VII

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No recordaba que los minutos pasaran de forma tan lenta cuando estaba durmiendo en su propia casa. Cuando está en ese pequeño apartamento ni siquiera le daba importancia al tiempo.

El temporal lluvioso no ayudaba a la mejora del día. Parecía querer transmitir pesimismo. Si ya tenía que aguantar a Kanato y sus raros comportamientos con estos climas no se imaginaba a los demás: estarían dentro de la casa molestándolo.

La única razón por la que estaba ahí era porque lo habían echado. Fue al departamento de esa chiquilla para encontrarse con que no podía quedarse y estaría todo el fin de semana cuidando de aquella ancianita, Nana si no recordaba mal, puesto que se había puesto enferma. Se notaba que iba a estar ausente, pues se estaba llevando al gato también.

Suspiró al recordar sus palabras. Al menos la novia de sacrificio le servía de alimento, pero no lo dejaba satisfecho. No en el sentido de no quedarse lleno, pues la sangre de la Komori era de una gran calidad y, por tanto, un gran manjar para cualquier vampiro.

Por el contrario, la sangre de Doyeon estaba dentro de lo común. Aún así, él la prefería mil veces antes. Tal vez era porque se había acostumbrado demasiado.

Se encontraba en el sofá de aquella sala de juegos. Sabía que los demás armarían alboroto en la parte de arriba solo por su aburrimiento, por lo que pensó que aquel lugar sería el más indicado para poder tomar una  siesta: gran error.

Su ceño se frunció al reconocer la voz de los trillizos, aunque detrás de ellos logró oír a Reiji. Se quedó totalmente quieto, sabiendo que iba a ser inútil aquello.

--- ¡Oh, Shu-san! ¿Qué haces durmiendo aquí? ---la cantarina voz de Laito llegó a sus oídos de forma tenue, ya que tenía la música puesta.

--- ¡Eso da igual! ¡Deja al vago! ¡Vinimos a jugar! ¿Cierto? ---exclamó el Sakamaki pelirrojo con su tono orgulloso y omnipotente, colocando una de sus manos en la cintura y la otra sobre su mentón, pensativo---. Billar o dardos. . .¡ Es difícil decidir! Pero no importa, ¡Ore-sama ganará en cualquier juego!

--- Ayato, entonces no te importaría jugar al ajedrez, ¿cierto? ---comentó el azabache, acomodando sus gafas.

--- ¡¿Ah?! ¡Aleja esa cosa del demonio de mí! ¡Eso no es divertido!

--- Moo~ parece ser que Ayato-kun no es tan bueno como decía. ¿No es cierto, Kanato-kun?

--- Su voz simplemente es irritante ---se quejó el más bajo, mirando a su querido peluche de forma más calmada--- ¿No lo crees, Teddy?

--- ¡Váyanse al diablo ustedes dos!

--- Ayato, te agradecería que controlaras tu vocabulario. Me daría vergüenza admitir que soy familia tuya si vas hablando por ahí de esa manera tan arcaica.

--- Oye, Reiji. Deja de quejarte tanto, me recuerdas al viejo.

--- Ahora que habláis de recuerdos. . . ¿Bitch-chan no estaba antes detrás de nosotros? Oh, Subaru-kun tampoco está. Ya veo, ambos están juntos ---una sonrisa se formó en su rostro---. Seguramente, mientras nosotros estamos aquí, ellos están teniendo un momento de pasión. ¡Nfu!~ De solo imaginarlo ya me siento excitado~ ---jadeó, con sus mejillas de un tono rojizo.

--- Tsk, maldito degenerado ---siseó el más pequeño del clan, apoyado en una pared con los brazos cruzados. Y así, los seis hermanos estaban reunidos en un mismo punto---. Tan solo la dejé en su habitación por su anemia.

--- Subaru-kun se preocupa por Bitch-chan. Eso es adorable~ ---su sonrisa burlona se agrandó al ver como las mejillas del albino se tornaban rojas---. No lo has negado~

𝐌𝐄𝐋𝐈𝐅𝐋𝐔𝐎 ━ 𝐒𝐡𝐮 𝐒𝐚𝐤𝐚𝐦𝐚𝐤𝐢 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora