CAPÍTULO 14: Todo por culpa de Rubén

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Narra _______

Lo primero que hice al despertar fue recordar lo que sucedio anoche. Yo, Rubén, beso... un escalofrio me recorrió el cuerpo al pensar eso y mis mejillas se encendieron.

Mientras me incorporaba en la cama sonó el despertador. Lo paré y me despejé. ¿Había sido mas rapida que el despertador? ¿Yo?

Despegué las sabanas de mi cuerpo y me puse el albornoz para entrar en la ducha. No escuché ningun ruido. Todos teniamos el despertador a la misma hora. De hecho, me parece que el de Rubén seguia sonando. Bueno, ya se las apañara.

Me duché, me lavé los dientes y salí ya vestida. Eran las 7:30h de la mañana. Entrabamos a las 8h. Estaba solo Mangel preparandose el desayuno.

Mangel: ¿Puedes ir a despertarle? - dijo molesto -.

Asentí. Disfrutaria con eso. Me quedé en frente de su habitacion donde ponia "No pasar" y abajo ponia "salvo las tias buenas". Era un cerdo asqueroso. Golpeé su puerta con ganas.

Yo: ¡Despierta!

Oí un pequeño gruñido. Decidí entrar. Abrí la puerta y se encontraba Rubén con la sabana tapandole la mitad del cuerpo, de tal manera que quedaba su torso al descubierto. Tenía un tatuaje... no lo habia visto antes.

Se removió entre las sabanas y se puso boca abajo. Suspiré. Iba a ser dificil despertarle. Opté por la opción facil. Me acerqué a él y le susurré al oído.

Yo: Amor... es de dia... - dije con voz seductora -.

Sonrió e intento alcanzarme pero me aparté.

Yo: Anda, despierta - dije entre risas -.

Rubén: ¿Sabes que? Eres mala - dijo con voz ronca tapandose con la almohada -.

Yo: Lo se - dije sonriente - ahora vistete que todavia llegaremos tarde.

Me miró fijamente y me sentí intimidada.

Yo: ¿Que? - dije desafiante -.

Rubén: No se... te noto extraña - dijo con una sonrisa coqueta -.

Yo: No digas tonterias.

Evité sonreir cuando decia esa ultima frase. Me fui antes de que me empezara a reir como una foca retrasada. Cada vez que estaba con él me acordaba de lo que pasó anoche y no... no podia ser.

Fui con Mangel.

Yo: Ahora viene.

Rodó los ojos y se apoyó en la pared.

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Estabamos en el pasillo. Mangel se habia ido a su clase y Rubén y yo a la nuestra. Llegabamos un poco tarde. Abrí la puerta con torpeza y la profesora y todos los alumnos se nos quedaron mirando.

Sra. McGonagall: Llegan tarde, srta. Moore y srto. Doblas. ¿Por que?

Yo: Porque...

Rubén: Lo siento, sra., ha sido culpa mia. No volvera a pasar.

Sra. McGonagall: Sientense.

Hicimos lo que nos pidio. Nos sentamos juntos puesto que era el unico sitio que quedaba libre.

Yo: Gracias... - dije en un susurro para evitar que nos escuchara -.

Rubén: No hay de que, preciosa.

Pude notar como sonreia sin verle. 

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Odiar para amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora