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Mangel recogió el trigo del huerto, la cosecha era muy buena, miró las patatas, se veían bien, pero no lo suficiente, esperaría un poco más.

Con lo poco que había recogido, regresó a la pequeña cabaña, almacenó algunas cosas y colocó otras en los hornos.

Se miró su armadura, esta ya se encontraba a nada de desaparecer, cuando él regresara le pediría una nueva, mientras tanto hornearía unos panes, entre una cosa y otra el tiempo pasó muy rápido y cuando lo notó, por las ventanas entraban los rayos del atardecer, el sol estaba a punto de ocultarse, se preocupó un poco, seguro que él vendría, no tenía por qué ser tan paranoico con esas cosas.

A las pocas horas alguien llamó a su puerta, como siempre, el miedo lo inmovilizó por unos instantes hasta que escuchó la voz que lo llamaba.

-Mangel, abre, soy yo, Alexby -A paso rápido se acercó a la puerta y abrió, su amigo lo miraba con una sonrisa que el devolvió. Ninguno de ellos era muy cariñoso pero había pasado un tiempo ya y se habían extrañado. -Ven acá hijo de puta que sé que me extrañaste -rodando los ojos Mangel se acercó y abrazó a su amigo fuertemente por unos segundos, para después alejarse, mucho cariño por hoy.

-Ya quisieras, gilipollas, seguro lloraste por mi como una nena.

-Seguro -Se burló. -Muy bonito todo, ¿a qué hora nos hacemos trencillas y hablamos de chicos mientras tomamos el té?

-Justo ahora -le siguió la coña -voy a por el té.

-Nada de eso, guarro, ayúdame que cargar con tus mierdas por horas es jodido, incluso en mi chocobo -hablaba mientras le daba mochilas y sacos que bajaba del chocobo.

-Ya, ya, déjate de lloros -se burlaba mientras llevaba las mochilas a su cabaña.

-Hombre, debería traerte un chocobo, son lo mejor para andar a todos lados.

-Ya te dije que no, Alexby, yo no salgo de aquí, seguro el chocobo se muere.

-Eres un jodido terco, eso es lo que eres.

-Calla y pasa, que ya hay monstruos rondando, mete al chocobo. -Pasaron y cerraron bien los accesos. Su cabaña era linda de día pero peligrosa de noche; al no estar muy iluminada (para no llamar la atención) y ser la única en kilómetros, era la única atracción para los monstruos.

Cenaron y platicaron por varias horas hasta que ambos se caían del sueño, eran conscientes de eso, pero también de que no sabían hasta cuando se volverían a ver, extrañaban la compañía del otro.

Finalmente optaron por ir a dormir. Al día siguiente desayunaron juntos y salieron a caminar por los alrededores, a la hora del almuerzo regresaron a la cabaña y comieron juntos, después del almuerzo Alex subió unas de las mochilas a la mesa y miró a Mangel.

-Ahora si, mira la de cosas que te he traído -Alexby revolvió las mochilas -una armadura nueva, ya es hora de que tires esa mierda, ojo, una armadura para Pipi Estrada -Mangel soltó una risa -ropa, unas gaseosas, galletas, especias, una hacha que flipas, unos libros de encantamientos y... -agregó suspenso llamando más la atención de Mangel -una cámara instantánea -Mangel miró la cosa con un brillo de emoción. -Ahora tendrás en que ocupar tu tiempo libre, toma -dejó la cámara en sus manos -Voy a por mí postre, tu sigue en lo tuyo.

Mangel la miró atentamente, la tomaba con un poco de miedo de romperla, pero no dudó y lo primero que hizo fue acercarse a su perro y tomarle una foto. -Que guapo Pipi.

Estuvo embelesado con la cámara por mucho tiempo, tomando fotos de los animales, de su amigo, sus cosas, el cielo... así hasta que vio a su amigo.

Destino // MangelitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora