Envuelto en mantas y con la mirada distante, Jesper parecía no estar nada cerca de parar de temblar.
Yetis cerca de la zona escucharon su grito y lo llevaron hasta la habitación de Norte (¿Klaus?), y a pesar de que el guardián haya intentado ayudarlo a calmarse, no tuvo mucho éxito. Lo único que Jesper logró soltar era que le trajeran un espejo, y ahí estaban los dos, esperando sin más.
Tenia motivos para estar tan intranquilo.
Como espíritu, siempre podía obtener direcciones e imágenes de los niños que debían recibir sus plumas desde su mente. Cuando no se ocupaban de eso, quedaban de fondo en su cabeza, siempre presentes y por momentos ignoradas. Había aprendido a pensar con claridad a pesar de esto, pero por supuesto cuando se ensimismaba, todos sus pensamientos terminaban siendo demasiado y gracias a esto era susceptible a los ataques de pánico.
Y ahora, no escuchaba nada.
Debería ser capaz de manejar mejor sus emociones, pero ¿cómo hacerlo si parecía que había desbloqueado su pasado y a cambio se le había arrebatado todo su presente?
Tal vez en sus recuerdos habrían respuestas.
Repasaba aquellas escenas que pasaron tan rápidamente por su cabeza. Aquellas parecían ser protagonizadas por alguien completamente distinto a él, aunque tenía claro que eran recuerdos de su vida.
Definitivamente era alguien más... Confiado. Pícaro.
Jesper podía actuar de tal manera, pero sabía muy bien que realmente era más neurótico que cualquier otra cosa.
¿Entonces?
...
Un recuerdo en específico parecía conectarse con lo que le pasaba ahora de alguna forma. No lo tenía claro, pero algo le decía que estaba relacionado con lo sucedido.
Estaban Klaus y él almorzando en una mesa. Sus entornos eran difusos, y aún así la imagen del hombre frente a él era clarísima.
—Sabes—, se escuchó a sí mismo decir, —A veces extraño los vestidos.
Klaus alzó su mirada del plato. Su propia vista bajó hasta su comida, y observó sus dedos juguetear con la cuchara.
—Recuerdo que mi padre tuvo que desaparecerlos, porque no los quería dejar de usar después de los siete...
Una risa escapó de sus labios, y alzó la mirada para ver al otro.
—¿Puedes imaginarlo? Todos los otros hijos de déspotas, ya con sus elegantes trajes y pantalones y yo entre ellos con un vestido a mis plenos diez.
Frente suyo, Klaus sonrió cálidamente, una pizca de confusión siendo notoria.
—¿Por qué no los vuelves a usar?
No le respondió. Es más, parecía haberse quedado pensativo, pues ambos continuaron comiendo sin más.
—¿Paz?
Interrumpiendo su recuerdo, Norte sostenía un espejo frente suyo. La parte posterior, sin reflexión, le daba la cara, y sintió ansiedad ante la idea de por fin verse. Sentir un cambio físico es muy distinto a tener la certeza de lo sucedido. Y le asustaba admitir que algo le había pasado, pero no podría ignorar la realidad por mucho. Subió su mirada hasta los ojos de Norte lentamente, intentando prepararse para lo que vendría, y asintió con la cabeza como señal para que volteara el espejo.
Y así lo hizo.
Mirándolo de vuelta, se veía a si mismo, pero completamente distinto. Para empezar, su uniforme había desaparecido por completo. Llevaba puesto un vestido, sí, pero también un saco largo. El conjunto hacía juego al atuendo de Norte, a decir verdad, y eso hacía aun mas confusa la situación.
Segundo, no estaban sus alas. Sus bellas, prominentes y amarillentas alas. La base de su trabajo como espíritu.
Respiró profundo, apartando la mirada del espejo. Se cubrió la boca y apretó sus párpados, tratando de evitar entrar en desesperación.
Qué. Rayos. Había. Pasado.
El espejo se apartó de él, Norte colocándose en su lugar sin atreverse a tocarlo. Inhaló con fuerza, apartando su mano de su rostro y pasándola por su cabello en vez.
Volteó a ver a su amado, sintiéndose incapaz de hacer nada y lleno de miedo.
—¿Qué está pasándome?— su temblorosa voz preguntó, como si Norte tuviera la respuesta a eso.
Se lanzó sobre él, abrazándolo con todas sus fuerzas. Buscando seguridad, buscando alguna distracción porque sentía que el cambio era demasiado para él. Sintiendo dos brazos apretándolo, sólo pudo aferrarse a las prendas de Norte.
Pronto sus pies no tocaban el suelo, aparentemente Norte había decidido moverlo y lo dejó hacerlo. Necesitaba confort, y lo que sea que se le ocurriese a su pareja, estaba seguro que le ayudaría.
Con sumo cuidado, Norte lo recostó sobre su cama, encima de las gruesas mantas con las que el guardián solía dormir. Él se echó junto a él, y continuó abrazándolo, haciéndole caricias en su espalda.
Jesper lo vio a los ojos, una sonrisa apologética acompañándolo. Sentía el estrés disolverse en cansancio, cansancio extremo que hacía que sus párpados se sintieran más y más pesados.
Hasta que ahí, acurrucado entre los brazos de Norte y sus sábanas, se quedó dormido por primera vez desde su muerte.
Y tal vez cuando despierte, las cosas tendrían sentido.
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Durante el siglo XIX, los niños varones usaban vestidos hasta los 7 años. A eso va ese recuerdo de Jesper. Lo digo para que tengan contexto:)
Había olvidado publicar un dibujo que hice hace tiempo de Jesper con su uniforme, lmao. La imagen completa con mejo calidad está en mi Tumblr, el link está en mi perfil 👀👀
Anyway espero que hayan pasado una bonita semana!
Hope you liked it!
PastTomorrow out!
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Espíritu de Paz ;; RotG , Klaus
FanficJesper está contento con su vida después de la muerte. Sin embargo, cuando conoce a Norte, se da cuenta que algo le hace falta a su vida. [Klausper]