La historia de Vergil y Charlotte.- Capítulo 12

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Marcus cayó con fuerza en el suelo.
«Le vi morir... Su cabeza colgaba del cuerpo, como si no fuera parte de este. Justo después, cerré los ojos y me desmayé...»

•••

- Eh, Vergil, hermano, continúa con la historia... Lo dejaste... Cuando estabas encadenado y el demonio mató a la chica...
Vergil, con una mirada sin ninguna clase de sentimiento, dice:
- Por supuesto...
"Justo cuando conseguí librarme de las cadenas, el cuello de la chica se rompió.

Marcus quedó inconsciente. Agnus desapareció. Yo estaba tan lleno de furia que no prestaba atención a nada más que matar al demonio que nos causaba tanto dolor sin ninguna razón.
Pareció que me había leído la mente.
- ¿Quieres saber por qué hago todo esto? Es por venganza chico - su metálica voz ronca me enfadaba aún más -. He sufrido tanto en esta vida... He sentido un dolor absoluto. Y el mundo entero va a sentirlo. Y después, por supuesto, gobernaré lo que quede en pie. Y todo gracias a ti, chico.
- ¿Qué?
- Si, jaja, no te extrañes... Pensaste que, cuando aquel soldado te atravesó el cuello, nadie se dió cuenta?
- Yo...
- Estarás ahora atando cabos... ¿O quizá ni siquiera lo recuerdas...? Chico... ¿Aún no sabes quién soy?
- No lo puedo creer...
Haeresis cargó contra mí con todas sus fuerzas, dándome un golpe en las costillas que me dejó sin aliento. Por unos segundos mi vista se nubló, y cuando por fin pude ver, Haeresis no estaba.
De la nada su voz comenzó a retumbar por todo el lugar, haciendo que me dolieran los oídos.
- Chico, rindete ya, no vas a conseguir nada. Tu novia, esa asquerosa inocente, ya está muerta, la mataste con tus propias manos.
- ¡¡Callate!!
Mi corazón se estaba acelerando, latía más y más, sin parar. Mi furia aumentaba con cada segundo que pasaba, con cada inhalación que daba. Mis manos temblaban tanto que apenas podía mantener Yamato firme. Solté la funda de la espada y me dispuse a correr por todas partes, pero Haeresis no estaba por ningún lado.
Me quedé quieto otra vez, esperando a que él apareciera, en silencio... Con tan sólo escuchar un leve roce en el suelo a mis espaldas me di la vuelta lo más rápido que pude y empuñando mi katana con la mayor ira que he tenido en mi vida le atravesé el pecho.
Una armadura vacía cayó al suelo.
- Jajajaja... ¡Venga! ¡Muestrame lo que sabes hacer, chico!
Un ejército entero de armaduras idénticas a Haeresis me rodeaba por todas partes. Todos los demonios se abalanzaron contra mí, atravesando mi cuerpo una y otra vez.
No sentía ni un sólo miembro, no podía pensar con claridad.
La voz de Haeresis retumbaba en mi cabeza.
- ¿Ya está? ¿Vas a morir tan patéticamente? Jajajaja...

Todo se sumió en un silencio absoluto...

Entonces otra voz en mi cabeza...
- Vergil... Mi adorable demonio de peluche... No tienes por qué hacerlo... ¿Acaso el poder lo es todo para tí? ¿Acaso no eres tú humano?

Heresis, frente a todas sus réplicas, miraba mi sangre llenar el suelo.
- Ja. Un buen final para un necio y patético semidemonio...
- Poder... Tan sólo necesito... Más... ¡¡¡Poder!!!
Una explosión azul que emanó de mi cuerpo hizo que los demonios a mi alrededor se separaran de mí. Mi cuerpo, ahora en su forma de devil trigger, hacía que todo a mi alrededor se distorsionara, pues una energía extraña emanaba de él.
- ¿Todavía no te rindes, chico?
Las armaduras volvieron a abalanzarse hacía mí, pero ninguna llegó a tocarme. En unos segundos un tercio de las réplicas cayeron al suelo, despojadas de su vida artificial. Sólo me llevó un momento deshacerme de todas.
- ¡¡Haeresis!!
Me dirigí hacía él con Yamato casi fundiéndose con mi mano. No pasaba ni un segundo y ya le hacía más cortes de lo que réplicas suyas había en la sala.
- ¡¡¡Detente, necio!!!
De un golpe me separó de él, pero yo insistía, y le iba arrancando la armadura por trozos, hasta que sólo quedó el yelmo.
Su cuerpo, ensangrentado y con ropa echa jirones no parecía poder sostenerse en pie por mucho tiempo más.
- ¡¡Se acabó, Haeresis!!
Le arranqué el casco de un golpe.
- Ja. Jajajaja. Jajajajajajajaja. ¿Acabarse? Esto acaba de comenzar.
Entonces por fin pude ver su cara y corroborar aquello que me temía.
La isla de Fortune estuvo conviviendo, viviendo bajo las órdenes de un degenerado al que todos adoraban. Un loco que al parecer piadoso y bueno todo el mundo lloró por su supuesta pérdida.
- ¿Solemnis? - Marcus le miraba desde un extremo del lugar.
- Oh, Marcus, estúpido iluso... ¿De verdad pensabas que estabas protegiendo a un pobre viejo invalido y bonachón? Eres más que patético. Eres la cosa más manipulable, el animal más fiel y estúpido de este mundo.
Aprovechando que se había distraído me acerqué a él para atacarle desprevenido, pero se apartó a tiempo.
- ¡Esto se ha acabado, necios! Mi propósito está casi cumplido...
Entonces la misma luz cegadora que al momento de su primera desaparición nos impidió ver cómo, una vez más, se desvanecía en nuestras narices.
- Yo... - Marcus se veía a punto de reventar - voy a matar a ese hijo de...
- No, Marcus. Ya he perdido a Charlotte. Tú te quedarás aquí.
- Un niño de dieciséis años no va a decirme lo que voy a hacer, voy a matar a ese cabrón con mis propias manos...
Mi cuerpo tornó a su forma humana otra vez.
- ¡¡¡He dicho que no!!!
Entonces me marché, dejando al hombre, un hombre roto por dentro, sólo. No sabía lo que haría en mi ausencia..."
- Vergil... Eh... Hermano, ¿estás bien?
Al hijo mayor de Sparda no se le notaba ningún sentimiento.
- Descansa, Dante. El final está por llegar.

•••

- ¿Cómo has sobrevivido tanto tiempo sin envejecer ni un sólo segundo?
Trish miraba a la chica con mucha curiosidad.
- Yo... Bueno, ya sabrás que soy la madre de Nero. - Al ver que le miraba, Trish asintió. - Y conoces la leyenda que se refiere a Vergil y a mi, ¿verdad? Según esa leyenda, en un ataque de furia, él me mató. Pues sí, me atravesó con su espada, pero no llegó a matarme. Moribunda, fuí la pieza clave en los experimentos de Sanctus. Pero yo no conseguí ningún tipo de poder. Sólo... No pasa el tiempo para mí. No sé cómo.
- ¿Y por qué nunca fuiste a ver a tu hijo?
- No estaba preparada para tenerlo. Por eso lo dejé en adopción. Pero creo que ya lo estoy, y yo... Quiero ver a mi hijo. Quiero ver a Nero.
En ese mismo instante la puerta se abrió, dejando ver al albino y a Lady detrás de él.
- ¿Mamá?

Perdón por tardar tanto, queridos lectores 😂😂😂.
No voy a escribir con mucha frecuencia. Mi inspiración está en off, aunque a veces me viene de repente. Pero la uso para dibujar, algo que se me da bastante mejor que escribir. Bueno, intentaré actualizar de vez en cuando.
Saludos. 😝

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