La Realeza es insoportable

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Haruka apenas llevaba una semana en Neptuno y no soportaba ver la crueldad de la Princesa, para su punto de vista, ella vino a ese palacio para cuidar a todo el mundo del peligro que representaba Michiru, ahora que lo pensaba bien ella aun siendo una princesa se llevaba bien con todos en pocas palabras se diría que Haruka solo le interesaba hacer amistades y olvidase de la etiqueta que tenía encima por ser una princesa. Unos gritos provenientes del pasillo la sacaron de sus pensamientos... otra vez "su majestad Michiru" volvía a tratar mal a alguien.

ERES UNA MALDITA IMBENCIL DEBERÍAS SABER QUE ESTAS TELAS SE LAS TRATA CON CUIDADO!—gritaba Michiru encolerizada mientras le lanzaba un vestido a la sirvienta, la cual se encontraba temblando de miedo, la rubia a ver esto no le quedo más que salir de su habitación.

Ahora que rayos está sucediendo aquí... majestad no debería tratarla así –Haruka tomo el vestido observado que estaba perfectamente planchado—Por favor retírate... rápido –la sirvienta asintió a las palabras de la rubia y se retiro de inmediato.

Tú métete en tus asuntos... eres uno más de la servidumbre, solo un simple guardián de pacotilla más—Michiru la miro desafiante y molesta.

A ver Princesa Ignorante... le recuerdo que soy una mujer y si soy un guardián más pero no por eso debes tratarme como que si fuera tu esclava así como a ella—la rubia le regreso la mirada—Aparte este vestido está perfectamente planchado.

Deberías irte al calabozo por llevarle la contraria a tu superior—dijo la aguamarina con autosuficiencia—Soy mucho mejor que tu.

Ja!... lo dudo mucho, entre usted y yo no hay mucha diferencia—la rubia se acerco peligrosamente a Michiru quien retrocedió—Además recuerda que estoy aquí por ordenes del Rey y si te atreves a mandarme de nuevo al calabozo, me veré en la necesidad de golpear a tus otros guardianes

ERES UNA MALDITA DESGRACIADA! –le grito la aguamarina encerrándose en su habitación.

Se escucharon unos aplausos en el pasillo, lo que llamo la atención de la rubia, quien volteo a ver que a lo lejos se encontraba el Rey Kantaro acercándose a ella. Haruka hizo una reverencia ante el Rey en manera de saludo.

Me sorprende como eres... estás haciendo un gran trabajo en cuidar a mi hija—le guiño el ojo para luego retirarse mientras que la rubia regreso a su habitación.

Aun no entiendo bien que es lo que pretende el Rey con que yo cuide a la insoportable de su hija –suspiro la rubia viendo la habitación- Lo único divertido es que no debo comportarme como Princesa.

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Mientras tanto Michiru estaba realmente molesta desde que llego esa maldita guardiana su vida se había vuelto todo un caos: defendía a la servidumbre cada vez que podía que por lo general era casi siempre, la contradecía en todo porque nada de lo que hacía le parecía correcto y sobre todo... era una persona tan cálida y atractiva que en menos de una semana se había metido tan dentro de ella... y por esa razón más la odiaba.

No la soporto más... quien se creer que es... aquí la única princesa y la que tiene el poder después de mis padres... soy solamente yo... ella no puedo hacer nada en contra mía –dijo Michiru para sí misma—Es una altanera, grosera, no respeta las normas, atrevida, rebelde... pero también es guapa, dulce, amable, educada, parece todo un príncipe... que tonterías estás diciendo Michiru es solo un guardián de pacotilla más... un inútil más del montón... y muy guapo.

Así la princesa se paso todo el día y gran parte de la noche reprendiéndose a sí misma por estar obsesionada con un tonto guardián como lo era Haruka, la rubia era inferior a ella de eso no había ninguna duda pero por estar con su conflicto mental se quedo profundamente dormida hasta que a eso de las tres de la madrugada un sonido la despertó, le molesto saber quién podía estar a esa hora interrumpiendo su hermoso sueño que tenia con la rubia.

El Guardián del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora