Un aroma varonil avasalla mi olfato apenas comienzo a espabilar del sueño reparador que había tenido, al mismo tiempo que las leves caricias en mi cabello me enternecen de lo gratas que se sienten. Bajo mi piel percibo otra igual de delicada que emana el calor suficiente para mantenerme acurrucada contra ella disfrutando de su viveza. Gracias a la ligera y parsimoniosa respiración de Evan logro abrir mis ojos y observar un tramo de la habitación de mi novio.
Me remuevo en busca de que me abrace solo para sentir más de su tibieza, la temperatura de Seattle en enero es insoportable, es como si deseara calar en sus huesos y paralizarte.
―Ya era hora de que despertaras, pequeña ―susurra la voz del hombre bajo mi cuerpo.
―Si te soy honesta... ni siquiera quería despertarme ―respondo con voz soñolienta volviendo a cerrar mis ojos para apretarme contra la suave piel de Evan.
―Sí sabes que debemos ir al instituto ¿verdad? ―cuestiona riendo entre dientes consiguiendo que me agite un poco y vuelva abrir mis ojos.
―Uh-hum ―murmuro besando su pecho libre de vellosidad.
―Basta, tienes que espabilar de una vez por todas ―dice con cierta diversión en su tono de voz.
―¿Qué demonios...? ―comienzo a preguntar cuando veo que se levanta lo suficiente sin soltarme para luego hacernos girar y que yo quede debajo de él―. ¡Evan! ―chillo carcajeándome mientras comienza a dejar leves e inocentes besos que sé que van a terminar siendo besos calientes que nos llevará a lo que estábamos haciendo anoche.
No teníamos más que una sábana cubriendo nuestros cuerpos, nos habíamos quedado dormidos después de hacerlo dos veces seguidas tras llegar de la fiesta de celebración.
Evan es un chico con mucha energía, siempre está de un lado al otro buscando algo para hacer. De hecho, cuando está de pie esperando algo o alguien, suele mover su peso de un pie al otro o mover los brazos... en ocasiones las piernas. Ya por sí se me hacía extraño que estuviéramos tan quietos. Es una manía que tiene desde pequeño por lo que me contó su madre en una de esas tantas veces que he estado aquí, ella suele contarme muchas de las travesuras que llegó a ocasionar Evan cuando aprendió a caminar. Con el tiempo aprendí a llevarlo y a sosegarlo con besos, un abrazo o hablándole para distraerlo y mantener su mente en otra cosa que no sea estarse moviendo como si estuviera ansioso todo el tiempo.
Una de las inquietas manos de Evan se escabulle entre nuestros cuerpos llegando a mi muslo, pasea su mano cerca de mi intimidad pero no la toca, en ocasiones la roza pero nunca un contacto directo, solo una pequeña tortura que humedece esa parte tan placentera. No deja de repartir besos por mi cuello, acercándose a mis pequeños pechos convirtiendo esos mismos besos inocentes en besos demoledores y calientes. Sus labios llegan a mis senos dejando un leve pico en cada protuberancia antes de separarse y mirarme directo a los ojos dejando caer un hilo de saliva sobre estos antes de bajar la cabeza y atacar sacándome ligeros jadeos.
Evan en la cama es sucio, no se detiene a caricias amorosas o sensibles, él simplemente va por lo que quiere. Sus caricias no son más que para elevar el libido y conseguir que mi cuerpo desprenda aquella viscosidad entre mis piernas.
Nunca he sentido que busque una conexión.
La misma mano que jugaba a torturarme va directo a mi feminidad consiguiendo que se me ponga la piel de gallina y me estremezca. Con su dedo da pequeños círculos en mi abertura antes de introducir un dedo y probarme.
―Tan rápido que despierta tu cuerpo para mí ―masculla antes de mordisquear mi labio inferior con fuerza―. Voy hacerte mía de nuevo para que estés lista para ir al instituto.
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Fingiendo ser ella ✔
RomanceLIBROS 1 & 2 Una familia llena de dinero y ejemplar ante la sociedad que guarda un gran secreto bajo ese manto que usan para disfrazar la realidad. Vee es una adolescente que cree plenamente en el amor, sin embargo todo sueño e ilusión se ve destroz...