Capítulo 20✔

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―Aun no comprendo cómo es que ellos hacen ese tipo de cosas ―dice Zaid suspirando con fuerza luego de terminar su comida mexicana―. Es turbio.

―Pues yo tampoco lo entiendo y soy la que está en el embrollo.

Le había contado todo, así como él lo hizo con lo de Jaden luego de que me vendara el pie. El bastardo decidió usar todas sus influencias para que lo dejaran en libertad, pero tiene la clara regla de que, si vuelve a tener otra demanda, va preso y esta vez no habrá quien lo saque de ahí.

―Los Allen son una mierda.

Yo enarco una ceja y lo observo.

―Soy una Allen, por si se te olvida ―Le recuerdo.

Rodea sus ojos marrones: ―Sí, pero no tú, pareces que nunca creciste con ellos.

―Porque nunca crecí con ellos.

―No veo fallas en tu lógica.

Lo ayudo a llevar todos los restos de comida hacia la pequeña cocina. La cosa es que, por la falta de dinero Zaid no puede permitirse una casa grande, ni siquiera promedio. Su apartamento no es muy grande, es pequeño, un simple piso que cuenta con una pequeña sala, una cocina, un cuarto y un baño.

Sí, era bastante pequeño, pero para él esto era su vida y no tengo nada en contra de ello, pues yo no nací en cuna de oro. Mis padres eran de bajos recursos, quisiera decir que éramos una familia feliz, pero no era así, ellos siempre peleaban y eso a mí me perturbaba.

―¿Por cuánto tiempo te quedarás? ―pregunta cuando estamos terminando de lavar los platos.

―Solo serán tres días, creo que eso es suficiente para que los humos se dispersen en mi casa ―respondo encogiéndome de hombros―. ¿Por qué lo preguntas?

―Solo quería saber ―dice encogiendo sus hombros―. Sabes que no me molesta que te quedes, eso me hace feliz, pues así te tengo para mí.

―Sé que me amas ―digo sonriendo mientras empleo un tono de voz lleno de modestia.

―Yo sé que tú también me amas.

―Para qué te digo que no, si sí.

―A todas estas, yo quiero ver la cara de tu novio cuando se entere que no estarás en tu casa durante tres días, pero sí vas a estar durmiendo en casa de otro, eso lo va a molestar, Vee.

Le había dicho a Zaid que no tenía pensado decirle a nadie dónde estaba, ni mucho menos hablar, solo quiero tomarme estos días para analizar en qué posición me encuentro en este preciso momento.

―No quiero mentir, no a él, Zaid ―resoplo dejándome caer en el sofá viejo que hay en la sala―. Lo quiero, y no deseo seguir ocultando secretos, sé que es mi obligación callar, pero me duele verlo a la cara y saber que tengo un enorme secreto guardado.

―¿Quieres decirle que te quedaste en mi casa? ―Asiento―. Pues entonces ve pensando también, la escena que le vas a crear para que no le digas que te fuiste de la casa de tus padres porque ellos no te permiten ver a tu abuela materna y ya tú sabes cuál es el desenlace a eso.

Otro problema más para mi espalda.

***

―¿Entonces no estás en tu casa? ―Se le escucha confuso.

―No, estoy en casa de un amigo.

No sé cuántas veces le iba a repetir lo mismo.

Llevaba aproximadamente una hora hablando con Colton al celular, traté de evitar sus llamadas las primeras horas del día, pero los mensajes que me enviaba me partían el alma, se veía que estaba desesperado al no tener noticias mías, pues ni mis amigas saben lo que ha sucedido y él al preguntarles por mí y que ellas no supieran responder por la falta de información, lo descolocó por completo.

Fingiendo ser ella ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora