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Entonces vete desnudo si nada te queda. — Comenta Daniel tirándose a la cama —. Me tenes harto, Mateo.

Perdón, estoy nervioso. — Comenta este, quitándose otra playera y aventándola sobre las otra que se había probado —. Estamos hablando de la familia de Manuel, de su vieja.

De tu suegra. — Corrige y Mateo rueda los ojos —. ¿O me vas a decir que aún no se lo pedís?

Eso no importa. — Corta Mateo y toma otra playera —. ¿Esta queda? — Pregunta mirando a Dani a través del espejo, este asiente restándole importancia y comiendo de sus galletas, Mateo se gira a verlo con mala cara —. ¿Vos no paras de comer nunca?

Y no. — Se ríe un poco pero al ver que Mateo no la esta pasando bien se calla de apoco —. Posta, relajate un toque. Sólo, se vos y ya esta, sí no ven la gran persona que eres fue, Manuel esta enamorado de vos y no hay duda, eso es lo que importa.

Mateo le sonríe leve, por fin había dicho algo productivo en todo el día. Se miro en el espejo una última vez y luego tomo su celular, ambos salieron de su casa y Daniel fue el primero en meterse al auto seguido de Mateo.

Manuel estaba muy nervioso, se moría de los nervios. Su madre era una forra, ¿como se atrevía a hacerle aquello? Y luego su padre no lo ayudaba en nada. Miro por la ventana y observó como Valentín bajaba del auto de sus viejos, su amigo lo miró desde abajo y Manuel le hizo una seña para que subiera.

¿Que es esto, tu pedida de mano? — Se burla Valentín, Manuel se gira a verlo con seriedad —. ¿Y esa cara?

Mi vieja es lo peor, Valen, te juro. — Comenta con frustración, Valentín se sienta en la orilla de la cama de su amigo —. Va a venir Mateo.

¿Qué? — Valentín alza las cejas sorprendido —. ¿Como? Me dijo mi vieja que la tuya le hablo para invitarla a algo importante, ¿sabes de qué?

Ni siquiera sabía que todos venían. — Admite con angustia —. Mateo se cree que solo estarán mis viejos, él y yo, ¿como le voy a decir que todas las amistades están acá?

Calmate, seguro no es tan malo. — Comenta pero luego de pensarlo unos segundos hace una mueca —. Bueno... No creo que sea tan malo, van a estar todos, vos traqui.

Manuel se paseo por la sala junto a Valentín todo el rato, mientras la mesa se iba llenando de amigos importantes de sus padres, Valentín observo a su amigo preocupado y aún más cuando tocaron el timbre y vio que se trataba de Mateo.

Manuel se apresuro a abrir la puerta y no pudo evitar sonreír al ver a Mateo frente a él, como si sus preocupaciones se fuera de golpe.

Hola, ¿es tarde? —.

No, hola, digo... — Manuel niega lento y respira hondo —. Hola, no, no es tarde, estás a tiempo.

¿Estás bien? — Cuestiona Mateo, pues él también estaba nervioso y aún más al ver a Manuel de la misma manera —.

Sí, es solo que mi vieja me odia. — Admite riendo —. Invito a todo el mundo, según para anunciar algo, que sé yo.

Esta bien, no pasa nada. ¿Queres que me vaya? — Manuel lo mira frunciendo el ceño —. Capaz incómodo.

¿Qué? No, no, ¿que dices? — Manuel lleva su mano hasta la de Mateo y la presiona un poco —. No seas tonto, ven.

Mateo observa el interior de la casa de Manuel y sin darse cuenta, o quizá sí, entrelaza sus dedos con los de él, se sentía más a gusto de esa manera.

Al llegar al comedor su madre enfoco sus ojos sobre ambos, intento sonreír pero solo le salió una mueca, Manuel rogó porqué todo fuera bien. Tomaron asiento y Valentín le sonrió a Mateo cuando se vieron, las pláticas empezaron a los minutos luego de que la cena se sirvió, Manuel apenas hablaba pero no le dejo de sonreír a Mateo cuando cruzaban miradas.

é l i t e; Trueplik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora