Serendipity

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Habían pasado tres días desde que comenzó a soñar con ella. Era tan absurdo que ni él lo creía, estaba completamente negado a aceptar que quería saber algo de aquella chica con la que a penas compartió palabras aquel día. Buscaba razones lógicas y eficientes para sus pequeños encuentros oníricos con la pelirroja, pero era innegable que siempre terminaba en la misma dirección.
La razón más lógica era que deseaba conversar con ella, después de todo, ambos eran científicos.

Solo aparecía en sus sueños, de forma tan nítida que cualquiera hubiese pensado que sus encuentros eran reales. Pero cuando estaba despierto, no la pensaba, ni aquel nombre cruzaba sus pensamientos. Se concentraba totalmente en sus proyectos científicos para poder ir en busca de la petrificacion de Tsukasa. Ese era el objetivo principal...

— En tres días será el festival de Octubre, ¿No estás emocionado? — Preguntó ingenuo el castaño de Taiju. Después de todo él era el más emocionado por sus planes con Yuzuriha.

Senku suspiró pesadamente enarcando una ceja.

— Estoy tan emocionado que podría morir. —Dijo con sorna mostrando su típica media sonrisa.

— Ahora que lo recuerdo... Nunca te he conocido a alguien que te interese en ese aspecto. —Los ojos de Senku se concentraron en colocar un par de bobinas en un aparato metálico con diferentes incrustaciones de cobre y oro.

—No me interesa, las relaciones son lo más problemático que existe, además que estando bajo los efectos de la dopamina, la oxitocina y la serotonina te hace un efecto similar al de estar ebrio, y eso es completamente ineficiente. —Exclamó orgulloso de su control emocional.

—Si eso te hace feliz entonces creo que está bien para mí. -—Taiju sonrió de forma animada mientras se llevaba  un costal de semillas para la agricultura.

Senku no quiso seguir pensando en esas cosas, comenzó a revisar las tareas de los aldeanos confirmando que eran eficientes, y evidentemente les daba cierto apoyo moral como sólo él sabía hacerlo. A pesar de no querer conversar de aquel tema, dos idiotas hacían lo posible para sacarlo de sus casillas.

—Escuché otra vez que Senku estaba llamando a aquella chica Shiho, será porque tiene muchísimas ganas de verla... —Dijo en voz alta el científico Chrome.
Ginro, quien estaba a su lado observando fijamente a Senku de espaldas también le siguió el juego causando que a Ishigami le saltará una vena en su frente por la frustración.

—¡Callense par de idiotas! —Gritó Senku exasperado. Le habían estado irritado todo el día, sencillamente estaba harto.

Ellos callaron y se alejaron de donde se encontraba, después de todo no querían ser rociados por algún ácido que solo el ojírojo conocía.
No era secreto de nadie que Senku estaba irritado, frustrado y su buen humor se había ido entre sus dedos como si fuese agua.

Quizá era el peor momento para que Kohaku tuviese un presentimiento. Ante los ojos de la joven, Senku jamás se había comportado de esa manera, normalmente dejaría que hablaran hasta que estuviesen cansados, pero ahora era diferente y eso abrumaba el corazón de la rubia.

Un hecho innegable que existía en la aldea Ishigami, era que desde que lo conoció, Kohaku comenzó a sembrar un sentimiento hacia el científico. No sabia a ciencia cierta si era admiración, respeto o amor...
Pero era tan intenso que hacía que su corazón latiera con una fuerza abrumadora.

—Senku... ¿Quién es esa chica Shiho? —La voz de la rubia era ligeramente temblorosa, tenía miedo de escuchar algo que pudiese herir sus sentimientos.

—Realmente... No es de tu incumbencia. Y sinceramente de nadie, me han colmado la paciencia a niveles increíbles. Solo déjenlo y ya. —Suspiró exasperado mientras dejaba sus materiales sobre la mesa y llevaba una de sus manos hacia su rostro.

Kohaku se mordió el labio inferior, comenzaba a cuestionarse las razones de por qué se comportaba de esa manera. Es decir, nunca la había tratado tan hostil, normalmente siempre era en los límites del humor, pero ahora sí se había sentido desagradable.

No era eficiente molestarse y comenzar una discusión ahí mismo, por lo que simplemente tomó un par de cosas y salió a caminar a las afueras de la aldea. Necesitaba estar solo.

—¿Por qué todos están jodiendo con lo mismo? Desearía nunca haber soñado con ella. Es decir, ¿Qué mierda? Ni si quiera eramos amigos, es totalmente ridículo. — Exclamó mientras caminaba por el sendero que iba en dirección hacia el ex imperio de Tsukasa.

Tsukasa.

"Petrificarlo es la razón de por qué estamos haciendo esto, no debo distraerme... " pensó el científico dando un suspiro profundo. Estaba agotado mentalmente gracias al estrés que le causaban sus amigos. Había elegido la opción más eficiente, para dar el 10 millones por ciento en sus proyectos debía despejarse totalmente de cualquier cosa que pudiese perturbar su mente.

Bajó la mirada hacia el sendero un tanto más tranquilo y relajado, sin embargo notó que a unos 200 metros de su punto se encontraba rasgado un árbol, a simple vista parecía un rasguño cualquiera, pero el ojirojo notó que en la otra cara del árbol había otro rasguño, mientras lo veía de perspectiva notó también que desde cierto ángulo los rasguños se juntaban dando la imagen de una flecha que daba hacia el interior del bosque.

Aún no anochecia, eso pasaría dentro de un par de horas; fue entonces que Senku pensó que quizá Tsukasa sabia algo más. Quizá alguna pista sobre la petrificación o sobre aquel hombre del Why.
Sin dudarlo comenzó su camino adentrándose al bosque siendo guiado por las flechas angulares que su viejo amigo le había indicado muchísimos meses atrás de forma inconsiente. Estaba seguro que aquel camino de flechas era obra de Tsukasa, solo él haría algo como esto, quizá teniendo en mente que en algún momento él científico se encontraría en esta misma situación.

Pasó una hora de camino, era demasiado profundo en el bosque, agradecía que hubiese un camino del cual volver. De por sí, aún no estaba del todo acostumbrado a la modificación geográfica que habían estado trazando desde el globo aerostático con Ryusui, así que intentaba recordar puntos específicos.

Después de su larga caminata notó que las señales se había detenido específicamente en un estanque lo suficientemente grande como para ser alimentado por un desnivel que había originado una cascada. No entendía por qué Tsukasa lo había guiado hasta aquí. Buscó alguna pista que diese con el secreto del castaño, y aunque tomó bastante tiempo pudo deducir algunas señales que había dejado plasmadas en piedra, cerca del desnivel.

Las señales lo guiaban a la parte trasera de la cascada, tenía que cruzar aquella cortina acuifera, pero cual fue su sorpresa al notar que en realidad la misma estructura de la cascada daba hacia un pequeño pasillo que te adentraba a una cueva interna.

—Tsukasa, más te vale que lo que tengas ahí dentro valga la pena... —Murmuró para sí mismo mientras dejaba relucir esa media sonrisa típica de él.

El científico se adentró a aquella cueva, agradecía que tuviese un pedernal con el cual creo una antorcha improvisada.
En su pequeño trayecto al interior de aquella cueva comenzó a cuestionarse sobre el por qué Tsukasa se había dado la molestia de trazar un camino hasta aquel lugar.
Al final de cuentas no era un camino que cualquiera podía deducir, sino que únicamente él científico. ¿Era una especie de tarea encomendada incluso cuando eran rivales? ¿Tsukasa había planeado esto al pensar que Hyoga lo traicionaría? Todo era tan jodidamente confuso.

Cuando entró completamente al lugar tuvo que sostener con fuerza la antorcha para no dejarla caer. Estaba impactado. Sentía que la vida le estaba jugando una mala broma.

Era imposible que Senku Ishigami no tuviese aquella expresión de sorpresa al ver la estatua petrificada de Shiho Asakura dentro de aquella cueva.

Esto debe ser una jodida broma... Pensó el científico.

Dopamine |  Dr. StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora