Capítulo 4

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Día largo en el Callejón Diagon

     En el transcurso del viaje en coche hacia el Caldero Chorreante, conocimos nuestros nombres y la Madame Pomfrey contestó a una y cada una de las preguntas que le lanzaron. 

     La comunidad mágica era bastante grande por lo que relataba, y hay lugares que son enteramente para los magos. Nos instalamos en la posada (la familia en una y yo con la profesora en habitaciones separadas), y nos dirigimos a la parte posterior de esta.

     Por lo que se ve, la bruja tuvo un percance con su viaje, lo cual haya dado paso a que estemos haciendo la compra para el colegio justo el día de antes. Si no nos dábamos prisa no llegaremos a tiempo. 

     -Ahora observad con atención niños -exclamó- los próximos años deberéis hacer esto vosotros solos. 

     Sacó una varita y golpeo una secuencia de piedras en un orden en específico. Pronto el muro de ladrillos se fue moviendo y cambiando entre si para dejar paso a un espacio parecido al de una gran puerta. 

      -Bienvenidos al Callejón Diagon. 

     Solo había una palabra para lo que estábamos viendo: Increíble.

     Las tiendas se amontonaban unas al lado de las otras, y la magia se podía oler en el aire. Los vendedores salían de sus tiendas y gritaban a los cuatro vientos con bandejas de muestras y un cartelito con sus correspondidos que revoloteaba al rededor de las sustancias. 

     La madre de mi compañero, Hanna, tuvo que retener a su hijo para que fuera de allá para acá y se escapara y se perdiera. 

     -Vamos, vamos -apremió Pomfrey sacándome de mi mundo-, sino nos damos prisa no lograremos comprar lo necesario -me giré hacia ella.

     -Señorita -quería parecer lo más tranquila posible.

     -¿Si querida? -me miro a la cara- ¿Te encuentras mal, porque estás tan seria?

     -Yo no tengo nada de dinero.

     Su expresión se relajó y me cogió la mano para seguir caminando.

     -¿Acaso no puedes cambiar tu cara ni por un segundo? -la miré con duda- Estás tan seria que parece que en cualquier momento te vaya a dar un ataque. La sonrisa es una de las mejores medicinas: deberías probarla. 

     -Es mi cara -rodé mis ojos-, y sigo sin tener dinero. 

     -No eres la primera huérfana que resulta ser bruja -sonrió-. Dumbledore me dijo que te había explicado un par de cosas, así que ahora iremos por el dinero.

     Relajé mis músculos, debería haber pensado que ya tendría una solución a estos problemas.

     Nos detuvimos delante de el edificio más blanco y grande de todos. Era increíblemente imponente, y si no me equivoco con acabados del Neoclasicismo. Al final de la escalinata, justo al lado de una columna dórica y enganchado en la pared, había una placa que debería ser el lema del llamado Banco de Gringotts:

«Entra, desconocido, pero ten cuidado
Con lo que le espera al pecado de la codicia,
Porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,
Deberán pagar en cambio mucho más,
Así que si buscas por debajo de nuestro suelo
Un tesoro que nunca fue tuyo,
Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado
De encontrar aquí algo más que un tesoro.»

     -¿Que quiere decir? -preguntó Justin a Pomfrey, que seguía tirando de mi mano.

     -Eso depende -intentó buscar las palabras correctas mientras entrábamos por aquellas magníficas puertas-. Hay varia formas de interpretarlo, ¿A ti que te dice?.

Lilianne y la Piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora