Alya sacó de su mochila unas vendas. «Te va a doler», me avisó y en el momento que ella sacó la barandilla de metal de mi pierna, sentí un gran dolor y estaba equivocada, la palabra doler se quedaba corta. Ella me cosió la obertura y me la vendó con unas vendas esterilizadas. Ella me dijo que no podría caminar durante unos días con tal de que no se me soltaran los puntos.
- Carla, ¿Te importaría dejarnos a solas un momento? –Le preguntó a su amiga, quien había estado allí mirando en todo momento. Ella afirmó, marchándose y dejándonos a Alya y a mi hablar para entender que pasó realmente el día de la excursión–. A ver, no recuerdo mucho de aquel día, tan solo trozos –Afirmó–, pero recuerdo despertar en el hospital tres meses después de ese día porque una máquina explotó. Fuimos muchos los que sobrevivieron, pero... Tú, Dani, desapareciste. Ni siquiera estabas entre los muertos –Me dijo. Aquello fue difícil de asimilar–. Dani, tiene que haber algo más. No puedes estar aquí sin saber que ocurrió.
- Intentó comprenderlo, pero no recuerdo absolutamente –Le dije–. Tengo grabaciones de aquel día, pero no me ayudan a comprender nada.
- ¿Puedo escucharlas?
De mi mochila saqué la grabadora. Empecé a mostrarle las grabaciones de principio a fin. Primero estaba la presentación, luego las palabras del científico y unas cuantas más. Lo que más me extrañó fue la última grabación. Hablaba una voz ronca que no había oído en mi vida, y la primera vez que lo escuché me asusté. Sus palabras decían tal que así:
«Escucha con atención ya que esto puede salvarte la vida. Pronto, las cosas irán de mal en peor y yo puedo servirte de ayuda. Quedarás atrapado en un mundo que ni conoces y por eso, no los escuches y no te escuches a ti mismo de lo que pueda pasar, solo escucha mi voz, porque solo tú puedes...»
Y se cortó. Todas las grabaciones fueron normales, excepto esa. Alya quedó tan confundida, pensativa y muchas otras cosas más, como yo la primera vez que lo escuché.
Alya se quedó callada y me ponía nervioso que no me hablara y se quedara con los ojos cerrados. Los abrió de golpe. Yo me sobresalté, y solo dijo, «No sé de quién puede tratarse». Tanto darle vueltas para nada.
- ¡Pero seguro que tiene que significar algo! –Le dije–. Ósea, ese tipo tenía idea de lo que iba a pasar, ¡Trato de ayudarme!
- ¿Y si fue él, el que provocó la explosión? –Dijo Alya. Como no sabía que hubo una explosión, nunca me paré a pensar en eso–. Tal vez no tratase de ayudarte, sino de causar esto.
Ella se levantó, «Otro día vendré a ver cómo estás», dijo dejándome solo y prometiéndome aquello ultimo.
Y entonces se fue.
Pasé arrastrándome en el suelo por unos cuatro días. Había estado repitiendo en bucle aquella última grabación y dándole vueltas al tema de la voz misteriosa más que antes, revisando cada una de sus palabras en busca de un mensaje oculto, pero fue en vano. Todo lo que escuchaba era lo que era, y su único mensaje claro que me llegaba era: «...no los escuches y no te escuches a ti mismo de lo que pueda pasar, solo escucha mi voz...».
Al quinto día después de reencontrarme con Alya, esta regresó para ver cómo iba mi pierna y tras limpiarme la herida, me confirmó que ya podía caminar. Me ayudó a levantarme y logré mantenerme de pie, pero tenía que ir apoyado en una pared. Seguí así unos cuantos días más, encerrado en aquella prisión con la puerta abierta sin nada más que hacer –Por suerte, Alya me trajo un libro para leer, «El legado de los Oscuros», que no es la gran cosa, pero está entretenido–.
Una mañana, subí las escaleras hasta las plataformas donde necesitaba saltar para llegar a la trampilla del tejado, lo hice, pero al coste de no tener que apoyar mi pierna en el suelo, haciendo que cayera. No fue doloroso, y me levanté. Subí las escaleras hasta el exterior para sentarme allí y contemplar Monteblanco un día más.
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Igualdad por desigual
Science Fiction[Rehecho] Si vienes aquí creyendo que esto es un libro sobre la igualdad de genero, entonces vete. Porque aunque este sea un tipo de libro con el que se deba tener cuidado, yo he procurado que tenga ese equilibrio con su propio mensaje. *** Te despi...