Mayo, 1970
Margaret Carter despertó asustada, luego de escuchar que llamaban a su puerta con ahínco. Había estado soñando con la última vez que vió a Steve y aunque hacía veinticinco años de eso, aún se sentía muy fresco... y odiaba tener que despertar en un mundo donde él sólo era un recuerdo.
Se levantó de mala gana para atender a la puerta, pues quizá era algo de trabajo; aunque era bien sabido que no se le debía molestar en sus preciadas y pocas horas de descanso a no ser que fuera una emergencia nacional, de una forma u otra siempre le arruinaban sus planes.
Los golpes arreciaron en la puerta principal, lo cual encendió sus focos rojos. Nadie de las oficinas se atrevería a llamar de esa forma, sabiendo el carácter de la británica. Tomó la pistola que escondía bajo la mesita del recibidor y con precaución se asomó por la mirilla, para después colocar el arma en el lugar donde estaba antes.
Inmediatamente abrió la puerta de par en par, al ver a la mujer que le esperaba del otro lado, apoyándose con sus manos de lado a lado en el marco.
—¿Natalia?—Preguntó con su remarcado acento británico.
—Necesito tu ayuda... no puedo, no puedo hacerlo sola— Sollozó encorvándose de dolor—No se cómo hacerlo.
—¡Oh mi dios!—murmuró al bajar la vista y darse cuenta de lo que se refería la pelirroja—Te llevaré a un hospital, ¿De cuanto estás?
—¡No! Nadie puede saber que existe... a penas pasaron siete meses, por lo que leí esto no es normal—Se encorvó un poco más intentando aliviar el dolor de la contracción que le golpeaba— ¡Maldita sea, como lo odio por hacerme esto!
—Necesitamos un médico, yo nunca he visto nacer una criatura y si hubiera alguna complicación...
—¿Vas a ponerte a dudar de tus capacidades para controlar una contingencia ahora, Carter?- gritó. La morena solo se limitó a asentir repetidamente—En el bolso, hay un libro... ahi dice que hacer.
Margaret Carter supo que esa noche sería la más larga de todas y que debía dejar atrás su aprensión para auxiliar a su vieja amiga. Así que buscó entre las pocas pertenencias que cargaba la pelirroja en su bolso, para sacar un libro acerca de obstetricia y ginecología.
Natalia nunca habia tenido tanto miedo a ese momento, sabía que cada dia le acercaba mas a el y aunque quiso prolongarlo lo más posible, había fallado. Ni siquiera había completado los nueve meses; su vientre no era tan prominente como debía ser al momento de dar a luz.
Tocó una vez mas la superficie tensa, de lo que debía ser su abdomen. No quería que naciera, no quería que saliera a un mundo lleno de peligros, en el que nunca sería una criatura normal, esperado por dos padres llenos de ilusión por su llegada, con un hogar esperando a ser llenado de risas infantiles...
Una contracción más la atacó, la cual le hizo recostarse del dolor tan intenso. Carter corría de un lado a otro para reunir lo necesario para un parto casero, Natalia había conseguido con antelación algunas de las cosas que mencionaba la lista del libro en el que se estaban basando, pero aún debía esterilizar el instrumental y conseguir agua caliente, además de un montón de toallas limpias.
Hubo el tiempo necesario para prepararlo todo, luego de que rompió su fuente, cuatro horas después seguía sintiendo como si la desgarraran por dentro y la criatura parecía estarse aferrando a quedarse en su lugar seguro.
—Aún no puedo ver la cabeza, Natalia...—Dijo Carter con nerviosismo, está solo retorcía sus manos temiendo que algo estuviera mal. De tanto en tanto se asomaba esperando ver la coronilla de la criatura como decía el libro.
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AFTER ⧗ DARK
Mystery / Thriller-¡Ayuda!-Gritó aún más fuerte, en un perfecto aleman-Estoy en las celdas inferiores!. Un rubio vestido de azul acudió al llamado, se detuvo al ver a lado de la puerta un letrero, que rezaba: "Cuidado con la araña" en alemán.