The Witcher: Lanza una moneda a tus brujos

Ola marina, contra piedra III

Todo el ejército avanzó, entonando "Rey". Por detrás de éstos, Jaskier reconoció a un mediano, sargento de pelotón, ordenando disparar flechas. Y así se hizo, una lluvia de flechas saludó a la pared negra que avanzaba sobre ellos. La respuesta fue inmediata: otra lluvia de flechas incendiadas sobre el norte, en contra ataque a ellos. Gritos, gritos y más gritos.

El momento en el que ambos ejércitos chocaron unos con otros, al poeta le pareció imposible de describir. Incluso años después, cuando intentó hacerlo, no encontró palabras. Así que solo lo hizo de la forma más burda que encontró: una manada de lobos rabiosos, se lanzaron unos contra los cuellos de los otros, sedientos, enlazados en mortal abrazo. Y la Batalla de Brenna, tuvo inicio.

Una división de soldados nilfgaardianos saltó sobre la infantería temeria y los destrozó. Eran tantos, y los sobrepasaban en número, que la sangre estalló como si la hubieran puesto dentro de una bolsa y, a presión, la hubieran hecho explotar. Bañó los suelos, la tierra, los pastos. Jaskier no había visto tanta sangre, ni siquiera, cuando Geralt destrozaba a sus enemigos. Jamás creyó que podría derramarse en tan poco tiempo, tanto volumen de sangre. Y el miedo lo atrapó. Vio cómo los caballos del norte resbalaban y caían, los hombres del norte también. Aunque, no podía negar que la pared negra del enemigo también se veía afectada, eran tantos, que los pocos que caían parecían nada... una pérdida sin importancia, mientras que ver a sus compatriotas caer, a él le generaba desesperación. Miedo.

Jaskier estaba montado sobre un castrado moro puro, adornado con el águila redana. Por detrás, Ojazos, quien ya había dejado de entonar y se disponía a disparar una y otra vez flechas. El castrado se encontraba a la distancia, protegido de los ataques cuerpo a cuerpo, protegido por el grueso de los soldados del Norte, al igual que el resto de los músicos.

El poeta se preguntaba qué tenían que hacer, ¿continuar entonando? Jamás había estado en una guerra. Miró a los músicos a su lado, estupefactos del mismo modo en el que él mismo se encontraba ¿Hasta cuándo tenían que mantener la moral del ejército alta? ¿Era necesario? Vio un soldado temerio levantar la espada y frenar un ataque, un nilfgaardiano dio un giro, y cortó la armadura, quebrándola en el sitio del hombro, pero al temerio no le importó, volvió a blandir y atacar. El nilfgaardiano lo pateó, el norteño cayó, roló, se puso en pie y volvió a atacar... en definitiva, no era capaz de darse por vencido... ¿por qué?, se preguntó Jaskier, ¿qué era lo que hacía que la guerra fuera tan determinante? Ganar o morir... Matar o morir... Y tuvo la respuesta en la propia melodía que él debiera estar entonando: proteger al Rey... proteger los tesoros que se consideraba, valía la pena pelear... incluso, poniendo en peligro la propia vida. Incluso morir. Cintra... Jaskier visualizó al muro negro y contundente que era el enemigo. Morir por tus tierras, noble Ciri, el poeta sonrió. Desde el primer día que te vi, supe que serías excelente reina. Te protegeré, reina de mi inspiración.

Y supo que debía seguir. Así que entonó nuevamente el cántico de guerra, la melodía completa, Ojazos no acompañó, ella solo disparó flecha tras flecha, flecha tras flechas, y siguió. Jaskier también continuó, pero entonando, a viva voz. Grave, potente, temeraria.

Habrá momentos, lo sé, en que me pondré en pie en la proa... - Jaskier entonó los versos que correspondían a Ojazos, ella siguió derribando enemigos con sus rápidos movimientos. – y las olas de nuestros cuerpos y el olor a la locura rasgan la corteza de mis huesos. – el poeta miró a los músicos. - ¡¡VAMOS!! ¡SIGAMOS! – les gritó a los músicos y al instante éstos se unieron al poeta con sus voces y sus instrumentos. El cántico se elevó aquella mañana, los soldados del Norte pudieron oírlos. El poeta vio cómo algunos de ellos, al atravesar un enemigo, gritaban las últimas frases que ellos estaban entonando, pero seguían, después, luchando en silencio.