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Las semanas pasaban rápidamente, Mangel y Lolito lo llevaban bien, pero hoy, hoy había algo que era diferente...

—Ya te dije que voy a ir al pueblo y me importa una mierda si estás o no de acuerdo.

—Mi niña, yo voy, tu espérame en casa ¿Si? —lo tomó de la mano haciendo que entrara de nuevo a la casa.

—No Lolito —se soltó bruscamente —estoy harto de estar en la casa, en la mina y en el huerto. ¿Acaso no sabes que hay un pueblo bajando la montaña?

—¿Y sabes tú la cantidad de mujeres y hombres que hay en el pueblo y que te desean? —Mangel lo miró desorientado, tratando de entender a que se refería.

—Lolito, ¿Me estás jodiendo? ¿Verdad?

—Para nada, sólo que no quiero que vayas al pueblo solo.

—Pues me da igual, yo voy a ir, solo —Mangel recalcó fuerte la última palabra. —Me dan igual tus celos.

—Mi niña, por favor.

—Nada Lolito, voy al pueblo y no quiero que vayas conmigo. Ojalá que cuando regrese dejes de actuar como un idiota. —Mangel se salió cerrando la puerta y Lolito se debatió entre seguirlo o quedase en casa, sería muy difícil.

Mangel caminaba entre las tiendas y puestos, estaba distraído, ¿Porque Lolito había actuado de tal manera? Nunca lo había limitado y de la nada le prohíbe estar en el pueblo. Necesitaban hablar, pero ahora no, tal vez después de que se despejarán y estuviesen más calmados.

Casi llegando al pueblo vió a Merlon, el sabio del pueblo, el cuál se encontraba meditando en los alrededores de Karmaland, Mangel no sabía si acercarse a saludar o no interrumpir e irse. Pensó que irse sería mejor, avanzó un poco y Merlon lo llamó.

—Joven Mangel, buena tarde.

—Hola Merlon, ¿qué tal?

—Todo bien

—No quería interrumpir, lo siento.

—Para nada, te estaba esperando —sonrió misterioso.

—Uh okay... ¿Para qué me esperabas?

—Charlar un poco, ya sabes, ojos verdes, pelo naranja. El nuevo del pueblo.

—Lolito lleva ya varios meses en Karmaland —frunció el ceño.

—Si bueno, hasta que alguien más no llegué el seguirá con el mote. Y dudo que alguien más lo quiera intentar.

—Supongo —se encogió de hombros.

—No lo sabes pero ya has caído.

—¿Qué? —Miró extrañado a Merlon.

—El abismo no es lo peor, sino la soledad... Y las jugadas del destino, lo siento.

—Uh, yo me tengo que ir... Al pueblo, nos vemos después. —Prácticamente salió corriendo, no entendía nada de lo que Merlon le había dicho pero le daba un poco de miedo. No dejaba de pensar en sus palabras, pff mejor no tomarle importancia, era lo mejor.

Mientras caminaba vió a lo lejos a Vegetta en la cafetería, hacía mucho que no lo veía, según Alexby, últimamente se había encerrado en su casa y en la mina, no salía y menos hablaba con alguien, sería bueno saludarle.

—Hey Vegetta, ¿Qué tal? —saludó Mangel acercándose a su amigo.

—Mangel —saludó Vegetta de vuelta.

—¿Qué tienes tío? Te vez mal, ¿Estás comiendo bien? —y no era por ser mala gente pero Vegetta se veía mal, estaba más delgado, tenía varias heridas y unas enormes ojeras adornaban sus ojos violetas.

Vegetta suspiró —Estoy bien, sólo quiero terminar ya mi casa y he estado trabajando a tope.

—O tu palacio —Vegetta sonrió —lo he visto de camino aquí y es flipante, de verdad. Aunque te está quitando la vida, literalmente hablando. —Vegetta hizo una mueca, los reproches eran unos de los motivos por los que no salía de su casa, era consciente de su estado deplorable y lo que menos quería era ser reprimido por ello.

—Ya, me cuidaré mejor.

—Siempre que lo necesites puedo ir a ayudarte a picar, construir o lo que sea, ¿Vale?

—Vale, gracias Mangel —Vegetta sonrió de verdad. —Por cierto, ¿qué tal van las cosas con Lolito? —cambió el tema y ahora fue Mangel quien se notaba incómodo. —¿Qué pasó?

—Uh... Normalmente lo llevamos bien, demasiado bien, en realidad, pero-

—¿Pero? —lo incitó a hablar.

—Hoy se comportó muy extraño, no quería que viniera al pueblo.

—¿Por qué? —Vegetta lo miró extrañado y un poco molesto.

—Porque según él, la gente del pueblo me mira con deseo —rodó los ojos bufando.

—¿Pero es tonto? Tu eres muy lindo, claro que la gente te va a mirar y no con deseo, no todos tienen malas intenciones —Vegetta sonaba molesto —¿Es lo único que te ha dicho? ¿No te ha hecho nada malo?

—Gracias, pero no, para nada Veg

—Mangel, siempre puedes decirme cualquier cosa que vaya mal, puedes confiar en mí.

—Lo sé, gracias —Mangel sonrió, Vegetta lo apoyaba mucho a pesar de que no eran los mejores amigos de la vida. —Pero eso fué todo lo que pasó, Lolito siempre es muy lindo conmigo pero hoy tuvimos una discusión por eso me extrañó mucho su actitud.

—Yo que tú le dejaría las cosas claras desde ya, no lo dejes que se sobrepase contigo.

—Sabes que no Veg, voy a hablar con él, si, pero quería aclarar mi mente antes.

—Vale, piénsatelo bien y si se sigue comportando como un tonto sólo dime y estará fuera de Karmaland en un minuto —Le guiñó un ojo medio bromeando, Mangel hizo una mueca.

—Yo no quiero que se vaya. —Vegetta se rió.

—Vale, vale, dejaremos en paz a tu Julieta pero que no se quiera pasar de listo eh.

Hablaron por un tiempo más antes que Vegetta dijera que regresaba a la mina, Mangel quedó de ir al día siguiente para ayudarlo y se despidieron.

Vegetta se dió cuenta que Mangel era una persona extraordinaria, llena de alegría y vida, y por un segundo pudo entender porque Rubén estaba enamorado del pelinegro, ¿se sentía triste por ello? Sí, pero también entendió que Mangel no tenía la culpa de tener el corazón de la persona que él quería. Y él lo iba a aceptar, aprendería.

[...]

Destino // MangelitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora