Jesper se halló frente a la fábrica nuevamente. Sentía el frío del ambiente, pero su cuerpo estaba ardiendo. Estaba sudando demasiado, nervioso por cómo podría salir todo.
Respiró. Tenían química. No sé iban a quedar sin qué hablar, y no había forma de incomodar a Norte. Todo estaría bien.
Tocó la puerta, y unos minutos después vio al mismo yeti que lo recibió la última vez detrás de esta.
—¡Buenas tardes! Seguro me recuerdas, he recibido una carta del guardián del asombro, así que si me pudieses guiar hasta él te lo agradecería mucho.
El yeti gruñó, quejándose de alguna cosa que a su nerviosa mente poco le importaba en ese instante. Optó por volar alrededor de la criatura en cuanto lo empezó a guiar, asomando la cabeza en las puertas que pasaban.
Era impresionante lo grande y amplio del taller, pensaba, cada habitación estaba organizada y tenía a yetis trabajando intensamente. El que lo acompañaba gruñó para llamar su atención, y se dió la vuelta para encontrarse frente a una puerta.
—Muchas gracias, buen hombre— se retiró el sombrero mientras hacía una leve reverencia— te puedes retirar. Chau, chau.
Le hizo un gesto de despedida con la mano, y el yeti, extrañado, sólo se retiró con lentitud. Jesper se quedó en la puerta, viéndolo alejarse, hasta que por fin desapareció del pasillo. Entonces se preparó mentalmente para su encuentro, y tocó la puerta suavemente.
Lo recibió Norte, mucho más arreglado que la última vez que lo vio. Suspiró y se sacó el sombrero, saludando al hombre con una pequeña sonrisa adornando sus labios.
—Hola—comenzó, entrando a la habitación apenas Norte se lo permitió—, me alegro que hayas escrito.
Dio un rápido vistazo a la habitación antes de volver su mirada al mayor. Era pequeña y muy acogedora, habían velas iluminando todo y logró ver una mesa pegada la ventana frente suyo, por la cual se veía la nieve caer constantemente. No pudo ver detalles, pero para él era perfecto.
—Mm, dije que lo haría, ¿no?
Se acercó a un perchero al lado de la puerta, con intenciones de quitarse el saco, pero Norte se le adelantó a eso y puso sus manos sobre él para quitarle la prenda. Dio un respingo, la intimidad de la acción tomándolo por sorpresa.
—Gracias— murmuró Jesper, quedándose sin aliento de repente, mientras que Norte tomaba el sombrero de sus manos lo colgaba en el perchero.
Había tenido que hacerse un conjunto más elegante para lo que llevaba debajo del saco, pues normalmente solo usaba lo que llevaba puesto todos los días y esas prendas ya estaban gastadas. Usaba una camisa manga corta de seda, que mostraba un poco de su pecho. Nada descarado, realmente, y agradecía que la habitación tuviera calefacción pues si no estaría muriéndose de frío.
Norte lo tomó del brazo para llevarlo hacía la mesa. Habían cubreplatos de plata escondiendo la comida, copas vacías y una botella de vino hundida en un cubo con hielo. Al centro, un pequeño arreglo floral que parecía usar los mismos colores que Jesper usaba normalmente.
Sintió su rostro calentarse, todo eran tan... Formal. Tan considerado, tan anticuado, y tan romántico. Tal vez era demasiado perfecto, se preocupó, comenzando a sudar de nervios. Discretamente se secó las manos en el pantalón, y se volvió a ver al mayor.
En cuanto Norte volvió con él, se sentaron frente a frente y quitaron sus respectivos cubreplatos, revelando lo que solo podría describir como algo similar a los ravioles, se veían deliciosos. Ligeramente emocionado, probó del platillo y jadeó ante el sabor.
ESTÁS LEYENDO
Espíritu de Paz ;; RotG , Klaus
Fiksi PenggemarJesper está contento con su vida después de la muerte. Sin embargo, cuando conoce a Norte, se da cuenta que algo le hace falta a su vida. [Klausper]