Combustione

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Disclaimer: Éste capitulo toca temas como el bullying y el suicidio, por favor tengan respeto y discreción. 


Segunda parte

Era un hecho irrefutable que la situación estaba tensa, pero Senku estaba seguro de algo, no la obligaría ni presionaría a hablar. Lo más importante para él en ese momento era que pudiese calmarla, calmar sus demonios internos con algo que ella amara. 

— Hablemos de las estrellas, de la luna y del universo... —Murmuró el ojicarmín con dulzura mientras acariciaba la mano de la joven en la oscuridad, en un intento de reconfortar su alma torturada por quién sabe que cosa que no la dejaba tranquila. 

— A veces pienso... que soy una enana blanca, ¿sabías? —Respondió con tristeza la pelirroja apretando la mano del contrario. — Tan insignificante, tan rota, en realidad no soy nada de lo que alguna vez fui, la luz que emanaba de mi se extinguió y ahora soy solo una agonizante esfera con un mínimo grado de luz esperando por apagarse... 

Senku escuchó atentamente las palabras de la joven, entendía que era una forma en la que ella se sentía segura para expresar sus sentimientos, mediante metáforas interestelares.

—Las enanas blancas están muriendo, ¿pero quién no lo está? Todos estamos muriendo lentamente día con día, minuto a minuto; sin embargo es admirable que incluso en su ultimo momento, las enanas blancas sigan brillando por millones y millones de años. — Murmuró girando sutilmente su cabeza para mirar a la joven por la mínima iluminación que se colaba por las pequeñas ventanas del almacén. 

—¿Pero son realmente necesarias? Es decir... son sólo un estorbo para el universo, no cumplen con ningún propósito en realidad...

—No es así, a pesar de ser figuras celestes que se están extinguiendo constituyen a un gran porcentaje del universo, y sin ellas el cielo nocturno no estaría repleto de estrellas como lo está ahora... —Explico de forma tranquila, con un deje de dulzura enfatizando sus ultimas palabras con cariño. — Son hermosas, e iluminan el cielo de quien las admire... 

Las palabras del contrario causaron un vuelco en su corazón, en un segundo su ritmo cardíaco se había acelerado notoriamente. Era un lenguaje silencioso entre ambos, pero evidente. El cariño y el aprecio en sus palabras era casi palpable, no era necesario que él dijese que la quería de forma literal para hacerle saber que la apreciaba, para saber que ella era importante para él. 
Se sentía indefensa, vulnerable y expuesta, pero no tenía miedo. Por primera vez no tenía miedo, sentía que había más luz de lo habitual en aquel lugar oscuro en el que siempre se encontraba. 

Ella era importante para alguien, para Senku. 
La sensación era como si solo necesitara dar un salto de fe y confiar en que él estará ahí para recibirla con los brazos abiertos. 

— Senku... Yo... —Susurró en un hilo de voz mientras apretaba su mano con fuerza, tenia la ansiedad a flor de piel tanto así que estaba temblando. — Yo quiero contarte algo... —Susurró tartamudeando sin embargo sintió como la mano del científico la acercaba a su pecho una vez que se posicionó frente a ella previamente. 

— Puedes contarme todo lo que quieras, pero no te presiones, ve a tu ritmo... —Susurró de forma gentil mientras la abrazaba y acariciaba su cabello de forma dulce para reconfortarla. No deseaba que ella se rompiera por aparentar ser fuerte, no quería que se presionara y terminara por romper la parte más frágil de ella misma. No quería perderla. — Quiero enseñarte algo antes, sé que te va a gustar mucho. —Murmuró mientras se levantaba y la ayudaba a ponerse de pie. 

Dopamine |  Dr. StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora