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Aún tuvieron que pasar un par de horas más para que el pelinegro despertara, Lolito se encontraba dormitando, no podía quedarse dormido y dejar que algo los atacará, no de nuevo.

Le preocupaba que ya estaba atardeciendo y únicamente tenía la espada del pelinegro, así que optó por despertarle, se sentía mal por ello pero no los iba a arriesgar.

—Hey —lo movía levemente sin ser brusco —necesito que despiertes, por favor —sus movimientos estaban resultando, el pelinegro comenzaba a revolverse —está a punto de anochecer, despierta por favor.

Parecía una carrera a contratiempo el sol casi se ocultaba por completo.

—Vamos, despierta —y sucedió; el pelinegro despertó pestañeando para intentar despejarse del sueño.
Y Lolito, Lolito estaba empanado, ojos cafés, sonrió.

—Mi niña —dijo Lolito de la nada, mirándolo embelesado.

Mangel despertó y vió a un ¿hombre? Sí, un hombre, mirándolo y sonriendo, claramente se asustó. Con miedo se hizo a un lado, dispuesto a correr por su vida pero su tobillo se lo impidió, gimió de dolor al intentar moverlo.

—La madre que me parió —se había olvidado de su tobillo herido.

—No te muevas, te vas a lastimar más —Lo intentó tranquilizar. Le extendió una botella con agua —Bebe agua, puedes estar deshidratado —un poco temeroso aún, tomó la botella, pero no bebió. Mangel notó que el acento de ese tío era muy peculiar, en la buena manera, pero no mencionó nada al respecto.

—¿Quién eres? —habló Mangel confundido. Lolito sonrió amable.

—Soy Lolito.

—Y no eres del pueblo, eso seguro, ¿Qué haces aquí? —habló intrigado.

—No soy de aquí. Yo escuché de este lugar, tomé mis cosas, viajé y llegué recién en la mañana. Por cierto, gracias por matar a ese zombie ladrón, hubiese perdido mis alimentos de no ser por tí. —con un poco de confianza Mangel bebió agua.

—Sinceramente no recuerdo mucho, ¿Qué pasó?

—Yo sólo te ví salir corriendo del bosque, te topaste con el zombie ladrón, lo mataste y te desmayaste. Entonces yo te recogí y te traje aquí, estabas muy malherido así que curé lo que pude, pero no tengo una casa así que no te pude llevar a otro lado y decidí esperar a que despertarás. Y aquí estamos —sonrió —y no te quiero presionar a nada pero creo que ya se está anocheciendo y lo mejor sería resguardarnos de los monstruos.

Mangel miró al cielo y asintió —Esta bien, gracias por cuidar de mi. —pensó unos segundos y lo miró nuevamente —Soy Mangel. —Si el chico por sí solo era hermoso el nombre lo era más.

—Hermoso nombre, Mangel. —El pelinegro se sonrojó sin saber que hacer, no estaba acostumbrado a recibir atención de nadie y venía este hombre a decirle hermoso, decidió desviar el tema.

—Uh.. mi casa está sobre esa montaña, podemos ir ahí y mañana hablamos con los demás.

—¿Los demás?

—Sí, somos más. Pero por ahora, vamos a mi casa —intentó ponerse de pie pero el dolor lo superó. Lolito reaccionó rápido.

—No lo hagas, tonto. Yo te llevaré. Tu me guías.

—No es necesario, enserio. —intentó ocultar su dolor pero falló. Lolito lo miraba de brazos cruzados.

—Anda, déjame ayudarte, sin malas intenciones, te lo prometo —alzó ambas manos. Mangel lo miró y asintió, parecía muy sincero.

Destino // MangelitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora