Así que frenaron al costado del camino y, luego de salir un rato a estirar las piernas entumecidas, cenaron algunas de las provisiones que la abuela había guardado. Después se acomodaron para dormir, con la esperanza de llegar a su destino al día siguiente.
El espacio que había en el vehículo era muy reducido y el descanso parecía imposible.
Mientras Rita y el Señor Pato dormían en la parte delantera del auto, ambos con los asientos reclinados casi a tope para poder estar cómodos (Aunque las niñas no entendían por que la abuela había insistido en reclinar la butaca para la mascota), Lyna y Melina intentaban no morir aplastadas en la parte trasera.
A la mañana siguiente, Rita despertó totalmente renovada y de muy buen humor, mientras que sus nietas comenzaron el día con un fuerte dolor de cuello por la posición en la que habían dormido. Desayunaron rápido y siguieron el recorrido: sabían que estaban cada vez más cerca del tesoro, y eso las mantenía motivadas.
Luego de unas largas horas de conducir, y ya muy adentradas en el Gran Desierto de Minuca, un repentino problema se cruzó en su camino: la carretera que tenían que seguir, totalmente abandonada, se perdía debajo de una capa gruesa de arena y se volvía intransitable.
-Según el mapa, estamos acá -Señalo Lyna, apuntando con su dedo el lugar exacto en el antiguo papel-. O tal vez puede que estemos aquí -Se corrigió, dubitativa-. ¡Ay! ¡No lo sé! Me quede dormida hace un rato, no estaba prestando atención al camino -Se disculpó mientras se agarraba la cabeza.
Rita tomo el mapa y lo miro fijamente por unos instantes que parecieron eternos.
-Según el mapa, estamos perdidos -Concluyo la abuela, y tiro el papel hacia la parte trasera del auto-. Dejen que yo me encargo, ¡Vamos a llegar a ese templo como que me llamo Ana Rita Clotilde de las Mercedes Elsa Capuntas de Vallejos! -Exclamo, y automáticamente presiono el acelerador hasta el fondo para avanzar por la arena, sin tener en claro el camino que estaba siguiendo.
Lyna y Melina, asustadas en la parte trasera del auto, sujetaron con todas sus fuerzas los respaldos de los asientos delanteros, y el pato se refugió debajo de las piernas de su dueña. Todos entraron en pánico excepto Rita, que parecía estar pasándola bastante bien.
-M'hijitas, ¡No sabía que mi coche era todo terreno! -Grito llena de euforia mientras conducía-. Y nunca había ido tan rápido. Siento que estoy de nuevo en mi juventud.Media hora más tarde, la abuela ya se había tranquilizado y todos comenzaban a sospechar que estaban siguiendo un rumbo equivocado cuando, en el horizonte, Melina pudo divisar lo que parecía ser un templo. Y hasta allí se dirigieron.
-¿Vieron? Ustedes no confiaban en mi auto y nos trajo hasta aquí sin problemas -Dijo Rita mientras apagaba el Motor.
Salió del vehículo cuando ya todos estaban afuera y cerró la puerta con un golpe que hizo que se desprendiera y cayera al piso.
-¡Uy! Bueno, una puerta más, una menos... No pasa nada, todavía me quedan tres.
Acto seguido, puso la alarma por si alguien intentaba robar el auto y todos se alejaron rumbo al templo.
Continuara...
Autor del libro original: Evelyn Vallejos (Lyna)
Fecha de Publicación: Octubre 2018
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Una Familia Anormal: En Busca del Tesoro de Minuca
AdventureLyna y Melina van a pasar las vacaciones a casa de su abuela Rita y como se aburren fácilmente, se dedican a explorar los rincones secretos de la casa. Un día el Señor Pato desaparece y cuando lo encuentran, encuentran también un cofre con instrucci...