Capítulo Extra.- Charlotte

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Mmm. Cuando conocí a Vergil no pensé en qué podría pasar. Simplemente me enamoré. Y podrás pensar, «pues vaya, la chica estereotipada, que se enamora perdidamente el primer día» Bueno. A mí no me importa cómo pienses. Lo que me importa, es que me enamoré.
Él me quiso conocer, aún cuando le seguí, sin decir nada, vigilando como tonta. Pero él... los primeros días casi ni me hablaba. Yo solamente hacía lo que me pidió, vigilar y estar atenta a las cosas extrañas que pasaran en Fortune. Pero unos días mas tarde...
Unos días más tarde me lo llevé a ni habitación y... Vale, no. Fue él el que, cuando salí de la ducha, sin ropa... e hicimos...
Bueno. No es que me de vergüenza, solo que... yo no soy la típica chica que cuenta cómo son sus relaciones sexuales al primero que encuentre.
Aunque después me hiriera, mentalmente claro, yo estaba tan decepcionada... Pero él volvió conmigo, y, aunque no me pidió perdón directamente, yo noté que así lo hizo.
Haeresis hizo acto de presencia justo cuando todo iba mejor que nunca, un mes después. Yo ya tenía mis propios problemas. Mantenlo en secreto, pero si Vergil tiene pesadillas, es insoportable, de verdad, por la noche. Se mueve, da vueltas, a veces grita. Si no le despertara no sé lo que le podría pasar. No me quiso contar sus pesadillas. No soporta recordarlas. Y a veces las olvida.
Cuando Haeresis llegó yo ya tenía una pequeña sospecha sobre... que quizá yo... estuviera embarazada...
Y entonces Vergil se puso raro. Como más enfadado de lo normal. Y me entró miedo. No sabía qué pensar. El me amaba, ya me lo había dicho. Pero yo no quería que me abandonara. No sabía qué iba él a pensar si se lo decía.
Se lo oculté. Yo no sabía qué hacer.
Luego buscamos a Marcus. Él accedió a ayudarnos. Y más tarde conocí a Agnus. Él tenía experiencia con el embarazo de su mujer. Lo supe porque me lo contó. Y me quiso ayudar. Así que, al día siguiente, después de pedir que me reemplacen en el orfanato, Agnus me examinó. Y si. Estaba embarazada. Me entró miedo. ¿Y si Vergil ya no me quería? ¿Y si se iba y me olvidaba? Esa noche él se fue. Y yo... no pude parar de llorar.
Él volvió. Yo le reclame por qué hizo eso.
No me lo dijo del todo. Marcus me había dicho que en el castillo... mientras espiaban a un tal Sanctus, se mencionó el poder... y Vergil...
Pero no se lo dije, y lo arreglamos... creo. Pero no quiero pensar en ello.
Ahora mismo tengo que salir de casa... del refugio. Volver a donde todo empezó.
Me levanto, ya que estaba en mi cama, recordando... y después de arreglarme un poco, salgo.
Todo es realmente distinto. Sanctus murió. Un chico le mató junto al hermano de Vergil, Dante. Ahora hay muy pocos demonios.
Mientras pienso en ello las calles de Fortune se van vaciando. Todo está oscureciendo. Desde que el Salvador causó daños en toda la ciudad la gente se ha ido alejando del culto a Sparda, se han estado marchando de Fortune. Ya no hay nada que les ate a esta ciudad. Y los pocos demonios que quedan... son lo que hace que la gente odie este sitio.
Llego al callejón donde nos conocimos. Donde yo le seguí. Donde él me habló por primera vez. Me doy la vuelta, con un poco de tristeza. Sigo andando, reviviendo recuerdos, algunos felices. Otros divertidos. Algunos tristes. Otros dolorosos.
Llego al parque donde discutimos. Donde él... me voy, no quiero recordar eso. Sólo los buenos momentos.
Sigo un poco más me acerco al orfanato, donde ya no hay casi nadie. Han hecho uno nuevo. Este lo usan las personas sin casa que quieren pasar una noche bajo techo. O los que aún son fieles a Sparda y quieren hacer algún rito o algo así.
Pero para mí es el lugar donde Vergil me dijo lo que realmente sentía por mí. Ese momento no lo podré olvidar nunca. Fue donde nuestra amistad, nuestro amor, nos unió de verdad. Lo que nos hizo sentir más felices el uno con el otro.
Me alejo lentamente de allí. Llego a mi antigua casa. La casa donde él y yo... hicimos un poco más real nuestro amor. No es lo más importante, pero es... olvidalo. Entro en mi casa. Veo cómo nada ha cambiado. Todo sigue cómo lo dejamos antes de que Haeresis apareciera. Increíblemente no hay suciedad por ninguna parte. Como si el tiempo se hubiera detenido ahí sólo para que yo pudiera volver y recordarlo todo como si hubiera pasado ese mismo día.  Mi cama sigue deshecha, y en la almohada todavía se puede oler la fragancia de Vergil, y la mía, mezclándose cómo una sola...
Decido seguir con mi "paseo de los recuerdos". Salgo lentamente de mi casa. Cuando estoy por irme veo a alguien, mirando fijamente hacia mi casa... me acerco un poco, y, cuando por fin le veo mejor, me doy cuenta...
Nero... mi hijo...
Pienso en llamarle, pero no sale ninguna palabra de mi boca. De repente él se da cuenta de mi presencia, aunque no del todo. Vuelve a mirar hacia la casa, y, antes de que vuelva a mirarme a mí, me escondo detrás de esta...
Perdón... hijo mío...

                                        •••

Nero se levantó intranquilo esa mañana. Cuanto más intenta recordar a la chica, fantasma o lo que sea, más creé que no fue real, que se lo imaginó todo. Decide salir de casa. Después de darle un beso a Kyrie sale disparado hacia Devil May Cry, donde Lady y Trish están trabajando. Cuando entra, las dos chicas despampanantes le miran, y se ruborizan, ya que iban con poca ropa y casi habían salido corriendo al ver el pelo blanco del chico, pensando que era Dante.
- Oh, Nero - dice Lady, la más ruborizada - ¿Qué haces aquí?
- Solo... ¿Dante sabía algo sobre la supuesta chica muerta de Fortune?
Trish es la primera en responder.
- Oh, yo sé quién era esa chica.
Cuando Vergil estaba bajo el control de Mundus, solía tener pesadillas, pero como hablaba poco, y a mí me despreciaba, nunca dijo nada. Un día, Machiabeli, el maestro herrero demoníaco, hizo una cosa... rara, con la que pudimos ver sus pesadillas. En ellas se veía a una mujer, una chica joven, a la que él mismo atravesó con su katana. Mientras lo veíamos, despertó, y, furioso, empezó a destrozarlo todo. No volvimos a intentarlo más. Mundus le castigó por nuestra culpa. Creo que esa chica... era tu madre, Nero...

La historia de Vergil y CharlotteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora