Jaskier y Ciri estaban alrededor de las mesas comiendo. Ciri estaba nerviosa, para su entender ya habían permanecido "demasiado" tiempo sobre una mesa llena de comida, y eso era considerado falto de tacto, según les había advertido Yennefer. - ¿No crees que deberíamos irnos, Jaskier? Yennefer dijo...
- No me interesa qué dijo Yennefer. – le respondió él mientras seguía mirando qué manjar llevar a la boca, sin darle atención a Ciri. Ella suspiró molesta y se giró, apoyándose sobre la mesa, dándole la espalda al poeta, y comenzó a jugar con sus manos nerviosa. – Ensuciarás tu vestido blanco, Ciri. – le dijo Jaskier y la miró. – No te recuestes sobre la mesa. Eso es aún peor que permanecer más de un minuto mirando comida. – le sonrió. Ella de inmediato se puso de pie, para guardar las apariencias como tan bellamente lo hacía Yennefer. Él volvió su atención a la comida.
Un hombre enorme (pero realmente enorme), regordete, se acercó a ellos. Evitar una conversación es considerado como una falta de tacto imperdonable... Recordó Ciri la advertencia y miró al recién llegado dispuesta a responder preguntas (aunque estaba muy nerviosa), mientras el trovador ni siquiera se había percatado, dado que estaba más concentrado buscando qué comer.
El gigantesco estaba vestido con un doblete de color beige claro, abierto de modo bastante informal. Se veía que se sentía bien con él. A su lado había una bella mujer de cabellos oscuros y desarreglados por su movimiento natural, pero que le daba un "no sé qué" interesante a su estilo. Ella estaba agarrada del brazo del hombre, pero le había dada una mirada descarada a Ciri, de arriba y abajo, que le provocó sonrojo.
- Vaya, vaya... - dijo el recién llegado y Ciri sintió que el cuerpo de Jaskier se puso rígido de golpe al oír su voz y dejó de buscar comida. Era la primera vez que veía aquella reacción en él y no su habitual actitud desinteresada y alegre frente a todo. El poeta se giró (de inmediato) y le sonrió al hombre. Una sonrisa fingida, lo supo Ciri, porque ya comenzaba a descifrar cada una de sus sonrisas.
- Pero qué sorpresa... - dijo Jaskier con notable ironía en su voz. – Conde Dijkstra, un gran placer verlo... - le pasó la mano y ambos se la tomaron. La mano del tal Dijkstra era enorme, tanto, que casi se había tragado la del trovador. – Porque es conde, ¿no? – se burló Jaskier, a lo que el hombre gigantesco asintió, notablemente molesto. Porque Dijkstra no era ningún conde, y eso los dos que se habían estrechado la mano, lo sabían.
- La sorpresa es mía, Jaskier. Jamás imaginé encontrarte aquí, entre gente que vale algo, situación que a ti se te escapa.
- ¡Las coincidencias de la vida! Me sucedió lo mismo cuando oí su voz. – le sonrió, ahora con maldad. Ciri sonrió a su lado, por el descaro de Jaskier. El gordo lo miró con una seriedad gélida. Los dos mantuvieron una mirada rival durante unos segundos, pero Jaskier jamás borró la sonrisa impertinente de su rostro. Hasta que, finalmente, llevó sus ojos hacia la mujer que acompañaba al conde.
Ciri se mantuvo rígida a su lado, sin saber qué era lo adecuado para hacer en aquel momento. – Un placer también, Filippa. Me alegro de verte. – Jaskier tomó la mano de la mujer y la besó, como había hecho anteriormente con Yennefer, pero esta vez, aquel acto, a Ciri le molestó.
- Pero por favor, ¿qué modales son estos Jaskier? ¿No me presentarás a tu acompañante? – dijo el "conde" posando los ojos sobre ella de un modo tan difícil de describir (pero amenazante) que Ciri, instintivamente, se acercó a Jaskier y pegó su hombro derecho al brazo izquierdo de él.
- Oh, - Jaskier se golpeó suavemente la frente, fingiendo vergüenza por su falta de tacto y Ciri sintió que él apoyó la mano sobre su espalda para tranquilizarla. Ella se sonrojó. – Pero ¡qué tonto! Pensé que un conde tan elegante como usted, debería haber saludo a la señorita a mi lado por iniciativa propia, como lo demanda la buena educación. – levantó ambas manos Jaskier como diciendo "pero no te juzgo", dejando libre la espalda de ella. – Pero cada uno es como puede con los modales, ¿quién soy yo para dar cátedra? – le sonrió, venenoso, ahora él. Ciri sonrió por el atrevimiento y dejó que los nervios se escaparan.
El descaro de Jaskier iba a terminar costándole caro durante el desarrollo de la noche, no tenía dudas. - Tiene toda la razón. – dijo Jaskier y le hizo una reverencia, desde todo punto de vista irónica y exagerada. Entre ambos hombres había rivalidad, era indiscutible. – Ella es Fiona. – Jaskier la miró y le sonrió, para tranquilizarla, acto que provocó todo lo contrario en ella, que se sonrojó de inmediato.
La tal Filippa y el conde esperaron que él dijera algo más, pero no obtuvieron ni una palabra más, solo una mirada desinteresada. Evitar una conversación es considerado como una falta de tacto imperdonable... Volvió a recordar la jovencita y supo que el silencio entre los cuatro se estaba prolongando más allá de lo elegante o educado.
El tal Dijkstra ya se había cansado de jugar a lo cortés con Jaskier y lo estaba penetrando con una mirada silenciosa, harto de la bravuconería. Ciri notó cómo el cuerpo del trovador se había adelantado sobre ella, como cubriéndola de las miradas, protegiéndola, y eso la alertó aún más, porque significaba que aquel enorme hombre, representaba una amenaza para ambos. Así que apoyó su peso sobre su pierna izquierda, lista para defender cualquier ataque.
Lo que ella no sabía era que en estos lugares los ataques no eran marciales, no. Era secretos y con contratos de asesinos. Jaskier lo sabía muy bien.
- ¿Solo "Fiona", Julián? – rompió el silencio prolongado Filippa "¿Julían?", pensó Ciri. - ¿De dónde es? ¿Qué título ostenta?
Jaskier la tomó de la cintura y la acercó a él, Ciri se ruborizó por completo. - Ostenta el título de ser la acompañante de maese Jaskier, ¿acaso necesita otro? – dijo con tono burlón. – Y a pesar de que adoooro esta charla tan... amistosa y relajada que se está desarrollando... He de considerar que ya he tomado mucho de vuestro tiempo, y eso es inaceptable. – volvió a burlarse, acompañando con una reverencia, que obligó a Ciri a hacer lo mismo. Dijkstra asintió, sin creerle ninguna palabra. – Así que los libero de nuestra presencia, carente de valor, como un distinguido conde aquí presente lo ha dejado claro. – le sonrió, el "conde" lo miraba con rabia para esas alturas. – Pero claro que agradecido a los dioses por haberlos visto. Semejante honor inesperado... – dijo sarcásticamente. Jaskier se había pasado de descarado sin lugar a duda, pensó Ciri.
El trovador se alejó, llevándose con él a Ciri de un tirón.
- Cabellos cenicientos, ojos esmeraldas... - murmuró Dijkstra. – Un brujo en este sitio, un trovador traidor hijo de puta...
- ¿Crees que es la princesa?
- ¿Quién más podría ser? – terminó la charla el jefe de los servicios secretos del rey Vizimir.
- Pero han confirmado que está muerta... murió entre los refugiados por una infección. - dijo la hechicera.
- Y una mierda... Allí está, caminando entre nosotros y de la mano de ese imbécil.
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The Witcher: Lanza una moneda a tus brujos
FanficHISTORIA COMPLETA (¡¡Spoilers de los libros!!) Empecé esta historia con ganas de simplemente escribir... Pero a medida que lo fui haciendo me he dado cuenta que la historia que quiero contar es la de Jaskier... y Ciri. Sería algo así como seguir el...