El Bien y el Mal I

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I

Ciri y Jaskier finalmente llegaron a Loxia.

Loxia era el nivel más bajo de los edificios de la Isla Thanned, justo por debajo de Aretusa. Era un gran complejo de recepción para clientes y visitantes que ocupaba el pie sureste de la montaña.

Allí habían dejado aquel caballo negro y se había dirigido hacia la taberna más cercana para que Jaskier pudiera sacarse la sangre de encima, luego buscarían a Margarita, como les había indicado Yennefer.

Jaskier le había pedido a Ciri que se detuvieran en una habitación por un momento, luego de comprar nuevas ropas para él, porque tenía la necesidad imperiosa de quitarse aquella cantidad de sangre encima.

El plan era el siguiente: Ciri alquilaría la habitación (pues ella no estaba empapada en sangre) y luego él se adentraría con paso rápido para que lo viera la menor cantidad de gente. No debían llamar la atención, pero con el trovador como estaba (hecho un absoluto e indiscutible desastre), no llegarían lejos si no se aseaba antes. Además, los rumores de la masacre en Garstang ya se estaba oyendo, verlo así, solo despertaría sospechas acertadas: que ellos habían estado en aquel sitio.

Hicieron como habían dicho.







Cuando Jaskier salió del baño, limpio y cambiado, Ciri se volvió a sonrojar, como lo había hecho la primera vez que lo había vuelto a ver en la granja del mediano. Pero esta vez, estaban en una habitación a oscuras, iluminada solo por una vela (que seguramente funcionaba a base de magia), ella sentada sobre la cama y él con una toalla secando sus cabellos sin cuidado alguno (por supuesto que ya vestido con las ropas nuevas). Así que Ciri tuvo la tranquilidad que él no la había visto ruborizarse.

Jaskier sabía que la situación de una habitación para los dos era un tema... por lo menos discutible. Pero la necesidad de comprar ropas, los había dejado sin dinero. Él no tenía su laúd, ella no llevaba nada encima, así que no había modo de que consiguieran más, si no era a través de la hechicera Margarita que él no tenía idea de quién era. Ya era un milagro que, después de todo lo que habían corrido, se habían golpeado y habían caído, hubieran conservado algunas monedas para darse este lujo.

El poeta se sentó a su lado y suspiró con alivio. – Necesitaba sacarme la sangre de encima. – intentó romper la tensión del ambiente entre ambos. Ciri asintió, tensa a su lado. Él quiso mirarla, pero también estaba incómodo. Las épocas en las que la había visto como a una niña, habían quedado atrás después de este día... Así como la naturalidad con la que ella lo había tomado de la mano, lo había dirigido por aquellos lugares y se habían abrazado, llorado y reído, hacía tan solo, horas atrás.

- ¿Tienes idea de quién es Margarita? – cortó con el silencio Jaskier.

- Sí. – dijo Ciri, él la miró con sorpresa. Otra sorpresa por parte de la jovencita. – Es Margarita Laux-Antille. – le explicó. – La conocí en una posada... en Gors Velen. - ella pareció pensar.

- ¿La Garza de Oro? – preguntó él, ella sonrió y asintió.

- ¡Esa misma! – él sonrió.

- Pues qué envidia. – le dijo. – Es la posada mejor y más cara de Gors Velen. – él llevó sus manos detrás de su nuca y dejó que sus articulaciones crujieran para reponer su postura. – ¿Acaso estabas con Yennefer? Pues esos gustos caros y refinados, les son propios. Puedo apostar que no visitaste esa posada con Geralt – dijo sonriendo y acomodándose en su sitio. Ciri asintió.

- Yennefer, Margarita y Tissaia. – le contó la Leoncita.

- Oh, ya conocías a Tissaia... - dijo él. – Me vendría bien una noche en ese sitio... - bromeó Jaskier. – Bien, ¿y entonces? ¿Quién es Margarita?

The Witcher: Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora