La historia de Vergil y Charlotte.- Capítulo 2

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Cuando Vergil despertó, Dante estaba mirándole con una sonrisa de bobo.
-    Sigue - le dijo.
-    ¿Ahora?
-    Si.
-    Está bien.
Entonces Dante esperó a que Vergil recordara dónde había dejado su historia.
" Durante casi toda la noche estuvimos... Bueno, ejem, haciendo el amor. Dormimos tan solo unas horas, pero al despertarme no me sentía nada cansado.
Me levanté rápidamente y comencé a vestirme con prisa,  avergonzado de lo de la noche anterior. Charlotte despertó cuando me estaba poniendo los pantalones.
-    Vístete lo más rápido que puedas. Si quieres saber hacerca del mundo de fuera, necesitamos movernos.
Yo solo quería salir de alli.
-    Conozco un sitio alejado de los guardias. A nadie le importará que estemos allí - me dijo ella.
-    Bien.
-    Pe...pero...¿podemos desayunar primero?
-    Ya he pensado eso. Tu deseo de conocimiento hacerca del mundo exterior debería ser mayor que tu hambre.
Mi tono era malhumorado y molesto, pero a ella pareció darle igual unos segundos. Entonces dijo:
-    No, no quise decir... estaré lista pronto.
Agarró su vestido del suelo y, sin ponerse ropa interior se lo puso. Yo me terminé de vestir con mi capa y al cabo de unos segundos salimos.
Había mucha gente alrededor, y a mí eso me ponía nervioso. Desconfiaba de cualquiera que se acercara a menos de un metro de mí,  en especial de los guardias. Charlotte me empezó a decir:
-    Hoy es un día distinto a los demás. Parece que...
De repente unos guardias empezaron a correr.
-    Esos guardias se están moviendo demasiado - siguió diciendo.
Los guardias se acercaban. Me puse nervioso y estaba a punto de desenvainar Yamato cuando Charlotte me detuvo.
Los guardias pasaron de largo, corriendo, pero ignorandonos.
-    Escuché en el trabajo - dijo ella - que el Vicario está muy enfermo. La orden está haciendo turnos para cuidarle. Esa es la razón por la que los guardias no paran de reagruparse. También escuché que si Solemnis, el Vicario actual, muere, un comandante retirado tomará su puesto. Si eso pasa, de acuerdo con la tradición, quien quiera que sea el nuevo Vicario, descansará en la sala del último piso del Castillo de Fortune, que perteneció a Sparda. Todo esto a fin de que herede su noble espíritu para guiarnos a todos.
Entonces Charlotte se quedó callada. Yo no hablé. Sin atreverme a mirarle, pensé en lo preciosa, lo hermosa que ella era. Nunca había visto a nadie igual.
Pero... yo aún era desconfiado, engreído; sólo atento a mi búsqueda de poder.
-    ¡Oh! Ya estamos aquí. Este es el sitio del que te hablé. No venía aquí desde que era pequeña... Es más aburrido de lo que recordaba. Ahora entiendo por qué no hay nadie nunca por aquí. Bueno...
Yo no dije nada. Estabamos en un sitio con una fuente en el centro. Alrededor de ella había cuatro o cinco bancos, y alrededor de estos hierba y arboles, con un camino que conducía desde un puente que conectaba con la ciudad hasta la fuente.
Nos sentamos en uno de los bancos y..."
-    Dante, - dijo Vergil - , no me has interrumpido ni una sola vez.
-    Ya, - respondió su hermano - me ha dado tanta curiosidad que se me ha olvidado mi deber de incordiarte por toda la eternidad. Además, te acabas de interrumpir tú solo.
-    Si... lo que pasa es que... he llegado a una parte que todavía... me duele...
-    Por favor, continúa - esta vez Dante estaba completamente serio.
-    Está bien.
" En ese sitio paso algo de lo que aún me arrepiento.
-    Por favor - me dijo Charlotte - cuéntame ahora acerca del mundo de fuera de esta ciudad.
Entonces le hablé de sitios donde yo había estado, le describí las arquitecturas y le conté historias sobre esos lugares. Le conté cómo vestía la gente, sus costumbres... Ella quería saberlo todo. La gente que allí vivía, qué visitaban los turistas, qué hacian los artistas, nuevas caras cada día...
-    ¿Cómo se sentirá vivir fuera? - dijo, más para sí misma que para mí.
Ahí fue cuando, sin saber por qué, dije furioso:
-    ¡¡¡Patético!!! ¡¡Los humanos son patéticos!! Están tan aburridos de sus vidas que necesitan viajar y descubrir cosas nuevas... sólo para sentirse bien consigo mismos. ¡¡¡¡Qué desperdicio de espacie!!!!
Ella se veia asustada, pero de repente pareció como si se llenara de furia...
-    Patetico... Si, tienes razón, pero... ¿acaso no eres tú humano? Incluso Sparda pensó que la humanidad merece vivir.
Yo, más tranquilo pero rebozando arrogancia le respondí:
-    Ja. Una raza patética que va a una especie de iglesia pra no escuchar nada más que falsas ilusiones para ser controlados, acerca de un héroe caído, como lo es Sparda, que volverá de la muerte para salvarlos a todos.
-    Pero los humanos - contestó ella - no son sólo eso...
-    Tienes razon - le interrumpí - Ellos necesitan a alguien que les salve, porque ellos pueden hacerlo, pero prefieren luchar contra otros, tratando de conquistar territorio. Lo único que hacen es destruir su propio mundo, causando hambre y miseria.
Incluso los demonios luchan contra otras especies, no contra ellos mismos. Pensaba que los humanos eran sólo débiles. Ahora pienso que también son estúpidos.
-    Asi que... - dijo ella, que no tenía una expresión reconocible en la cara - ¿Qué piensas de mí?
Yo le respondi con más arrogancia:
-    ¿Eres tan tonta que tengo que darte una respuesta? Quizá lo seas. Estás preguntandole a una persona a la que apenas conoces acerca de una respuesta que tú ya sabes. ¡¡SÍ!! ¡Eres patética! Pero más que nada, eres manipulable.
Ella me miraba, sin poder creerlo.
-    No puedes hablar en serio - murmuró.
Yo continué:
-    No eres nada más que un medio para un fin. Algo que puedo usar y tirar sin siquiera pensarlo. Solo fue un mero pacto temporal. No eres lo mejor del mundo, solo una mujer soñadora. Dime Charlotte, ¿Me equivoco?
-    ¡¡¡BASTA!!!
Se dio la vuelta y se fue. Yo no me atreví a seguirle. Solo la miré mientras se iba."
Dante vio cómo a Vergil le corria una lágrima por la mejilla.
-    Vergil, yo... No sé qué decir. Lo... siento mucho.
Vergil no mostraba sentimiento alguno.
-    Aún no te lamentes, Dante. La historia no ha hecho más que empezar. Eso, hermano, podríamos decir que sólo era el prólogo.
Dante le dirigió una mirada que le recordó, a pesar de todas sus peleas, que él era su hermano. Su hermano menor.
Aún así en su cabeza todavía estaba viendo cómo se marchó Charlotte en ese momento. Cómo él intentó averiguar qué pensaba ella...

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                                                   ●  ●  ●       《Todo lo que leí era mentira

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《Todo lo que leí era mentira.
Pensé que el mundo exterior podria ser... algo mejor.
Pero he conocido lo peor de este mundo.
Vergil.》

La historia de Vergil y CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora