El ganador

526 58 127
                                    

 *Año 2043, ciudad de Denver, Colorado*.

Odia el sonido de la alarma, pero lo que hace que se levante, es Amanda utilizando la voz de su madre en suaves palabras, y él no puede resistirse a ella, así que cada mañana  accede a salir de la cama y arreglarse para otro día cargado de aburrimiento. Lleva veinticinco años en la rutina, en la frustración y la felicidad fingida; La diferencia, es que después de encontrarse con aquel desconocido en el campus, no puede dejar de pensar en ello.

No es coincidencia habérselo encontrado, porque el chico parecía conocerlo a él.

Su cabeza es un lío, y conoce a quien padece lo mismo.

—Buenos días — Saluda

Hay un establecimiento de café frente a su edificio departamental, el dueño es un hombre de cuarenta y tantos años —Nunca se lo ha preguntado con exactitud—, casado y con un hijo. Habla bien con él, podía considerarlo un adulto que le agradaba y que no era un idiota como el resto que le rodeaban, e imitaba su caso...

—Buenos días, Stanley.

Cada mañana, a las ocho en punto, abría el lugar y Stan era su primer cliente. El café siempre le daba la energía para superar la vida diaria, no sabía qué haría sin él.

—¿Lo de siempre? — Le pregunta el hombre

—No, hoy no. Quiero ponerme filosófico — Suspira tomando asiento en la barra —Tú... ¿No has sentido que algo le falta a tu vida? Ya sabes, ¿No sientes que te han quitado parte de ella?

—¿Hablas por...?

Cuando llegó a la capital y encontró departamento, era el único chico joven de la calle viviendo en completa soledad, y más de una ocasión, gastó más de su presupuesto gracias a la universidad; Rebecca, la esposa de John, más de una vez le invitó a comer a su casa, mientras John le prestaba dinero al tiempo que el chico se acoplaba a la ciudad y conseguía un trabajo de medio tiempo. El adulto conocía a carne propia, lo que era estar en un lugar que no conocía.

Stanley decide contarle su encuentro con aquel desconocido de cabello rojo, sin pensar que el adulto también lo poseía del mismo color sumado a los iris esmeralda, y no le incomoda que él lo sepa, más de una vez le otorgó ayuda.

—¡Y es bastante gracioso que no pueda dejar de pensar en él! Claro, no de manera romántica. — Apoya el mentón en su mano —¿Sabes qué? Si quiero ese café, con doble porción, por favor.

El hombre entiende su petición y se da vuelta para preparar el café como Stan siempre lo pedía.

—¿Cómo lo hiciste? — Pregunta Stan de la nada

El hombre le mira con confusión, preguntando a qué se refería con eso, mientras la máquina comienza a rellenar el vaso de cartón blanco logrando el único ruido en el lugar.

—Me refiero a vivir con lo que te falta de vida — Responde Marsh —Tú lo sabes mejor que nadie.

John Costwolds no tenía recuerdos de los pasados quince años, y si se necesitaba dar una fecha exacta, podría declararlo desde el 2028; Conoció a Rebecca, quien fue la única que le ayudó a darle una identidad de la cual hacerse hasta la fecha.

Se enamoró, se casó, formó una familia y terminó siendo un miembro más de la sociedad. Ignoró los problemas de su pasado, aunque intentara buscar soluciones para volver a ellos, le dolía porque no sabía cuánto había dejado atrás.

¿Cuánta familia tenía? ¿Hermanos? ¿Amigos? ¿Qué habrá pasado con sus padres? Por supuesto, sufría, pero no podía regresar. 

—Te acostumbrarás — Le respondió el hombre dejándole el café

Lo que el tiempo borró [Style]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora