Lucia Osorio.
Llevaba cuatro meses viviendo en México, y no me quejaba, todo estaba marchando bien en mi vida, estaba aprendiendo demasiado sobre mi trabajo y amaba eso, y mi relación con mi jefe era muy buena, su nombre es Alexander Araya, un hombre de 23 años, bien parecido y con un conocimiento amplio en un sin fin de temas.
—De verdad no sabes como me alegra que hayas llegado a ésta empresa, eres una chica demasiado inteligente y aprendes muy rápido, eres la mano derecha que necesitaba. —decía mientras ponía su mano sobre la mía—
—Muchísimas gracias Alexander, esas palabras son realmente valiosas viniendo de usted, más bien gracias por enseñarme tanto. —dije sonriendo—
No negaría que entre mi jefe y yo existía algún tipo de coqueteo, y es que él era el hombre ideal por llamarlo de cierta forma, y más de una vez me coqueteó, y yo no me oponía, porque siempre fue de la manera más respetuosa y sin cruzar los límites y pasara a ser acoso laboral.
—¿Tienes algún plan el sábado? Me gustaría que conocieras una excelente taquería, si no es que es la mejor de la ciudad. —dijo sonriendo—
—No tengo planes realmente, espero y sí sea una buena taquería, porque soy colombiana pero sé cuando se trata de un buen taco. —dije riendo—
—¿Le parece el sábado a las dos de la tarde?
—Me parece muy bien, yo vuelvo a mi oficina. —dije levantándome de mi silla y yéndome—
Volví a mi puesto de trabajo y mi amiga no dudó en hablar. Y es que en este lapso de tiempo empecé mi amistad con una chica llamada Mariana, era de mi edad y originaria de Puebla, y estaba aquí por la misma razón que yo.
—Mírate, siempre que sales de la oficina de don Alexander sales con una sonrisa de oreja a oreja. —dijo moviendo sus cejas—
—Usted que todo lo mal piensa —dije negando con la cabeza— y deje de llamarlo don, es solo cuatro años mayor y él pidió que le dijéramos Alex.
—Cómo sea ¿Qué pasó que saliste tan sonriente?
—Me invitó a salir, el sábado. —dije en voz baja mientras ordenaba unos papeles—
—Uy, uy, la chica antiamor va a tener una cita —dijo picando mi costilla— me alegra que salgas con él, porque acá entre nos él te ve de una manera muy dulce.
—No soy antiamor, solo que cuando llegué estaba recién saliendo de una tusa —dije defendiéndome—
—Tú y tus términos colombianos. —dijo negando con la cabeza—
—Despechada pues, pero mejor vuelva a su campo porque en cualquier momento sale Alex. —dije señalando su campo—
Cinco meses después.
Estaba sentada en la arena mientras veía hacia el mar, mi novio apareció y me entregó un vaso con fruta.
—Ya va bajando el sol. —dijo sonriendo—
—Un poco. —dije de la misma forma—
Desde la primer salida con Alexander habíamos tenido muchas más, él me dejó ver que realmente sus intenciones eran buenas y yo decidí darle otra oportunidad al amor, y en estos cinco meses no me quedaba duda de que había tomado una buena decisión, no podía quejarme, todos los días me dejaba claro que realmente me quería, y yo podía decir lo mismo.
Martín Vargas.
Estaba sentado en una cafetería junto con mi hermano y nuestros amigos, les estaba yendo muy bien, y estaban tendiendo muchísimo éxito.
—Marto es que queremos hablarte de algo. —dijo Isaza—
—Mire, es que ya desde hace unos meses yo vengo pensando una situación, yo estoy muy feliz de estar en morat, ha sido la mejor experiencia de mi vida, sin embargo no es el rumbo que quiero que tome, yo quiero seguir con mi carrera y trabajar en lo que estoy estudiando, así que he decidido dejar la banda. —habló Aleho, y dejándome sorprendido—
—¿Se van a separar? —dije asustado—
—No, no, Martín es que queremos invitarte a ser parte de morat y que tomes el puesto de baterista en nuestra banda, tenemos entendido que no estás estudiando —decía Isaza— y nosotros buscamos ser lo más orgánicos posibles, y a ti te conocemos desde chiquito, eres hermano de Simón y es casi como si fueses hermano nuestro también, te veíamos tocar la batería en el colegio y eres muy bueno.
—Es una gran oportunidad, y conoces muchísimos países y sabemos que te encanta viajar y conocer cosas nuevas. —decía Villamil—
Tenía los ojos de aquellos cuatro puestos sobre mí, la idea de ser parte de una banda ya conocía me asustaba un poco para ser sinceros, y tampoco todo estaba tan mal, ya hace un rato había empezado una marca de ropa junto a mi mejor amigo, sin embargo aún no encontraba una razón para seguir acá en Bogotá y es que debía confesarme, aún me dolía que Lucia se haya alejado de mí, y es que ella era mi razón para volver a Bogotá, y ahora ne encontraba un poco perdido.
—Bueno señores, es una gran oportunidad que me veré en el mayor de los gustos en aceptar. —dije sonriendo—
Mis amigos y hermano celebraron mi decisión, ahora era parte de morat y no había vuelta atrás.
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Tener de nuevo| Segunda temporada.
Fanficsi terminamos y nunca más volvimos a coincidir, es porque definitivamente nuestros mundos no debían estar juntos pero... ¿qué pasa si la vida nos atraviesa nuevamente en la vida del otro?