Supernova Ia

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Su respiración se volvió sutilmente irregular, se encontraba aturdido y confundido. ¿Por qué Tsukasa estaba ocultando a Asakura Shiho? ¿La conocía...? ¿De dónde se conocen?

Detuvo en seco sus cuestionamientos.

—En primer lugar... ¿Por qué me estoy preguntando esto? Son preguntas que no me interesan.— Murmuró para sí mismo como si tuviese que convencerse de algo.

Observó a su alrededor, y fue en ese preciso momento que notó las flores secas bajo la estatua de Shiho. Entre todas ellas había un frasco de cerámica artesanal.
Al abrirlo, Ishigami Senku quedó aún más aturdido.
Era el líquido despetrificador.

¿Por qué había guardado nital para Shiho? ¡No tenía sentido! Pensó el científico. Sus hipótesis eran descabelladas y sin lógica.
Tenía cientos de preguntas y Tsukasa no estaba para responderlas.
Senku se encontraba abrumado y agradecía a toda su herencia científica que nadie estuviese ahí con él para verlo.

—Realmente no tiene sentido... ¿Por qué? ¿Por qué el nital guardado? ¿Por qué específicamente Shiho? ¿Por qué las flores? —Se cuestionó en voz alta mientras levantaba el pequeño tarro con Nital en sus manos.

Debía haber una pista en algún lado, por lo que debía ser extremadamente minucioso. Sin embargo, no encontró nada.
Su frustración era tal que apretó sus manos con fuerza; y como si fuese toda esta situación una broma del destino quien aprovechaba la mala suerte de Senku se escuchó un craqueteo proveniente del frasco.

Gracias a la presión ejercida en un punto débil de la estructura del jarro comenzó a agrietarse causando que el de ojos carmín se alterara provocando un hilo de eventos desafortunados.
Primero perdió el equilibrio al asustarse del agrietamiento, causando que cayera de bruces hacia atrás, el frasco salió disparado hacia la estatua de Asakura, en donde terminó de romperse completamente el frasco y vertir el Nital sobre su cuerpo petrificado.

—Esto no puede estarme pasando... —Murmuró mientras veía las consecuencias de su mala suerte.

Mientras esperaba a que la joven comenzara a desptrificarse se dio cuenta de algo que pasó por alto. Y era la última expresión en su rostro antes de ser petrificada.

Era de dolor, su expresión era afligida, incluso una de sus manos estaba muy cerca de su mejilla como si ella misma se estuviese limpiando sus lágrimas. Ahora que recordaba, minutos antes de que la humanidad fuese petrificada ella estuvo con él. Fue de las últimas personas que ella vio, y cuando se fue del laboratorio se encontraba bien. ¿Qué habrá pasado en sus últimos minutos para que tuviese una expresión así?

El agrietamiento en la estatua hizo que el científico volviese a la realidad, y no fue hasta que vio que parte del cuello de la joven se vio expuesto que notó que volvería desnuda. La voz de Taiju diciendo que eso haría sentir muy incomoda a la contraria resonó en sus pensamientos haciendo que Senku hiciera una cara aburrida.

—Incluso ahora me sigues jodiendo, grandulón. — Masculló mientras se quitaba la parte superior de su conjunto, era lo suficientemente larga para que ella cubriese su cuerpo, ya que al parecer tenían la misma altura.
Se dio media vuelta para no ver nada una vez que ella se despetrificara completamente.

Por otro lado, Shiho Asakura volvía de su encierro de 3700 años en la oscuridad. Sus ojos ámbar volvían a ver la luz del sol.
Frente a sus ojos un expectaculo digno de ver. Las ondas de luz que entraban por la cortina de agua de la cascada causaban distintas tonalidades de colores, sumando el ambiente rosado del atardecer mientras el firmamento lentamente se alzaba por los cielos tras aquella cortina acuifera, era completamente un espectáculo que deseaba grabar en su memoria, sin embargo al desviar sutilmente la mirada se encontró con un joven a quien no recordaba del todo bien aún.

Dopamine |  Dr. StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora