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❝ Él lo sabía. El Señor Tenebroso lo supo todo este tiempo...
que un huracán amenazó durante muchos años por destronarlo.
Pero nunca hizo nada por detener la tormenta que lo amenazaba...
su reinado cayó, pero su súbd...
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The Diggory Heiress: Epílogo.
Abrió sus tormentosos ojos hasta posarlos en el techo, confundida.
Fue imposible ignorar aquella punzada dolorosa cuando fijó su mirada en su alrededor, no reconocía el ambiente, pero tampoco desconocía qué era ese lugar, era un hospital y no tenía idea de cuánto tiempo llevaba allí recostada. Entonces escuchó pasos en la habitación, sin embargo no consiguió discernir quién había entrado.
Reconoció casi de inmediato a Narcisa cuando esta ingresó a la habitación, sosteniendo un viejo diario entre las pálidas manos. Parpadeó curiosa cuando dicho periódico impactó contra el suelo al mismo tiempo que conectaban sus miradas. Y la marcha se reanudó, la bruja no tardó en reunirse con la muchacha mientras que por sus mejillas corrían dolorosas lágrimas que terminaban desapareciendo en su acentuado mentón. Dicha joven entornó los ojos con ademán indiscreto.
– ¡Sabía que despertarías, nunca perdí la esperanza! –exclamó Narcisa.
¿Qué demonios estaba diciendo? Frunció el ceño para demostrar su confusión, pero la anciana solo estaba ahogándose en llanto mientras apretaba fuertemente sus gélidas manos. Cuánto más tiempo transcurriese, menos comprendía lo que estaba sucediendo. Doctores y enfermeras ingresaron a la habitación con velocidad, dispuestos a investigar lo que acontecía ante sus sorprendidos rostros.
Mayor cantidad de suero invadió sus venas y el sanador apresuró el paso hasta su posición, siempre sosteniendo la varita con su mano izquierda. Decidió no objetar palabras conforme se encargaba de asegurar estabilidad en quién sabe qué cosa, porque ni ella misma estaba consciente de por qué se encontraba en San Mungo. Blackthorn, o como clamaba su bata médica, finalmente comentó:
– ¿Sabe cuánto tiempo ha estado inconsciente, señorita Malfoy?
¿Cuánto tiempo había estado qué? Entonces su mente comenzó a trabajar para comprender sus palabras, pero únicamente negó con la cabeza. Continuaba demasiado confundida y exhausta, todos sus músculos parecían inmóviles y comenzaba a dolerle la cabeza con violencia. Parpadeó de nuevo, incluso sentía su lengua entumecerse conforme inspiraba profundo y sus sentidos adormecerse, le pareció que perdería el conocimiento en cualquier instante: sin embargo, aquello no sucedió.
Las enfermeras mascullaban encantamientos sanadores y medianamente en su campo de visión, dos figuras masculinas ingresaron a la habitación. Aquellos individuos se reunieron con una aturdida y temblorosa Narcisa, que continuaba llorando gracias al regocijo en su corazón. Pandora volvió la cabeza al sanador, buscando respuestas con su expresión confusa.
– ¿Qué fecha es? –susurró.
– Veinte de mayo de mil novecientos noventa y ocho, usted ha dormido casi tres años consecutivos. Por un momento, creímos que jamás despertaría. –comentó el mago, todavía rociando díctamo sobre algunas heridas que no recordaba haberse hecho–. ¿Puede decirme qué recuerda antes de despertar? ¿Tiene idea de lo transcurrido durante estos años? –preguntó.
Contuvo el aliento, sintiéndose visiblemente mareada y con una expresión escéptica. Aquel hombre estaba comentando que había permanecido en coma durante casi tres años, más de treinta y seis meses inconsciente mientras que sucedían muchísimas cosas a su alrededor. ¿Qué demonios había pasado y por qué sus familiares la observaban detenidamente? Draco, quién comenzaba a aproximarse a la camilla, esbozó una tierna sonrisa.
– Te extrañé, hermanita. –entonces la enfundó en un potente abrazo que ella correspondió, aún más confundida que minutos antes–. Sucedieron centenares de cosas mientras dormías, Voldemort finalmente fue derrotado y... muchas vidas se perdieron durante el proceso. Tu pequeña...
Y Pandora recordó absolutamente todo.
Recordó haber perdido el conocimiento cuando le notificaron una punzante noticia, el fallecimiento de Cedric Diggory. Esa mañana se encontraba recibiendo clases en Beauxbatons cuando Madame Máxime solicitó su presencia en el despacho, entonces comentó la repentina muerte de su amado con tanta desdicha que ella también pereció por dentro.
Entonces sus manos llegaron hacia su vientre, el tacto causó que su piel se erizara y se quedó en silencio. Aquel abdomen se mantenía plano y sin cicatrices, no existía evidencia de alguna cesárea. Draco, su adorado hermano gemelo, dejó escapar unas cuantas lágrimas conforme observaba la acción ajena. No fue complicado de entender, pero su corazón todavía estaba asimilándolo.
– Hicimos todo lo que pudimos; manipulamos encantamientos sanadores e incluso los mejores magos fueron contratados para esta hazaña, pero no conseguimos salvarle la vida. Mi más sincero pésame, señorita Malfoy. Sucedió dos meses después de su venida al hospital.
Muertos: Artemis nunca nació y Cedric falleció durante el torneo.
Pandora había perdido la consciencia un treinta de junio de mil novecientos noventa y cuatro, seis días luego del fallecimiento de Cedric: la misma mañana que se enteró de aquella desgracia. Lágrimas rodaron por sus ojos hasta perderse en su cuello y una sensación desconocida comenzaba a abrumarla, finalmente aquella desesperanza estaba apoderándose de sus sentidos. Ahogó gritos lastimeros apoyada en el hombro de Draco, quién también sollozaba mientras acariciaba sus cabellos dorados.
Todo ese tiempo había sido víctima del coma y absolutamente todo había sido un sueño, una consecuencia de sus traumas: nada de aquello había ocurrido. Mentiras, eso era lo único que pasaba por su cabeza en ese preciso momento.Artemis nunca fue alumbrada, nunca existieron horrocruxes que los regresaron a la vida, Corvus jamás existió, la profecía era irreal y nunca asesinó a Bellatrix Lestrange. Su mente estuvo manipulándola todos esos largos años, torturándola con una falsa realidad.
Y ese mismo día, se le declaró incapacitada psicológicamente. Pandora Narcisa Malfoy había perdido la cordura.
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