Definitivamente, ese cambio en sus vidas afectaba bastante a ambos. El ambiente desde sus ojos se veía bastante tenso y oscuro. Era como si hubiesen dado marcha atrás en el tiempo, donde no se conocían.
La vida monótona de Shu volvió en un santiamén: saltearse las clases para estar en el salón de música, escuchando música, durmiendo. Esa mirada gélida como el hielo, sin ese brillo que aparecía con solo percibir su olor desde la otra punta del pasillo, sin expresión alguna. Las comisuras de sus labios caídas en un gesto de disgusto. Todos los días iguales a partir de ese momento.
No le gustaba. Quería volver a sentirse vivo, a sentir el calor ajeno en su cuerpo y la felicidad que le transmitía el simple hecho de oír su voz. Aunque más de una vez había tenido el impulso de ir y decirle la verdad, simplemente no podía. Ella no tenía porqué perdonarle algo como eso.
En cuanto a Doyeon, intentaba llevar su vida lo más normal posible. Muchas veces se quedaba horas extra trabajando porque sabía que cuando cerrase la puerta de su apartamento, los recuerdos que habían en cada rincón de ese lugar la atormentarían.
En un principio, incluso se distanció bastante de Yui, pero ella no tenía la culpa de nada.
La gente la veía sonreír, pero nadie se percataba de lo forzoso de alguna de sus acciones ni el tono más apagado de su voz, llegando a quebrarse en algunas ocasiones. Ni siquiera se lo había dicho a Nana.
Tan solo intentaba tener su mente ocupada en otras cosas, no queriendo afrontar nada porque sabía que se iba a quebrar. Y odiaba esa sensación.
¿Quién dice que una ruptura se superaba fácilmente? Más si es la primera persona a quien entregó su corazón completamente. Le fastidiaba que hubiese pasado mes y medio desde ese momento y siguiera con algunos altibajos.
Al menos, esto le servía para estar más centrada en sus estudios y reunir una mayor cantidad de dinero gracias a las horas extra. Seguiría adelante y su único objetivo sería su propia persona. Tarde o temprano, toda esta tristeza se quedaría atrás.
Ah, y ni hablar de ver dramas románticos coreanos. Le encantaban, pero no le servían de ayuda a menos que quisiera acabar llorando rodeada de cajas de pañuelos y con un bote enorme de helado de chocolate.
--- ¡Doyeon! ---el grito de una de sus compañeras le sacó de sus pensamientos.
--- ¡No hacía falta que me dejaras sorda! ---se quejó, haciendo una mueca--- ¿Qué ocurre?
--- ¿Tienes algo esta tarde? Podríamos ir al cine. Hacen una película que llevo esperando su estreno desde hace mucho tiempo ---alargó la 'u' para enfatizar---. Iríamos el mismo grupo de siempre. ¿Te apuntas?
--- Yo. . . me encantaría ir. Pero tengo que practicar para la prueba de música ---murmuró, bajando las comisuras de sus labios en una expresión de tristeza---. L-Lo siento.
--- ¡No, no, no! ¡No te disculpes por eso! Es muy importante para ti, ¿cierto? Así que ve a practicar. Seguro que lo consigues ---le dedicó una sonrisa. No era una amiga muy cercana a la Minami, pero aún así le tenía mucho cariño---. Suerte.
--- ¡Gracias! ---exclamó, levantándose de golpe, con su mochila ya lista para poder irse de ahí, pero no sin antes agradecerle de nuevo.
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𝐌𝐄𝐋𝐈𝐅𝐋𝐔𝐎 ━ 𝐒𝐡𝐮 𝐒𝐚𝐤𝐚𝐦𝐚𝐤𝐢 ©
RandomMelifluo. Un sonido excesivamente dulce, suave o delicado. Que llega a deleitar a cualquier persona que lo escuche. Incluso aquel chico de cabello rubio, indiferente a cualquier cosa, llegó a quedarse prendado del sonido que provenía de las cuerdas...