009 la peste ha llegado al hogar, quemenlo y huyan

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Jonatan y Lili miraron sorprendidos la escena que aconteció esa noche y se preguntaron ¿Cuánto tiempo estuvieron esos gatitos enfermos escondidos detrás de ese mueble? ¿Por qué Anka no se dio cuenta antes si es muy hábil rastreando gatos y todo bicho que camina? ¿Como se ha podido revolver la casa en tan poco tiempo? si cuando nos fuimos a dormir estaba todo en orden ¿Por qué Hitokiri estaba tan nervioso que se lamía, como si eso le quitara una peste de encima? ¿Por qué Magui estaba tan mala? Le pegó un patazo en la nuca a Hitokiri y, entre gruñidos raros, se llevó a sus gatitos a un rincón desesperada.

—¿Y Olivia?—pregunto Lili.

—Durmiendo en la habitación— respondió Jonatan— Parece que todo esto no le movió un pelo.

—Esta bien pero todas estas preguntas no van a limpiar la casa —Lili le dio la escoba a Jonatan y continúo—Así que empecemos a ordenar todo este desastre.

En cada rincón de la casa se encontraba un indicio de desastre que podría dar explicación a los raros acontecimientos sucedidos estos días.

Algo que se había caído en el rincón de la casa se veían pisadas en el lugar que provocó la caída. Arañazos pequeños en lugares raros que hacían ruidos inusuales. La bolsa de ricos coquitos estaba mordida en la base. Un rincón estaba lleno de pelos. Hitokiri deja pelos por todos lados pero esos pelos no eran de él. Y en otro rincón había pis y excremento que explicaban el horrible olor cerca del baño.

Terminaron de limpiar todo el desastre. Sonó el teléfono y Jonatan atendió. Era su papá:

—Hola hijo, perdón que te llame tan tarde, es que te quería contar que ya estamos listos para mudarnos a Bynnon y 14, así ya te podes quedar por fin en Patos y valle. ¿Vos todo bien?

Jonatan respondió a viva voz, casi gritando al teléfono porque el padre es medio sordo —SI, TODO BIEN PAPÁ.

—Bueno Jon nos vemos

—¿Otra charla profunda entre padre e hijo? —agregó Lili con media sonrisa.

Jonatan no le respondió. Miró a Hitokiri que por una extraña razón lo observaba profundamente mientras hablaba como si presintiera algo. Lo alza lo más alto que sus brazos le permiten y empieza a girar mientras le dice: "Señor Shogun, señor Shogun, usted tendrá un nuevo reinado para poder conquistar, en unos días, nos mudamos a Valle y patos". HItokiri detesta que lo toquen sin permiso pero esta vez Jonatan lo veía aliviado, eso era porque al irse de bynnon y 14 se iban a alejar de la peste. Dejó de dar vueltas y lo pasó suavemente sobre el suelo. Tocó con el codo a Lili para que viera cómo caminaba mareado el gato.

—Dejalo en paz pobrecito. No entiendo por que no se quejó si no le gusta que lo cargosees y lo molestes— exclamó Lili. y continuó preocupada —tenés en cuenta la cantidad de perros, gatos y gatitos que vamos a tener que transportar ¿No?.

—Por supuesto— exclamó Jonatan haciendo un saludo militar a Lili— Anka, Olivia, Hitokiri, Magui con sus gatitos y los gatitos fantasma que están enfermos.

Cuando dijo gatitos fantasma Hitokiri pegó un salto como si se hubiese asustado mucho. Se escuchó a Magui a los gruñidos super enojada en el rincón con sus chiquitos. Jonatan y Lili se miraron entre ellos y se preguntaron: "¿qué les pasa a estos gatos?"

Algunos días pasaron. La cotidianidad era, dentro de lo que se podía, amena. Pero la tensión en la casita del árbol de nueces se hacía notar. Magui estaba arrinconada como en pie de guerra. No quería que nada ni nadie se acercara a sus gatitos. Y Hitokiri histérico todo el día lavándose compulsivamente como queriendo quitarse una peste de encima. Jonatan y Lili trataban de curar a los gatitos fantasma. La madre aparecía solo lo necesario, los cuidaba como podía, presentían que la gata se los había encomendado para que los curaran. Ver tantos restos de otros gatitos que no sobrevivian les hizo pensar que estaba desesperada y sin opciones. La gata fantasma daba de mamar y los cuidaba por las noches, no se dejaba tocar, huía como nadie si alguien trataba de acercarse. Se sentía como si el cuidado fuera compartido, no por gusto sino por necesidad. Mientras tanto Magui estaba intratable. Los gatitos fantasma tomaban más confianza y de lejos empezaban una especie de diálogo entre los pequeños felinos. Los gatitos navideños eran super amistosos y curiosos, querían saber todo de los gatitos fantasma, pero los fantasmitas no hablaban mucho, su madre les enseñó muy bien a ser sigilosos, los que se podían mover aparecían en cualquier lado y los gatitos navideños festejaban cada aparición rara que ellos hacían. Era una comunicación rara pero era la única que no estaba prohibida por Magui, porque les tenía estrictamente prohibido, hablar, acercarse, y mucho menos jugar con ellos, era capaz de matar si se acercaban aunque sea un poco, todos lo sabían y respetaban.

El día de la mudanza llegó. Anka, Olivia y Hitokiri estaban listos para partir. Magui enseñó bien a sus niños, estaban listos para ir junto a su tío a nuevas tierras. Mucha gente estaba dentro del hogar cargando las cosas a un camión. Lili tenía lista la semilla de palta germinada para plantar en el nuevo hogar. Cuando le tocó a Magui subir al camión se dirigió a Hitokiri diciéndole: "En este mundo están los que salvan su propia cola, y los que velan por la cola de todos los demás comprometiendo la propia. Si queremos que las cosas cambien tenemos que pensar y actuar por todos los que amamos, porque algún día, los problemas nos van a alcanzar sin importar donde estemos. Si ninguno arriesga su cola vamos a terminar como los gatitos que no lograron sobrevivir. Los problemas se acumularon hasta ser tan grandes que no pudieron con ellos, nadie peleo por ellos, sus padres solo corrieron. No todos tenemos la determinación de enfrentar a un monstruo. No te pido que la tengas. Solo cuida de mis niños por favor porque algún día ellos van a tener que pelear realmente por la tierra que van a habitar. Si todo sale bien, el monstruo no llegara o espero haber podido debilitarlo para poder enfrentarlo y, algún día, vamos a volver a estar juntos". Chocaron narices. Se despidió de sus gatitos navideños y corrió muy muy rápido atravesando las cañas del patio junto a la gata fantasma mientras los niños le gritaban deseandole buena suerte y ánimos. Hitokiri tenía el corazón destrozado pero tomó valor y siguió adelante comandando a sus nuevas tropas para realizar el desembarco en nuevas Tierras (coordenadas de "la ladra": Valle y Patos) al grito de: "sequen sus lágrimas y no miren atrás, partimos de estas tierras como si estuvieran envueltas en llamas, para nunca más volver. Ahora todos somos familia fantasmas y navideños". Los gatitos le respondieron: "Tío Hitokiri, nosotros no estamos llorando","Tío HItokiri, estamos muy emocionados de poder ir con usted a conquistar el mundo","es usted el que está llorando","me siento muy mal me hago popó","tengo miedo ¿a dónde íbamos?","Tío Hitokiri, Mamá me dijo que le dijera que se queda para limpiar la peste y cuando termine vuelve con nosotros","¿Entonces ya podemos hablar entre todos?","Tio Hitokiri, yo quería coquitos antes de salir","Tío Hitokiri ¿La va a dejar sola a mamá?" Hitokiri miró feo al gatito que hizo la última pregunta y le dijo: "Nuestra tarea es acondicionar el nuevo hogar para que tu madre no tenga que mover un pelo cuando vuelva y por fin pueda descansar tranquila con nosotros calentando la panza al sol"

La inverosimil aventura de las mascotas del hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora