Igualdad por desigual

Capítulo 8

Hace 7 años, yo tenía aproximadamente 10 añitos de vida. Al cumplir esa edad mi madre me dijo que ya era todo un hombre y que conseguiría mucho en un futuro. Yo la creí como el inocente niño que era. También tenía una hermana, ella se llamaba Cristina y era... Era una niña de 4 años. Éramos una familia feliz que vivía en la gran ciudad. Como todos los niños de la época, íbamos al colegio y en la hora del patio, nos poníamos a jugar a lo que fuera, al escondite, al pilla-pilla, al pollito inglés, no importaba a lo que jugáramos ya que todo nos divertía.

Mis amigos eran los típicos especiales, hiperactivos y con pocas ganas de estudiar (Y aun no sé cómo llegaron a bachillerato), pero oye, nosotros estábamos bien así, nadie se quejaba. Pero, por temas de trabajo de mi padre, nos tuvimos que mudar a un pueblo vecino y aunque continué un tiempo en el mismo colegio, terminé por cambiarme por comodidad y abandonar a su suerte a mis antiguos amigos.

Allí me costó un montón hacer nuevos amigos la primera semana. Incluso el primer día, me senté en un banco a comer y a quedarme ahí el resto del patio, mordisco a mordisco, comiéndome mi bocadillo de queso. Poco a poco, me fui haciendo amigo de un grupo de chavales majos que al principio me veían un rarito, pero, acabé por gustarles. ¡Incluso tuve novia gracias a ellos! Pero nuestra relación, siendo unos críos de 10 años, no duro más de un mes. Pero siempre tendré recuerdos de la chica con la que me di mi primer beso.

Mis notas siguieron siendo simples, sin ser excelentes, y yo seguía siendo un chaval normal. Pero todo eso cambio... Creo recordar que fue un mes de abril de 2013. No recuerdo con exactitud los pequeños detalles, pero sin duda, no quería olvidarla a ella.

Ya comenzaba a quedarme solo por las tardes al no tener nada que hacer y que mis padres me creían responsable para todo y ya de paso me hacían cargo de mi hermana, me usaban de niñera al no querer pagarle más a la de antes, quien era una cascarrabias. Y todo iba bien, le ponía la tele a mi hermana y yo me quedaba en mi habitación jugando con la consola y si había algún inconveniente ella venía a mí. Pero no sé cómo, mi hermana logró entrar al despacho de mi padre –Él siempre cerraba la puerta–, cosa que me extrañó. Mi hermana no llegaba a la manilla, entonces le era imposible pasar, pero lo hizo. Ella lo tocó todo, los papeles tirados por el suelo mientras ella daba vueltas y vueltas con la silla y no paraba de reír.

Yo la oí y fui a ver porque se reía tanto y al llegar, la encontré tocando las cosas de papá entre sus cajas. Me asusté mucho al verla con una pistola entre sus manos. Mi padre siempre guardaba una por si acaso y no había peligro en usarla, siempre y cuando, haya un allanamiento de morada por parte de un ladrón.

Asustado, intenté quitársela de las manos y ella, replicando, no quería. Insistía e insistía, pero no la soltaba y en un acto, por intentar arrebatársela, coloqué el dedo en el disparador y pude escuchar perfectamente un BANG, saliendo del arma. Miré a mi hermana quien cayó al suelo desplomada con una herida de bala en el pecho.

Por un momento me asusté, me quedé inmóvil mientras dejaba caer el arma entre mis manos. Mis ojos estaban fijados en ella, quien sacaba sangre por la herida. Agité mi cabeza y actué de inmediato, cogiendo un teléfono y apretando la salida de sangre. Llamé al 112 mientras mantenía con vida a mi hermana, quien ya habia cerrado sus ojos. La ambulancia no tardó en llegar y nos llevaron a un hospital.

Después de que mis padres llegaran y hablaran con los médicos, parecían algo más tranquilos. Por mi parte, les expliqué lo que había pasado y yo, como mi padre, recibimos bronca de mi madre entre lloros quien era la que peor lo estaba pasando. Mi culpa por no vigilarla y culpa de mi padre por tener el arma cargada escondida a simple vista. Pasé días sin dormir por culpa de un trauma infantil que acababa de crearme, – a veces, me acercaba a mi hermana y la oía respirar con dificultad–, yo le cogía de su pequeña mano y rezaba para que todo saliese bien.