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Nunca he entendido a la religión. ¿por que la gente se obsesiona tanto con ideas que no pueden demostrar y alaban a un ser que nunca presenciaran?.
Me hacia esta pregunta todos los domingos mientras escuchaba al sacerdote hablando en la Iglesia. Yo no era Cristiano, pero mis padres que eran muy creyentes, me obligaban a ir a misa todos los domingos.
Querían que yo fuera un sacerdote cuando creciera, así que me dejaban con un grupo de niños para que fuéramos con el sacerdote de mi pueblo a su casa al terminar la misa semanal. Esto ocurrió todas las semanas.
No soy creyente y nunca tuve un objetivo en mi vida, así que no me importaba mucho.
Tanto yo como el resto de niños en el grupo teníamos de 8 a 11 años cuando ocurría. Íbamos a su casa y el nos hacía rezar y leer la biblia.
Luego nos decía que jugáramos con el. El juego era sencillo. Íbamos por turnos a su habitación mientras el resto esperaba en el salón.
Recuerdo perfectamente como jugábamos ya que hacíamos exactamente lo mismo todas las semanas. Yo entraba a su habitación y el me esperaba sin ropa en la cama, mientras se colocaba una especie de guante elástico de un sólo dedo en su pene.
Me decía que me tenía que quitar la ropa y tumbarme en la cama boca abajo sin moverme. Nunca llegué a entender el juego, pero al parecer siempre acababa haciéndolo bien. Sentía dolor en mi cadera mientras jugábamos, pero lo soportaba por que era parte del juego.
Ahora a mis 22 años de edad ya soy todo un sacerdote. Me conozco la biblia entera y solamente tengo que leer pequeños fragmentos a la gente que me escucha cada semana. No creo mucho en lo que digo, pero por alguna razón la gente suele obedecer siempre lo que les pido que hagan algo sin cuestionármelo.
Me gusta ser sacerdote, ya que la gente me dona mucho dinero que puedo gastar en mis coches de lujo, móviles de última generación y niños.
Pero sin duda lo mejor de ser sacerdote es jugar a mi juego favorito. Hago con los niños lo mismo que el viejo sacerdote de mi pueblo hacia conmigo. Siento placer al ver niños desnudos y jugar con ellos. Lo bueno es que la gente del pueblo me respeta y confía en mi, así que nadie nunca sospecharía que juego con los niños a ese juego.
AMÉN.
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