Por encima de las nubes, su palacio aún seguía abarrotado de aves que iban y venían.
Jesper volada de un lado a otro, una bandada siguiéndole el paso. Ave tras ave se retiraba a la par que lanzaba direcciones que realmente no terminaba de procesar, terminando de revisar que cada área de su palacio este funcionando como debería.
—¿Terminaste tu quinta revisión, Jesper?—dijo Alva.
Voló hasta su mano y picoteó el anillo en su índice como recordatorio.
La ave seguía teniendo la misma actitud después de algunas décadas. Y él aún la quería igual, a pesar de ser un fastidio.
—Esta bien, entiendo, ya me voy. — anunció.
Lanzó un par de direcciones más antes de encargar el grupo a Alva, y se retiró a su habitación. No era tan nueva, pero no podía evitar sentirse fuera de lugar. Se acostumbraría pronto.
Tomó su uniforme, y tras tomar varias prendas de su armario y empacarlas, salió en dirección al polo norte. Su amado debería estarlo esperando, después de todo.
Apenas puso un pie dentro de la fábrica, un viento lo envolvió por completo y ya se había transformado. Se había familiarizado con la sensación después de varias veces de sufrirla.
Encargó su maleta a uno de los yetis, y se dirigió a la sala principal de la fábrica. Ahí se hallaba Klaus en medio del salón, entre el habitual caos de diciembre en la fábrica.
—¡Bueno! ¿Que área necesita más apoyo?— Jesper interrumpió la charla de Klaus y un yeti.
Se acercó hasta él para plantarle un beso como saludo, una sonrisa discreta acompañándolo en cuanto se apartó.
—Me preocupa el área de pintado. Van ligeramente retrasados y...
—¡No digas más!— interrumpió Jesper —Yo me encargo, grandote.
Se dió la vuelta en su mismo sitio con la intención de retirarse.
—Gracias, te amo— dijo Klaus casualmente antes de regresar a lo suyo.
Deteniéndose en su sitio, Jesper se volteó a verlo. Debería estar acostumbrado a esas palabras. Klaus las repetía a menudo. Pero no. Siempre era especial.
—Yo también— musitó y continuó su camino.
Miró a su alrededor, los yetis trabajando de un lado a otro, los duendes embutiendose galletas, y algunas avecillas que gustaban de acompañarlo cada que venía aquí.
Sus dos trabajos eternos, rodeado de criaturas y personas profundamente buenas, le eran encantadores.
Finalmente se sentía completo.
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Espíritu de Paz ;; RotG , Klaus
أدب الهواةJesper está contento con su vida después de la muerte. Sin embargo, cuando conoce a Norte, se da cuenta que algo le hace falta a su vida. [Klausper]