Zafiro.

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JeongIn se encontraba escabulléndose a su habitación, tratando de que nadie pudiera oler sus feromonas, lo cual era literalmente imposible. Aquel olor a almendras y fresas era inconfundible.

—JeongIn! Dios mío.— su madre se abalanzó sobre el omega, abrazando a este como si no hubiera mañana.

—Estoy bien, mamá.— dijo el menor, pues suponía que sus hermanos le habrían dicho a su familia que lo habían devorado.

—Dios mío, que bueno que lograste escaparte a tiempo. Mi pequeño.— esta dejó varios besos en todo su rostro. De su familia, su madre era la que más se preocupaba por el.

—Si, escaparme.— susurró, pensativo. Sus hermanos lo miraban desde lejos, los tres alfas mirándolo con recelo e indiferencia.

Una vez terminó con su madre, se dirigió a su habitación, en donde decidió recostarse y mirar al techo, pensando en aquel híbrido que le había dejado una gran curiosidad en su interior.

¿Que hacia un león en las profundidades de un bosque? Definitivamente aquel alfa estaba muy lejos de casa. No solo quería averiguar el por qué estaba allí, si no, también debía vigilar su hogar, debía estar seguro de que aquel felino no fuera una amenaza. Después de todo, era su bosque, debía protegerlo, incluso si eso no estaba en el.

Suspiro, sus hermosos ojos azules brillaban, dándole un toque angelical al menor.

Sus orejitas de lobo aparecieron, al igual que su cola. Su piel era pálida, se podían ver las venas en esta. Su pelaje era blanco como la nieve, lo cual resaltaba sus hermosos ojos.

JeongIn era un omega hermoso, la mayoría de los alfas querían pedirle su mano en el matrimonio, más sin embargo, el omega no quería eso. El no quería ser simplemente un ama de casa y una incubadora de cachorros, el quería vivir, ser libre.

Sabía que tenía todo lo que un alfa quisiera, su piel era suave, sus muslos gruesos y lechosos, perfectos para cualquier alfa, a los cuales les gustaba morder y agarrar allí en la hora de su celo.

Más sin embargo, no le gustaba ningún alfa. Ninguno de su manada generaba alguna reacción en su omega o en su propio cuerpo, era extraño. Comenzaba a creer que no le gustaban los alfas, tal vez se iría con un beta o hasta un omega, realmente le daba igual.

El minino volvió nuevamente a su mente, aquella hermosa melena acaramelada, sus ojos color ámbar con pequeños rayos dorados. Sus gigantescas patas y garras que lograban aterrar a cualquiera, por algún motivo JeongIn quería admirar al león el día entero, le parecía tan etéreo.

El debía volver a verlo, debía apaciguar aquella pequeña chispa que crecía en su interior.

El menor quito sus ropas y decidió colocarse una pequeña bata blanca hecha de tela, debajo de esta se podía ver su lindo torso desnudo. También tenia unas medias blancas del mismo color de la bata, estas llegaban a sus rodillas. Sus lindos ojos color diamante brillaban, expectantes.

—Nos volveremos a ver, Chris.— sonrió para si mismo, ocultando su rostro en una pequeña almohada.

El alfa corría hacia su cueva, realmente ansioso

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El alfa corría hacia su cueva, realmente ansioso. Aquel omega había alterado sus hormonas y no sabía el por qué se encontraba emanando feromonas como si fuera un alfa adolescente. Gruñó molesto.

Una vez llegó a su cueva y se encontró con la bonita imagen de su hermano jugando con ambos cachorros frente a la fogata, sonrio. El pelinegro se encontraba en su forma humana, mientras que ambos niños seguian siendo unos pequeños leones. Realmente no podrían cambiar a su humano hasta que cumplieran al menos un año.

—¡Chris!— ambos pequeños corrieron hacia el alfa, quien ya no era un león. Tomó a los pequeños mininos en brazos y gruño cariñosamente al ser lamidos por estos.

—¿Están bien?— preguntó el alfa, dejando a los cachorros en el suelo.

Hyunjin asintió.

—Estamos bien.— comenzó a olfatear el aire. —Huele a... perro?— preguntó el menor, extrañado.

—Larga historia.— respondió el alfa.

—Tengo todo el día.—

El alfa se sentó al lado del menor y comenzó a relatarle todo lo que había pasado en cuestión de horas, el pelinegro sonrio divertido a la vez que observaban a ambos cachorros jugar fuera de la cueva.

—Te gusto el lobito, hermano? — preguntó HyunJin con sorna.

—Cierra el hocico.— el menor estaba a punto de responder, pero ambos se pusieron alerta al escuchar a uno de los cachorros lloriquear, herido. Chris corrió fuera de la cueva, encontrandose con el cachorro varón tirado en el suelo lamiendo su patita.

—¿Que paso, MinGrui?— preguntó el alfa tomándolo en brazos. El minino no solía hablar a menudo, realmente era muy callado.

—Se a tropezado con una piedra, su pata se quedó atorada, la saqué como pude.— respondió YuJin.

—Está bien, no luce tan mal. Vayamos adentro, ya va a anochecer.— todos asintieron.

Chris se encargo de lamer la pequeña herida del pequeño, buscando sanarla.

—De ahora en adelante con cuidado, esta bien?— ambos cachorros asintieron.

Una vez todos estuvieron tranquilos, Chris se encargó de echarle un poco más de leña a la fogata, para que así no tuvieran tanto frío en la noche.

Se acosto en el suelo, su hermano menor se pego un poco a el, al igual que los cachorros, MinGrui dormía sobre su panza y YuJin dormía en su lomo. Hyunjin... HyunJin dormía en todas partes.

Extrañaba tanto a su manada, extrañaba tanto a sus hermanos, a su familia, a todos.

Suspiro buscando calmarse, más sin embargo gruñó al oler un aroma a tierra mojada. Conocía aquel olor, estaba comenzando a odiarlo.

Escucho algunos aúllos a lo lejos, no pudo evitar acercar a los niños y a su hermano hacia el, protegiéndolos.

Los lobos salieron a cazar.

—//—Holaaaa, espero y les esté gustando la historia

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Holaaaa, espero y les esté gustando la historia. 💕

Dangerous (ChanIn SKZ) PAUSADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora