Abriendo el abismo.

Prólogo

-Los voy a destruir a todos y cada uno de ustedes- decía Raguel maldiciendo a cada uno de los miembros de la Pangea, odiando a cada uno de ellos, maldecía haber sido uno de los fundadores de esta sociedad. "El poder no se puede repartir por igual, las democracias no sirven, una monarquia absoluta es la única que acepto" Mientras veía con resentimiento a Aarón ir de la mano con Corin, había sido nombrado líder del grupo.

>>Raguel camino al portal 8 de Athikus, uno de los que te conducen a la zona salvaje del planeta. Entro e inmediatamente fue rodeado de hombres oscuros.

-Hermano- se escuchó la voz de Amadeus, ambos hermanos se contemplaron unos segundos. Compartían la misma mirada roja, la diferencia eran sus alas Amadeus se le habían oscurecido al recibir la maldad en su interior y Raguel nació con sus alas rojas.

-Aquí tienes hermano - el cuerpo inerte y sin vida de Perseus -Es momento de destruir la ciudad celestial. Te conseguí una aliada Fary está dispuesta a unirse a nuestra causa con tal de destruir a su prima. Se llamará  Nabil, ahora será tu esposa.

Sonrió al ver como Amadeus tomo la forma del cuerpo de Perseus, dándole a sus súbditos el cuerpo del arcángel para que se alimentaran de él.

-Que así sea hermano, con calma hermano para destruir a Norte se va a llevar tiempo - dijo Amadeus poniéndose la armadura del pelirrojo. <<

>> Roger Parkstone iba corriendo por el bosque buscando a los Decanini con un enojo e impotencia. No podía evitar que ellos se asentaran en el territorio de Frey. Pero mínimo quería encararlos.

-Se que sientes odio, déjate llevar por mí- lo tengo Raguel, el lobo al estar ahorita  cegado por sus sentimientos no se dio cuenta hasta que ya fue muy tarde Alfredo Grant había sido su víctima. Era la oportunidad perfecta para acabar con Decanini.

-Dos hombres lobos mataron a tu amigo - le implantó en el subconsciente a Tiberius Dent, el cazador corrió y al ver la escena detonó su arma especial que contenía balas de plata. Una le dio en el pecho a Roger Parkstone y otra en la cabeza a Hafner Decanini.

-Uno menos - decía al ver a Hafner en el suelo. <<<

>> -Acuérdate Mein - en el inframundo acariciando la espalda de su vieja amante. -Quiero que tu hijo acabe con Weisz. El único Weisz que queda vivo, el descendiente de  Beldor Weisz, él hombre que te desprecio, también su hijo Abefort te desprecio. Prefirió la muerte antes de que estar contigo en el inframundo solo queda Dereck.

-Ningún Weisz debe de quedar vivo, todos merecen morir - la Ángel con el corazón roto se refugiaba en brazos de Raguel -Dereck Weisz morirá.

Esa noche Raguel fue testigo como su amante Mein, cumplió lo que le prometió esa noche. Con sus poderes demoniacos atravesó a Dereck Weisz, haciendo que la vida se le fuera poco a poco.

-Maldita sea - Al ver como Dereck ahora estaba entre los pasillos del edificio, Karin le había dado sus alas y su vida. -Weisz, reporte del área - tenia la ventaja de que el hombre lobo no recordaba nada <<

>> Raguel observaba como su hijo se estaba casando con la hermana de Aaron Morgan. -Al parecer no entendiste nada Marshall - recordando como hizo que el demonio perdiera la cordura y empezara a matar a todos los miembros de la manada Red Moon. Una lección para su hijo y claro una manera de anunciarle a Aaron que iba ser el siguiente.

-Podrás acabar conmigo Raguel, pero no vas acabar con todo lo que hemos trabajado. Una muerte no significa detener todo lo que la Pangea a querido hacer - Mirando por última vez a todos, Aaron sabia que este era su final, pero se iba a ir en paz, ya le había dicho a todos sus seres queridos lo mucho que significaban para él y nombró a Sander días antes como Alpha de la manada Red Moon.

Al sentir la flecha atravesar su pecho, sintió una paz, se fue con una sonrisa pues al fin estaría con su amada Corin.

-Esto apenas está iniciando Aaron - dijo Raguel antes de desaparecer.<<<

-Esto es solo el principio - decía Raguel mientras veía el cielo, estaba de luto por la muerte de su hermano. Amadeus había fallado en la misión, pero no todo es causa perdida - tengo que hacer todo yo, para que las cosas salgan perfectas.