Capítulo 1

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El tintineo de una aguda campana hizo que parara de dar indicaciones al pajarito con quien hablaba. Su oído percibió el sonido viniendo del sur, y de inmediato alzó la voz.

—¡Alva!

Una avecilla blanca, con plumas rubias en las alas y en la cabeza, se le acercó entonces, lista para recibir sus órdenes con una expresión de fastidio. Sonrió al instante, sabía que Alva odiaba tener que reemplazarlo, pero lo hacía muy bien, era la única capaz de lidiar con todo el estrés.

—Tenemos correo especial, encárgate de ellos en lo que regreso, ¿si?

Esta asintió con firmeza, y le agradeció por lo bajo antes ir a alistarse para salir. Se dirigió a lo que se podría llamar su habitación, en realidad era una oficina pequeña con sus pertenencias, o algún archivo o cosa importante, como era su uniforme.

Jesper no hacía el trabajo pesado en sí, se encargaba de dar órdenes y dirigir. Se concentraba más de esa forma, llegaba a más gente pues no tenía que ocupar su mente en llegar a un lugar en específico y retrasar un montón de entregas. Por esto mismo se permitía no usar su uniforme con el fin de no ensuciarlo, era muy torpe y se creía capaz de arruinar un traje tan maravilloso.

Admiró el atuendo colgado frente a él por un momento. Era similar al de un cartero antiguo, excepto que estaba hecho de un material más grueso y suave color blanco, acompañado de vuelos que terminaban las mangas y el mismo abrigo. Tenía una flor dorada terminando en cuello, y los botones del traje eran del mismo color que esta. Sus zapatos tenían un poco de tacón, y eran acompañados por pequeñas alas decorativas a la altura del tobillo. Podía parecer femenino para esta época, tal vez hasta para la suya por los vuelos del uniforme, pero a él no le podría importar menos. Le gustaba lo bonito, y su uniforme era bonito.

Se puso el uniforme prenda por prenda, y al terminar de fijar su sombrero, se dio una última mirada en su espejo y sonrió. Tomó su bolso de entregas, el cual tenía dentro algunos papeles para rellenar en los envíos, unas plumas para escribir y tinta para estas mismas. Era anticuado tal vez, pero para él eran mucho más fáciles de reponer que un lapicero.

Se abrió paso entre cientos de palomas que salían y entraban rápidamente por las puertas del palacio, y siendo dirigido por más silbidos del lugar de origen partió al lugar. Se acercaba a la gran isla de Australia, sabiendo a quien se iba a encontrar, y se resbaló por un agujero que se generó al segundo en el que pisó tierra. Gritó por instinto hasta que tocó tierra firme de nuevo, llegando a los pies del mismo Conejo de Pascua. Formalmente, el guardián de la esperanza.

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—Entonces, esta va para el guardián de los recuerdos, está para el guardián de la diversión, está para el guardián de los sueños, y está para el guardián del asombro, —señaló paquete por paquete— ¿cierto? ¿Ningún error?

Jesper veía al conejo, quién podría considerar un amigo de no ser por lo mal que ambos se trataban en situaciones más casuales. Algo en él se veía más calmado, y le extrañaba, porque él siempre había sido muy agresivo. Siempre estaba a la defensiva.

—Correcto. ¿Necesito firmar algo o...?

—Si, si. Justo aquí — le extendió sus papeles — Y, ¿cuál es la ocasión?

Tentó su suerte, aprovechando su buen humor. Tenía curiosidad, después de todo, era muy inusual que el conejo de Pascua entregara paquetes a sus compañeros.

—Ah, no, nada importante. Son sólo detalles... Por eventos recientes.

Detalles. Eso avivó su curiosidad aún más. Se lo esperaba de Toothiana tal vez, pero definitivamente no de él. Además, ¿que clase de eventos podrían hacer que quiera dar regalos? Sólo hubo un suceso reciente, y no creía que fuese por eso, pero nada perdía por preguntar.

—¿Te refieres a lo de Pitch?— soltó dubitativo.

Pareció sorprenderlo con la pregunta.

—No sabía que era un hecho conocido. Aunque tiene sentido...

—Oh, no, no lo es tanto— lo interrumpió— Es solo que de pronto los niños ya no querían escribir entre ellos, era un estado de depresión total, ¡debería ser algo conocido!, pero los demás espíritus no trabajan todos los días del año, ¿sabes?

—Los que tenemos un día festivo sí trabajamos todos los días del año,— su tono se volvió agresivo,— sólo que no salimos al mundo cada día.

—Y por eso es que nunca se enteran de nada. — rió al notar la evidente molestia en el otro, y decidió cambiar de tema antes de que su actitud escale  —¡Adivina qué! Es la primera vez que envío un paquete al guardián del asombro.

Y era cierto. Lo habría visto a la distancia, con las justas lo había saludado con la mano en alguna ocasión, pero ni siquiera había tenido una conversación con él. Claramente, el guardián frente a él estaba confundido, y tenía razón de estarlo.

—¿En serio? No te creo, ¡él es como, el guardián más viejo!

—Lo sé, es extraño, ¿no?—rió, alejando su mirada— Pero él tiene su propio servicio. Tiene que recibir muchas cartas por navidad, después de todo.

—Uno pensaría que tú lo ayudarías en eso.

Algo muy dentro suyo se movió, y cierto sentimiento de añoranza se instaló en lo más profundo de su ser. Esta sensación lo tomó desprevenido, pero no quería atraer la curiosidad del conejo, así que se dio la vuelta.

—Ya lo creo. — rápidamente se excusó —Bueno, me retiro, conejo.

—Te veo luego, cartero—un tono de burla molesta acompañó su despedida.

Con esta última oración, tomó vuelo y se alejó por el mismo túnel por donde entró, aún sacudido por su repentina conmoción.

Algo le faltaba.

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Jaja si me tardé en publicar, pero estuve ajustando la trama y no se si se den cuenta, pero cambie unas cosillas del prólogo. No tienen que volverlo a leer, en realidad creo que solo cambié a Márgu por Alva, ella va a aparecer en la historia después:)

Y eso! Hope you liked it!

PastTomorrow out!

Espíritu de Paz ;; RotG , KlausDonde viven las historias. Descúbrelo ahora