Lyna y Melina corrieron por la casa llamando a gritos al Señor Pato, pero no había señales de él.
Meli busco en los dormitorios y algunas habitaciones abandonadas mientras su hermana revisaba la cocina, el baño y el jardín. Lyna empezó a pensar que su mascota podría haber escapado. Se sentó en el borde de la fuente donde hacia no mucho rato el Señor Pato jugaba alegremente y se puso a llorar desconsolada.Melina, que no se había rendido y continuaba buscando dentro de la casa, vio a Lyna desde la ventana de la cocina y salió a consolarla. Se sentó a su lado y la abrazo fuerte.
-Quédate tranquila, lo vamos a encontrar-Le dijo-. Seguro pasamos algo por alto, estoy convencida de que no se fue.
Pero Lyna ya temía lo peor y se había quedado sin esperanzas.
-Esperá... ¿Buscaste en la sala de los secretos?
Lyna, que sollozaba con la cabeza sumergida entre los brazos, se detuvo de golpe y levanto la cabeza. La miro con los ojos llenos de lágrimas e hizo un gesto de negación-¿Ves? ¡Sabía que algo nos faltaba! -Grito Melina, y corrió hacia la casa.
Sin dudarlo un segundo, Lyna se secó las lágrimas de la cara y la siguió, mientras volvía a llamar a su mascota a los gritos.Ya en la sala de los secretos, miraron a su alrededor. A la izquierda había algunos muebles en desuso cubiertos por sabanas, y algunas cajas viejas y destruidas. A la derecha, el desorden era peor: un enjambre de cajas de todos los tamaños y diversos objetos que habían sido abandonados allí hacia años. Entonces, comenzaron a mover las cosas de su lugar con la esperanza de que el Señor Pato apareciera. De pronto, un sonido desde un rincón de la habitación llamo su atención...
¡Sin duda era el! No comprendían como había llegado ahí. Una a una, quitaron todas las cosas que lo acorralaban hasta liberarlo.-¡Que susto me diste! -Murmuro Lyna mientras la abrazaba, arrodillada en el suelo-.
Pensé que te había perdido...Aun con los ojos llenos de lágrimas, giro la cabeza hacia su hermana.
-Debe haberse asustado con el ruido del jarrón, pero no entiendo como llego a meterse acá.
Melina no la escuchaba. Su mirada estaba fija en un cofre de madera adornado con pequeños trozos de espejos que formaban la letra "M".
-¿Meli? ¿Me estas prestando atención?
-Mirá esto, es súper raro.
-¿Que? Debe ser una más de las cosas que no sirven para nada -Respondió Lyna.
-No sé qué hay adentro, pero tiene mi inicial en la tapa. ¿Sera un regalo para mí? -Pregunto Melina, con voz dudosa.
-No lo creo, debe estar en esta habitación antes de que nacieras. Pero tampoco se de quien puede ser. Abrilo y veamos que tiene.La menor de las niñas abrió el cofre y, un poco decepcionada, pudo ver que solo contenía cartas viejas y algunas fotografías.
-¿Quién será el de la foto? -Pregunto Lyna mientras señalaba la imagen de un hombre de aproximadamente cincuenta años, de pelo corto y vestido con traje. Como la foto era antigua y estaba impresa en blanco y negro, las facciones no podían verse con claridad.
-No tengo idea... ¿Nos lo llevamos para investigar que más hay adentro? -Pregunto Melina mientras revolvía el interior del misterioso cofre.
-¡Dale! Pero rápido, que no nos dimos cuenta y se nos hizo tarde, la abuela debe estar por volver.Y justo cuando cerraban la caja, escucharon un sonido a sus espaldas: alguien se aclaraba la garganta y golpeteaba el pie contra el suelo con impaciencia. Rita había vuelto.
-¿Que están haciendo acá? -Grito la anciana desde el otro lado de la habitación. Nunca antes la habían visto tan enojada-. Creí que estaba claro que las salas cerradas con llave estaban PROHIBIDAS.
Las niñas se quedaron congeladas: ninguna se animaba a dar excusas y además sabían que todo iba a empeorar cuando la abuela descubriera el jarrón. Después de unos incomodos segundos de silencio, Melina decidió romper el hielo.
-Perdón, abuela -Dijo, bajando la mirada.
-¿Perdón? ¿PERDÓN? Ustedes dos, jovencitas, rompieron las reglas. Van a estar castigadas por un buen tiempo. Ahora quiero que se vayan a su cuarto, y en el camino dejen las llaves donde las encontraron -Dijo Rita, y desapareció de la habitación.Lyna y Melina obedecieron y, junto con el Señor Pato, se encerraron en su cuarto.
-Podría haber sido peor -Dijo Meli mientras cerraba la puerta y volvía a observar la caja que se había llevado a escondidas.
-No te adelantes, que todavía no nos dijo cuál va a ser nuestro castigo. Tal vez nos hace comer su Tarta de Manzana en todas las comidas durante el tiempo que nos queda acá.
-Respondió Lyna con una sonrisa-. A ver, ¿Que más tiene esa caja que encontraste?Pasaron un buen rato investigando todo lo que contenía la caja. Hasta que descubrieron, en el fondo, un pequeño cristal ovalado.
-Tenemos que contarle a la abuela sobre esto. -Concluyo Melina.
-¿Para qué? Seguro que ya lo sabe y no le dio importancia... De alguna manera tuvo que haber llegado a esa habitación. -Le respondió su hermana mientras volvía a guardar todas las cosas.
-Esperá, hay algo más...
Melina estaba leyendo una de las cartas viejas que había en la caja. Sus ojos repasaban una y otra vez los renglones.
-¿Qué dice? Dale, no te hagas la misteriosa.
Melina le hizo un gesto a su hermana para que se acercara y le entrego la carta, que Lyna leyó en voz alta.Continuara...
Autor del libro original: Evelyn Vallejos (Lyna)
Fecha de Publicación: Octubre 2018
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Una Familia Anormal: En Busca del Tesoro de Minuca
AdventureLyna y Melina van a pasar las vacaciones a casa de su abuela Rita y como se aburren fácilmente, se dedican a explorar los rincones secretos de la casa. Un día el Señor Pato desaparece y cuando lo encuentran, encuentran también un cofre con instrucci...