. Perrie nunca sabría si eso se debía a una inminente homosexualidad reprimida o si él realmente no sentía la necesidad de mantener una relación carnal. Él solo había querido una esposa trofeo, y a ella le había parecido perfecto. Sin saber que él no siempre se mantendría tan pasivo y respetuoso.
No habían tenido hijos porque a él tampoco le importaba; y eso también había sido ideal para ella, porque lo único que conocía como madre había sido un ser insensible y traidor, y ella no podía permitirse ser eso mismo.

Make a Masterpiece of Me - Zerrie |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora