Capítulo 19✔

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Hoy era el día, había llegado el momento de las Olimpiadas de invierno en Canadá.

Había estado una semana entera en Canadá por protocolo de la competencia, había viajado con la Señorita Harrison y mi padre, no podía venir nadie más por mucho que quisiera. Fue un golpe, porque tenía en mente traer a Colton, Matt, Kira y Alessia, solo eran dos acompañantes por participante así que solo mi padre y mi entrenadora que estaba más exigente que nunca, estuve entrenando en una pista cerca del hotel en el que se hospedaban la mayoría de los competidores. Solía quedarme entrenando y escuchando las estrictas demandas de la señorita Harrison hasta tarde, comenzaba a eso de las ocho y terminaba en la madrugada con el frío calando en mis huesos.

Eran dos presentaciones que se llevarían a cabo hoy mismo, primero el corto y luego el largo. Para el corto he seguido el reglamento que me establecieron, integré todos los pasos, giros y movimientos que me han pedido y para el largo tenía una pequeña sorpresa de la cual estaba asustada de que me dejara en el según o tercer lugar, yo no podía quedar en esos, yo vine para enorgullecer mi país y elevar mi apellido. De perder, tendría un castigo.

Estaba en los vestidores con mi primer atuendo listo, el maquillaje ligero y el peinado sencillo también. Me encontraba haciendo estiramientos antes de entrar porque ya todo había comenzado y era la participante número ocho, iban por el seis y las rutinas no eran tan largas como para no sentir nervios de saber que estas a minutos de entrar y presentarte.

La señorita Harrison tiene la bandera de Estados Unidos alrededor de su cuello.

―Debes concentrarte en lo que te apasiona, nada de mirar al publico buscando nada, solo eres tú en la pista enorgulleciendo una nación entera y cautivando a otras.

Asiento sin mirarla cuando escucho que los aplausos estallan, ya terminó la número seis y ahora va la siete. Un organizador la llama y ella sale con su entrenador y manager.

No tengo dos personas como los demás porque la señorita Harrison es ambas y por ende solo la tengo a ella. No me incomoda, pese a los gritos y lo estricta, es una gran mujer.

Quiero tomar mi celular para llamar alguno de los muchachos, pero la mujer a mi lado y yo tenemos un ritual en estas competencias y es cero distracciones, mente limpia y sana, libre de estrés para que todo salga perfecto.

Se le aplaude a la participante número siete y el organizador entra llamarme y con mi entrenadora salgo mientras la patinadora anterior se despide y los nervios intentan tomarme, pero no me dejo y salgo segura de mí y de lo que hago, segura de mi entrenamiento y de mi arduo recorrido.

―Recuerda cuidar los elementos técnicos y los artísticos, ten elegancia al hacer cada giro pirueta y demás ―Asiento quedando frente a ella―. Suerte no necesitas porque de aquí sales ganando.

Me da un apretón cariñoso en el hombro con una diminuta sonrisa.

Respiro hondo antes de salir a la pista, me posiciono en el medio de esta con los pies cruzados y los brazos elevados, inclinándome un poco hacía atrás adoptando una postura delicada y sutil, como si fuese una bailarina.

La melodía de piano inicia y con ello inicio abriendo mis brazos a cada costado, mi pies izquierdo gira y rodea mi otro pies, tomo impulso leve y me desplazo por la pista con movimientos delicados y sutiles, desbordando la elegancia que tanto se me exige. No hago salto ni piruetas el primer tiempo, solo realizo giros que se me estipularon, me gusta dejar los saltos para el final. Doy mi rutina girando sobre mis pies sin despegarme del suelo.

La música toma un poco de fuerza y realizo un salto Lutz donde escucho aplausos cuando desciendo y ejecuto un aterrizaje suave, intento poner en práctica un Axel débil, ya que no me despego mucho del suelo a la primera, cambio la dirección de mis pies y realizo otro con más fuerza que la primera.

Fingiendo ser ella ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora