Epílogo

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Siete años mas tarde

Me despierto cuando siento una ligera sacudida.

–Sarah, el avión ya va a aterrizar –escucho decir a mi hermana, así que como puedo me incorporo y me coloco el cinturón.

–¿Cuántas horas he dormido? –pregunto 

–Cerraste los ojos nada más despegar en Londres, y ya habías dormido en el vuelo anterior de Viena, más bien deberías preguntar cuándo no estabas dormida –dijo Emma riendo.

–Lo siento chicas, pero no esperaba estar... –levanto la vista y miro alrededor nuestro esperando que nadie pueda escucharme –bueno, ya sabéis –dije en voz baja.

Desde que Mad, Emma y yo nos hemos hecho inseparables, hacemos un viaje juntas al año, es como un ritual, y, aunque nos cuesta organizarnos con el tema agenda, siempre buscamos una semana en la que las tres podamos viajar.

Este año nos tocó Viena, y el viaje hubiera estado genial sino hubiera sido porque a los tres días de estar allí, me puse mala y tuve que que ir a urgencias, y lo que parecía un simple virus estomacal, resulta que es nuestro segundo bebé haciéndose notar.

–¿Cómo vas a decírselo a Chris? –preguntó Emma

–Compré un body para bebés que pone Viena, así que le diré que es un souvenir, espero que le haga ilusión –dije nerviosa

–Se supone que él quiere una gran familia, y ha esperado por ti, a que seas mas adulta –dijo Mad

–Ya, pero no hemos vuelto a hablar de ello y no se su postura ahora, pero creo que le hará ilusión.

Los veinte minutos que tardó el avión en aterrizar, estuve mirando las fotos y videos que me había mandado Chris, donde él, Alex y Dodger eran los protagonistas.

Media hora después de desembarcar, cogimos nuestras maletas y nos dirigimos a la salida del aeropuerto, donde pude ver a Chris y Alex esperándome. Al lado estaba la pareja de Emma con su bebé y el marido de Mad con un ramo de flores.

–¡Mi bebé! –dije abriendo los brazos en el momento en que Alex hizo ademán de acercarse a mí.

–¡¡Mami!! te he echado mucho de menos –dijo Alex abrazándome, aproveché para oler su cabecita, tenía un olor especial a bebé, aunque tuviese ya siete años –papi no sabe preparar esa comida que haces tu con papas y carne, y me ha estado alimentando a base de pizza y ensaladas, ha dicho que era el yin y el yang –levanté la vista hacia Chris que se encogió de hombros.

–Eh, pequeño traidor, me prometiste que no dirías nada, ¿tú quieres que tu madre me eche de nuestra habitación o qué? –Alex se soltó de mis brazos para ir con su padre y darle un beso en la mejilla.

–No te preocupes papi, puedes dormir en mi habitación, yo te acojo –Chris rió mientras cogía a Alex en brazos y, después de despedirnos de los demás, nos fuimos a casa.

Cuando llegamos Alex hizo que Chris y yo nos sentásemos en el sofá mientras él se preparaba con su ropa de pirata, ya que el colegio iba a tener una obra de teatro y le habían dado un pequeño papel.

–Estás guapísima –estaba acurrucada en el pecho de Chris, mientras él acariciaba mi pelo con su nariz.

–¿Me has echado de menos? –pregunté.

–Muchísimo, ya no puedo vivir separado de ti nena –sus palabras hicieron eco en mi y acerqué mi boca a la suya para besarle, pero antes de que pudiéramos seguir, escuchamos la voz de nuestro pequeño.

–¿Están preparados? –preguntó y nosotros reímos.

–Si, mi capitán –dijo Chris y Alex entró vestido de pirata para comenzar con su parte de la obra.

Quien no arriesga... (Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora