XIII

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Los días habían pasado y nada había cambiado a los ojos de la peli-azul, quién vivía deprimida y llorando en silencio, con las esperanzas muertas y el corazón adolorido de tanto sufrir. Estaba tan cansada, tan abrumada por el dolor que le causaba el encierro en el que vivía, fingiendo, ante los ojos de Vegeta, que ella le correspondía.
Sí, había sucumbido ante los delirios de aquél hombre que había idealizado toda una vida con ella y se proponía a hacerla realidad, cueste lo que cueste. Nunca pensó que su destino sería morir de una tristeza profunda, junto a una persona que estaba completamente loco. 

¿Y ésa persona loca? Pues... Él está feliz creyendo que todo está saliendo tal y como esperaba, que Bulma por fin lo amaba, que ya aceptaba los sentimientos que — Según él — ella simplemente no se había dado cuenta de ello. Todos los días se levantaba y le decía "Buenos días" y dejaba un beso en los labios de la chica que ni siquiera se inmutaba o tenía alguna reacción. Vivía en su pequeño mundo idóneo en donde todo era perfecto y posible.

Hacía de todo por ella;le compraba regalos, le llevaba el desayuno a la cama, le cantaba canciones, pero nada la hacía salir de su depresión. Claro, aquello él no lo notaba porque estaba cegado con su fantasía.

— ¡Llegué! - Gritó. Entró a la casa y se quitó la ropa de arriba, pues la traía empapada de sudor. Bajó la leña que venía cargando y la dejó junto a la chimenea.

Bulma lo escuchó, desde la habitación en donde ha pasado la mayoría del tiempo en el que estuvo ahí. Ni siquiera se molestó en moverse. Su mirada estaba fija en una parte del cuarto, sus piernas abrazadas a su pecho.

Vegeta entró y, como hacía desde hace días, le dejó un beso en los labios. Sonrió a la de ojos azules y se metió a duchar, manteniendo su sonrisa intacta.

(...)

— ¡Maldita sea! Llevo media hora aquí y aún no sé cómo demonios llegar - Gokú estaba por perder la paciencia con el bendito mapa que tenía entre sus manos. Llevaba más de media hora que abandonó la carretera para adentrarse en los bosques en busca de la cabaña.

Había sido bastante difícil conseguir información de dónde podría estar la peli-azul. Varios días después de que publicarán sobre la desaparición de la joven un oficial de tránsito se había acercado hasta la casa de la madre, diciendo que la misma chica, con las mismas descripciones, había sido vista en compañía de un hombre. Según el uniformado, la chica parecía bastante tranquila cuando iba con el hombre, no parecía forzada ni mucho menos alterada. Dijo que no se había molestado en revisar ya que ella no había pedido ayuda. Lo condujo hasta dónde hasta donde los encontró y después de ello tuvo que andar preguntando. Varias horas después de buscar, una señora, en una  de las pocas tiendas que había en ese lugar, le había dicho que un joven, parecido como lo describió El oficial, había ido muchas veces en aquellos días.

Gracias a la ayuda de esa mujer y el mapa que le entregó se estaban adentrando al bosque, en donde dijeron que había una cabaña. Supuso que sería esa, porque era la única que había ahí y en el pueblo no había rastro de su amiga.

Así que ahí estaba él, frustrado sin saber hacia dónde ir. Te preguntaba si de verdad Bulma fue voluntariamente con aquel sujeto. Conociendo bien a su mejor amiga, el podría poner las manos en el fuego y jurar que ella no haría eso, es decir; que no se iría así, sin más, al menos no antes de avisarle a alguien. Estaba bastante preocupado, no entendía Por qué Bulma no trató de pedir ayuda al oficial. Pero algo sí sabía;ella no lo dejaría todo y se iría, como si nada.

(...)

Eran las 8 de la noche cuando Vegeta terminaba de hacer la cena. La "pareja" estaba sentada en la mesa, cada uno en la punta de cada lado. La mesa no era lo suficientemente larga, pero tampoco era Demasiado corta. Bulma  miraba su comida sin siquiera tocarla. No tenía hambre ni ganas para fingir que comía, como antes lo hacía. Digamos que su depresión había aumentado bastante, En aquellos momentos hasta abrir los ojos se le hacía Pesado, si estaba en aquella mesa era por obligación de Vegeta, si fuera por ahí le estaría en su cama,esperando su muerte.

Vegeta hablaba sin parar, riendo y contando historias, mientras saboreaba la comida que le costó mucho hacer, y disfrutando de la vacía compañía de Bulma. Aquello era más que perfecto para él, una mesa, comida, él y ella, viviendo como tal y siempre quiso.

— Vegeta... - la voz amortiguada de Bulma se escuchó, por primera vez en varios días. Apretó los puños y se mordió el labio inferior, ni siquiera alzó la vista, sólo se quedó cabizbaja esperando a que él haya escuchado.

— Dime... - contestó él, mientras seguía comiendo gustosamente su comida.

— Quiero pedirte algo...

— Pide lo que quieras - le sonrió, feliz de que al interactuar con él.

— Quiero... Salir a caminar - saltó por fin aquel pequeño deseo que ha tenido desde que ha vivido encerrada. Tal vez a ustedes les parezca poco, o un deseo bastante tonto, pero para ella era ese pedazo de libertad falsa que la mantenía atada a la vida.

— ¿Salir? - Vegeta alzó una ceja y la miro extrañado - ¿Por qué quieres salir de aquí dentro tienes todo lo que necesitas?

— Lo sé. Es que... Simplemente pensé en salir a ver la noche, las estrellas y disfrutar del aire fresco - junto todas sus fuerzas y forzó una sonrisa - Eso me haría muy feliz.

Ante aquello Vegeta se emocionó. Él quería cumplirle cualquier capricho y, cuando escucho  que yo la haría feliz, no se lo pensó más.  Se levantó de la mesa y recogió todos los platos, ordenó y limpió, para luego girar a mirarla con una sonrisa.

— Pues entonces... Vamos - Buscó un abrigo para ella, se lo colocó y buscó la llave. Al abrir la puerta, por primera vez desde hace más de 3 semanas, Bulma sintió el aire fresco chocarle en la cara.

Cerró los ojos y disfrutó de esa suave, una pequeña lágrima se derramó por sus ojos, cayó el sollozo que casi se escapó de sus labios y suspiró profundamente. Salieron.

Llevaban caminando como 15 minutos cuando a lo lejos, entre la oscuridad de la noche, pudieron ver a una persona con una linterna en mano alumbrando hacia ellos.

— ¿Bulma? - le oyó gritar a aquella persona, y no faltó más para reconocer aquella voz, era Gokú - ¿¡Bulma!? - la reconoció, a pesar de que apenas veían los oscuridad, supo perfectamente que aquella era su amiga.

— ¡Gokú! - sorpresivamente encontró fuerzas de donde ya no había, se soltó del agarre de Vegeta y salió corriendo creyendo que se podría salvar.

— ¿A dónde crees que vas?

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¡Capítulos finales! Faltan dos más y terminamos. ¡Comenten qué creen que pasará! Bye.

Psicópata [Vegebul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora