Capítulo 9

937 137 17
                                    

La mañana siguiente, Jesper fue quien despertó primero. Admiró a su amado dormir, sus facciones relajadas por completo le daba una sensación de calma. Ojalá pudiera despertar todos los días a su lado, estaba seguro de que si no fuera por sus agitadas vidas, así sería. Pero por lo menos lo tenía ahí mismo, y posiblemente para el resto de la eternidad si así se daban las cosas.

Además, tampoco es que necesitaran dormir. Hasta ahora, solo lo hacían para relajarse. La noche anterior había sido la excepción, estaban agotados por todo lo que hicieron.

Con mucho cuidado se levantó de la cama, y recolectó sus prendas previamente abandonadas en un rincón de la habitación.

Había descubierto que no solo eran similares a la de Norte estéticamente, sino que también tenían la misma fábrica. O por lo menos, telas similares. Era extraño.

Colocándose las prendas, solo podía preguntarse qué rayos haría. Incapaz de hacer su propia trabajo e incapaz de ayudar con el trabajo de Norte por no poder hablar con los yetis. Se preguntaba si Norte siempre fue capaz de hablar con los yetis, no le parecían criaturas tan navideñas después de todo.

Salió de la habitación en cuanto de terminó de vestirse, dirigiéndose a la oficina de Norte con esa duda en su cabeza. Si no era parte de sus habilidades innatas como guardián, entonces tuvo que aprenderlo y hacer apuntes sobre el idioma, y ojalá fuera así porque Jesper necesitaba tener algo en que ocupar su mente hasta que tenga una pista sobre el porqué de su transformación.

Una vez ahí, rebusco entre sus libros, leyendo por encima, para evitar leer cosas que no debería, buscando alguna oración que indique sobre el lenguaje. Diarios que Norte había escrito hace muchísimo tiempo, notó por lo amarillento y polvoriento de las páginas que no se habían descompuesto seguramente por protección del guardián. Estando a punto de rendirse, vislumbró una oración que mencionaba la pronunciación de la palabra navidad.

Huh. Hasta que por fin.

Examinó el libro, dándose cuenta de que ese era el que Norte usó mientras aprendía el idioma, menos mal su amado era organizado y sólo le destinó ese uso, realmente no hubiese querido toparse con algo personal. Entusiasmado comenzó a leer y practicar en voz alta, siendo su lenguaje meramente oral, debía hacerlo.

Debió alzar mucho su voz, pues pronto sintió un par de ojos observarlo desde la entrecerrada puerta. Alzó su mirada a ver quién era, y ahí estaba un yeti pequeño de pelaje rubio. Al ser descubierto, el yeti gruñó tiernamente y entró a la habitación por completo.

—Oh, hola pequeño.

Volvió a gruñir, pero con una expresión un tanto fastidiada ahora.

—¿Pequeña?

La yeti asintió satisfecha y se le acercó, asomándose a leer la página que tenía abierta. En ella, se explicaba las diferentes posiciones en la que la lengua debía estar para hacer diferentes fonos*. Jesper había hecho lo que el libro decía, más no recordaba haber escuchado tales sonidos de los yetis, estaba fallando en algo y no sabía en qué. Su nueva compañera comenzó a imitar los sonidos, ahora bien pronunciados e hizo un gesto a Jesper para que la imitara.

Su mañana pronto estaba llena de constante prueba y error para el lenguaje. Cuando vio en reloj de pared de la oficina acercarse a las nueve de la mañana, decidió que necesitaban descansar.

—¿No quieres ir a la cocina por chocolate?— preguntó Jesper.

Mientras la yeti asentía energéticamente, dejó el libro sobre el escritorio. La tomó de la mano, y juntos salieron de la habitación.

Espíritu de Paz ;; RotG , KlausDonde viven las historias. Descúbrelo ahora