VIII

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Las horas pasaban exageradamente lentas para Bulma, quien seguía encerrada en la habitación, de la casa de Vegeta. El pelinegro no había vuelto a aparecer mas que para darle comida. Era demasiado desesperante el no saber qué hacer, el no tener ni idea de qué pasaría.
Cerraba los ojos y deseaba que, al abrirlos, toda aquella pesadilla desapareciera y ella estuviera en su departamento, tranquila. Pero no, ahí estaba, no importa lo que hiciese, siempre volvía a la misma realidad.

Eran como pasados las nueve de la noche y ella aún no lograba conciliar el sueño,y es que,¿Cómo dormir si fuiste secuestrada y no sabías ni qué mierda hacer? Le dolía la cabeza y los ojos le ardían de tanto haber llorado. Se preguntaba si aquella pequeña obsesión por saber un poco más de él colaboró, de alguna forma extraña a que él mismo la secuestrara y estuviera en ésta situación; tanto que había querido encontrarlo y ahora lo tiene más que cerca, pero no de la mejor forma.

Volvió a suspirar y dejó caer su cuerpo cansado y adolorido sobre el colchón, mirando el techo... La tristeza volvió a ganarle y volvió a llorar, ella no podía.

No es que a Vegeta no le interesase ir a ver a su oji-azul, es sólo que había perdonas que tenía que alejar ya de ahí o sus planes serían frustrados. Él no era idiota, sabía que el comisario,y padre de Bulma, trataría de ingresar a su casa. Él no podía permitir que aquello pasara. Toda la tarde estuvo atento por si se le ocurría entrar, no lo había hecho. Calculaba que lo intentaría en la noche, ya que el hombre mayor pensaría que estaría durmiendo.

Y así era, ya que, a las once de la noche, el señor Brief salió sigilosamente de su auto, muy bien oculto dos cuadras detrás de la casa ajena y se escabulló a la parte trasera, atravesó el descuidado jardín y llegó a la puerta de emergencia. Sorprendentemente y para beneficio suyo, la puerta estaba abierta. A tiendas,en la oscuridad de la casa, ingresó. Agudizó el oído y trató de oír cualquier cosa que le delatara que había alguien despierto, cuando estuvo confiado de la total calma, empezó a hurgar en la estancia.

Revisó cada rincón del lugar;el baño, la cocina, el comedor, sala, habitaciones, nada. Era raro,ni Vegeta estaba ahí,¿Salió sin que se diera cuenta? Vio por la ventana  y el viejo Mercedes Benz  no estaba aparcado, debió salir cuando tomaba una siesta. Bien, así era mejor.

Ya no había lugar alguno que no haya revisado, se sintió un poco choqueado de no haber encontrado nada,¿Su intuición falló? Esperen... Un detalle le vino a la mente;un lugar en la casa que no había revisado, en realidad.

El sótano de la casa era mucho más oscuro que el resto del lugar, había muchas cosas de aquí para allá y se tropezaba una y otra vez. En un momento dado, recorriendo el lugar, con las manos en las paredes dió con otra puerta. Pegó la oreja y logró escuchar el leve sollozo de alguien, una mujer, en realidad.
Sacó la pequeña linterna que siempre llevaba con él y buscó algo con qué abrir el cerrojo, finalmente vio un pequeño pedazo de alambre. Después de mucho intentar e intentar, logró abrirla.

— ¿Bulma...? - Nunca imaginó que sería su propia hija la persona que estaría ahí adentro.

— ¿Pa-papá? - Se secó las lágrimas de los ojos y miró a su papá. Cuando él se acercó a abrazarla ella correspondió - Sácame de aquí, está loco...

— ¿Por qué te hizo esto?

— No lo sé... - Negó con la cabeza - Es un demente, sólo me siguió y me secuestró...

— Tranquila, hija, saldremos de aquí - Asintió, aliviada de que su padre estuviese ahí.

Salieron de la habitación y empezaron a correr,sin ser conscientes de que alguien esperaba el momento para atacar. De un tirón, Vegeta lanzó a Bulma lejos de su padre y a éste le dió un golpe en el rostro.

— ¡Papá! - La peli-azul gritó y trató de levantarse para ir a ayudar al hombre que era enfrentado por su secuestrador.

— No, Bulma, corre - Le rogó, lanzándose sobre Vegeta para detenerlo. Bulma negó, con lágrimas en los ojos;no quería abandonarlo ahí - ¡Corre! ¡No hay tiempo! - Cuando Bulma empezó a correr Vegeta ya se había sacado al mayor de encima, con un golpe lo tiró al suelo y siguió a su rehén.

— ¡Suéltame! ¡Déjame ir ya! - Pataleó, golpeó, gritó, lloró, nada funcionó. Vegeta la volvió a arrastrar adentro del cuarto del sótano - ¿Papá? ¡Papá, despierta! - Le gritaba al cuerpo del menudo hombre que se encontraba tirado en el piso - ¿¡Qué le hiciste, enfermo!?

— Nada, aún... - Habló ronco y profundo, causándole una sensación de horror y mal presentimiento a la chica.

¿Qué le haría a su padre?

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Lamento si estuvo flojo, con falta de drama y detalles. La verdad es que no la estoy pasando de lo mejor y si actualizo es para cumplir con ustedes. Cuidense y disfruten de la lectura. Bye.

Psicópata [Vegebul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora