𝒯𝓇𝑒𝒸𝑒

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𝕰𝖑 𝖈𝖆𝖒𝖕𝖆𝖒𝖊𝖓𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝕬𝖘𝖑𝖆𝖓

NO PODÍA RESPIRAR, CADA VEZ  que intentaba salir a flote el agua me volvía arrastrar al fondo del rio, no sabía que me estaba desesperando más, el hecho de que el oxígeno no lograba llegar a mis pulmones o que el agua fría se colaba hasta lo más p...

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NO PODÍA RESPIRAR, CADA VEZ  que intentaba salir a flote el agua me volvía arrastrar al fondo del rio, no sabía que me estaba desesperando más, el hecho de que el oxígeno no lograba llegar a mis pulmones o que el agua fría se colaba hasta lo más profundo de mis huesos. No sabían que hacer, el abrigo que me protegía del frio, ahora solo me generaba peso muerto, lo cual era mucho más complicado para que yo pudiera salir a flote, no tenía opción, no tenía como volver a la superficie. Una mano delgada se enredó en mi brazo, sentí como me tiraban, y sin pensarlo dos veces, comencé a tratar de salir, sin importar lo difícil que pudiera ser. Cuando pude ver la luz del sol, solté el aire retenido y me afirme en la superficie de hielo en la cual los Pevensie iban.

—Por un momento te me perdiste— hablo desesperada Susan, mientras me envolvía entre sus brazos para no volver a caer.

—Ni que lo digas— suspire ahogada— creí que jamás podría salir, el agua me arrastraba—jadee, por el cansancio.

sí, bueno— me afirmo Susan— jamás te dejaría caer y mucho menos ahogarte, que haría sin ti, tu eres la única capaz de mantenernos a todos en calma— saco un mechón de su cabello que se había corrido a su cara, mientras nos acomodábamos, lo mejor que se podía— además eres mi mejor amiga, de por si me volvería loca sin ti

No pude evitar sonreír, Sus era lejos una de las personas que más quería en el universo. Era mi otra mitad la mayor parte del tiempo.

Mi vista se volvió al frente, cuando el pedazo de hielo en el que íbamos se tambaleo, el agua nos arrastraba por el rio, no teníamos mucho control de lo que pasaba. Peter intentaba controlarlo con la espada la cual aún seguía enterrada en el hielo, pero era bastante difícil hacerlo con una sola mano, ya que con la otra se encargaba de sostener a Lucy para que esta no fuera a caer al agua. Susan y yo nos apegamos una a la otra, para evitar que la rapidez del rio nos hiciera caer. Los castores nadaban a nuestro lado mientras que nos ayudaban a guiarnos por el rio, en una de las corrientes mucho más débiles, logramos desviar el pedazo de hielo en el que íbamos, para así llegar a la orilla y descasar.

Susan fue la primera en tocar tierra firme con ayuda de los castores, cuando ya estuvo segura me estiro la mano para ayudarme. Me levante con la pesadez del abrigo en la orilla, mientras trataba de estrujar lo más posible el agua que este había absorbido. Susan hacia lo mismo, me gire para ver a Peter, pero al verlo note que Lucy no estaba. Peter me observo consternado, estaba tan pálido que incluso podía parecer perfectamente un fantasma, mi cerebro conecto rápidamente las ideas, no era el frio el que tenía a Peter en ese estado. A su lado colgaba el abrigo de Lucy, vacío, sin ella en él, lo cual solo podía significar una sola cosa; Lucy debía haber caído al rio.

— ¿Qué hiciste? — Grito Susan desesperada, mientras que Peter no dejaba de ver el abrigo— Lucy— volvió a gritar buscando a la menor de los Pevensie.

¹Las Crónicas de Narnia: El León, La Bruja y El RoperoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora